6
Abr

Luis Alberto Mendieta: La Revolución Ciudadana desde adentro: Una crónica necesaria. Última Parte

La recolección de firmas en la Provincial.

A algún ingenioso miembro del Secretariado Provincial se le ocurrió un ‘método’ por demás degradante y vergonzoso, para maquillar la escandalosa farsa de las Primarias: Para que su carpeta fuese tomada en cuenta al realizar la selección final de pre-candidatos en la reunión ad-hoc, el cristiano que tenía interés en participar, debía arrastrarse por los pasillos del local de la Shyris, suplicando a los todopoderosos miembros de la Provincial, “que por amor a Dios regalen una firmita”.
Es verdad que muchos de los miembros estaban realmente escandalizados por tan absurda idea, y no se hacían de rogar en absoluto, procediendo a apoyar con su firma a quien lo solicitaba, eso sí, sólo en caso de conocerlo, para evitar a los avivatos. Pero hubo otros que disfrutaban de ese pequeño poder que se les confirió. Otras, como la compañera Ximena Ponce, argumentaban que no podían firmar “porque debían apoyar a miembros de su proyecto político” ¡Y cuál sería su proyecto político, me pregunto! Sobre todo tomando en cuenta que SE SUPONE, estábamos dentro de UN MISMO proyecto político.
Resulta, me enteré en mitad de los correteos, que Sara Nolasco estaba de candidata a Concejal, así como la compañera Verónica S., con quien tuve ya un entredicho, luego de mi propuesta de nombrar a un candidato a concejal de Conocoto.
Todo estuvo siempre ‘amarrado’, como suele decirse, y en lo referente al tema de las concejalías, Wilson Flores, Sara Nolasco y María José Carrión orquestaban tras los telones la función, manteniéndose siempre ocultos, tras la sombra. La última, tuvo que reconocerlo en una reunión (la última a la que asistí del Secretariado de Conocoto), en la que discutimos fuertemente por su actitud de princesa política en su feudo y sus mañas partidócratas. Reconoció que tuvieron que elegir “desde arriba”, porque querían evitar que los ‘infiltrados’, o aquellos que nunca hicieron nada por el movimiento, resulten favorecidos con un cargo. ¡Habrase visto afirmación tan absurda! ¡Pero si eso fue lo que pasó precisamente, con el agravante de que se eligió únicamente a los ‘panas’ y esbirros! Luego de que se anunciara enfáticamente que no se admitirían más candidatos para concejalías rurales, ¡cómo no iba a sorprenderme de encontrar finalmente a Dennecy Trujillo como candidata, elegida de la noche a la mañana!
Luego, para la publicación de resultados se dieron largas, hasta que el plazo ordenado por el Consejo Nacional Electoral estuviera demasiado cerca como para que pudiera cambiarse el tablero que habían armado a gusto y sabor.
Mucha gente tuvo intenciones de quejarse, apelar, reclamar sus derechos. Incluso alguna tarde, una turba enfurecida estuvo a punto de tirar abajo la verja que protege la entrada del local de la Shyris. Pero la mayoría prefirió evitar problemas y aguantar en silencio la farsa de las elecciones primarias, que en absoluto fueron democráticas porque PARA NADA se consultó a las “bases” sobre qué candidatos querían designar para cada una de las dignidades. Siempre se eligió a dedo y desde arriba, como en los peores días de Bucaram o Gutiérrez e incluso aún peor, porque todo se disfrazó tras la máscara de una “revolución ciudadana” cuyo ideal a la mayoría importaba un pepino. Sólo se buscó acomodar a las personas precisas en los lugares correctos, me pregunto con qué fines. Yo logré entender a tiempo que estaba convirtiéndome en un sinvergüenza igual o peor que aquellos a quienes criticaba, en busca de ganar por aplastar al contendor, perdiendo de vista el objetivo de cambiar un país que avanza indefectiblemente hacia el caos y en espera de que cualquier nación mejor organizada, la someta para siempre.
Hasta aquí el relato. Muchos se preguntarán por qué llamar a esta una Crónica de la Revolución Ciudadana, si en realidad es una crónica de un proceso particular dentro de un universo más grande (ni siquiera he hablado de los candidatos a Asambleístas, por ejemplo, y mucho menos de la enorme cantidad de estructuras filosóficas, económicas, culturales y otras que deberían analizarse para tener una visión de conjunto del gobierno y sus supuestos planes socialistas). ¿Por qué el “proceso de las primarias” (¡Vaya proceso!) bastaría para definir una revolución anunciada a todo bombo, sin considerar todo lo dicho?
Primero, el Presidente Correa pudo haber cambiado la historia del Ecuador, si lideraba e imponía entre sus “Secretariados” del Movimiento País un auténtico proceso de cambios, de abajo hacia arriba y hacia la izquierda, no hacia el centro-izquierda. Máxime con el enorme poder del estado dentro de una estructura política.
De hecho, la capacidad de llegar hasta los más alejados confines de la patria con un programa de capacitación política que ofreciera a quienes quisieran adherirse al Movimiento, además de participación DIRECTA en la selección de sus candidatos, soluciones de vida y proyectos que “les enseñen a pescar, no a recibir limosnas”, en una estrategia que coordine planes y proyectos gubernamentales con iniciativas locales, habría aportado auténticos “soldados de la revolución”. Pero se prefirió la populista dádiva porque, es evidente ahora, NUNCA fue la idea iniciar una revolución: se pretende mantener al pueblo inútil, indefenso e ignorante.
Segundo, la actitud permanente de un hombre que NO TUVO la madurez necesaria para asimilar con prudencia y sabiduría los incesantes halagos, lisonjas, requiebros y arrumacos de la canalla que golosamente rodea a los mandatarios, ha terminado por fastidiar a quienes no saben del grave escenario político en el que sus lugartenientes son caciques de sus respectivos feudos.
La gente común ignora los tejes y manejes políticos en su profundidad, pero entienden a simple vista su arrogancia y la contrastan con algo que no puede faltar en ningún hogar: trabajo remunerado, que simplemente no hay. Su actitud evidencia a ojos vista su “borrachera de poder” y eso cualquier persona con ojos puede notarlo.
Pero también están los simpatizantes del M. País, que al no poder desquitarse de tanta injusticia desde adentro y menos corregirla, lanzaron a cuatro vientos toda la corrupción y componendas que presenciaron, con el objetivo primario de la venganza, y el secundario (en algunos casos), de impedir que siga adelante una farsa tan escandalosa.
Esto último me consta, pues TODOS los descontentos, al preguntarles, me respondieron que habían comentado con su familia y amigos lo que pasó EN REALIDAD en el Movimiento País, lo que sin duda ha creado descontento y ante todo DESILUSIÓN entre la gente común.
El proceso de Primarias, por lo sucio, turbulento y demagógico, sepultó a la Revolución Ciudadana, y con ella al gobierno actual, que detrás de sí se llevó dolorosamente las esperanzas de millones de ecuatorianos que confiamos en ese proyecto político, del que se apropió injustamente Alianza País.
Sin duda no están todos los que son, pero para el caso puntual que quise mostrar a manera de ejemplo en la crónica anterior, del entorno que viví, es suficiente, porque se replicó en toda la geografía nacional de una u otra manera, siempre con idéntico resultado: mayor corrupción que la de antes, porque, como siempre, se apeló a aquello de “Hecha la ley, hecha la trampa”.

Finalmente me pregunto:

  • ¿Es culpa del gobierno todo lo ocurrido?
  • ¿Se puede acusar insensatamente a un solo gobierno de todos los males de la nación e intentar tumbarlo, pretendiendo con ello acabar con todos nuestros males?
  • ¿Es lícito pensar que debemos volver a “refundar” la nación a partir de cada nuevo gobierno?
  • Por un lado en nuestra región costanera, y en especial en Guayaquil, el egoísmo, los complejos de inferioridad y la codicia de poder de sus líderes han mantenido a la gente ignorante y relegada, enseñándole que luego del dinero está el origen étnico (hay que ser blanco y bigotón para ser jefe), y luego de ello, de mala gana, está el ser humano, entendido como integrante de una sociedad piramidal y llena de prejuicios. En consecuencia, los cholos van al último y un auto deportivo vale más que una manada de ellos. El ser humano no importa: ¡No sirve para nada! La pregunta es: ¿Hasta qué punto hemos llegado a entendernos como nación, si ni siquiera nos reconocemos (y menos valoramos) históricamente? Un ejemplo es el caso que menciona Juan Paz y Miño en su artículo “¿Cuál es la fecha nacional?”[1]
  • Por otro lado está la estrechez de visión de la serranía, que se circunscribe estrictamente a su entorno inmediato, mirando a lo sumo, como gran cosa, al país en su conjunto. Me refiero a que no existe una cosmovisión ni en los políticos, ¡ni en nadie! Los pocos que miran el conjunto universal de la humanidad desde la perspectiva económica (de negocios o como modo productivo), cultural o de cualquier otro tipo, son tildados de engreídos, igual que aquellos que tienen la suficiente autoestima para producir y lograr productos intelectuales de cualquier tipo. El viejo chiste de la olla de cangrejos: nadie puede salirse de este purgatorio, porque si lo intentan le jalan de vuelta hacia abajo. La pregunta es: ¿Hasta cuándo abrimos los ojos de la inteligencia y nos dejamos de prejuicios y envidias negras?

No depende de movimientos ni de partidos ni de revoluciones: somos nosotros. Es nuestra actitud. Cualquier revolución se irá al traste si no ponemos el alma en ella, y dejamos el egoísmo primitivo.

Todo lo anterior es elemento de juicio suficiente para diagnosticar una revolución que nunca lo fue. Pero sirve además para temblar ante el mediato futuro, considerando la desilusión, por enésima vez, de un pueblo que soñó con un cambio, que necesitaba de ejemplos para dejar la indiferencia, la tradicional apatía, para convertirse en un actor más de la revolución, por su patria, por su familia, por sus hijos e hijas, por su propia liberación. La lucha debe continuar.

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[1] ¿Cuál es la Fecha Nacional? de Juan Paz y Miño

6
Abr

Rubén Darío Buitrón: Más periodismo

rubendariobuitron¿Cómo responder a quienes desde el poder -cualquier poder- quisieran menos periodismo?
El colombiano Germán Castro Caycedo, uno de los periodistas más importantes de América Latina, escribió hace una década un extraordinario reportaje: el asesinato del obispo de Coca, Alejandro Labaca, y la hermana Inés Arango.
Fue un hecho que ocurrió en 1987 en la selva ecuatoriana y estremeció al mundo: Labaca y Arango intentaron acercarse a los tagaeri, grupo étnico no contactado, para explicarles que deberían tomar medidas de protección frente a una avanzada petrolera que afectaría sus territorios.
Los religiosos, que trataron de llegar en helicóptero al remoto lugar, no alcanzaron su objetivo: posiblemente confundiéndolos con emisarios petroleros, los tagaeri los atacaron con un centenar de lanzas y los mataron.
En la pluma de Castro Caycedo, luego de una investigación de 14 meses, el caso se convirtió en un libro maravillosamente conmovedor de amplia difusión en América Latina y España.
Cuando Castro Caycedo llegó a Quito para la presentación editorial habían pasado 10 años del suceso. Pocas horas antes de la ceremonia lo entrevisté en el ‘lobby’ del hotel y me dio una lección de periodismo:
- ¿Por qué un periodista extranjero se interesó en un caso ocurrido en la selva ecuatoriana hace tiempo?- le pregunté.
- Esperé 10 años para que uno de ustedes lo hiciera- respondió.
Desde entonces tengo claro que la única manera de hacer buen periodismo es haciendo más periodismo.
Y no es un juego de palabras: solemos confundir periodismo con subjetividad política, actitud contestataria gratuita, herramienta para el ‘apartheid’ ideológico a quienes no piensan como nosotros y ‘pobreterismo’, como dice la gran reportera mexicana Alma Guillermoprieto cuando critica el facilismo de escribir historias lacrimógenas disfrazadas de compromiso social.
Hay una respuesta sencilla para los periodistas desconcertados y temerosos frente al posible efecto de la creciente intolerancia, el radicalismo y el intento de uniformar el pensamiento social: hacer buen periodismo.
Un periodismo cercano, contado desde la gente común. Un periodismo verificado, riguroso, intensamente reporteado y vivido. Un periodismo que no especule, no escandalice, no presuma ni suponga, no prejuzgue ni salga a comprobar hipótesis sesgadas. Un periodismo que se fundamente en hechos y no en rumores o malas intenciones. Un periodismo que no se convierta en el arma panfletaria de obsesivos y fanáticos convencidos de que ellos -solo ellos- tienen la razón.
¿Cómo responder a quienes desde el poder -cualquier poder- quisieran menos periodismo? Con más periodismo.
5
Abr

Luis Alberto Mendieta: La Revolución Ciudadana desde adentro: Una crónica necesaria. VI

El cinismo es viral, por así decirlo. Es una suerte de fiebre que se pilla con suma facilidad, como la gripe o el VIH.
Un sábado, mientras las aguas empezaron a calmarse en el Secretariado de Conocoto (del cual yo no era miembro porque no llevé ‘barra’ el día de la “asamblea” para hacerme nombrar) asistí en calidad de invitado. Era evidente la cara de satisfacción de casi todos, porque las carpetas para pre-candidaturas se habían ya entregado a la Provincial y se dio a conocer que las candidaturas para miembros de Juntas Parroquiales serían manejadas exclusivamente por los secretariados de cada parroquia. Con la sartén por el mango, la lucha se reducía a ponerse zancadilla entre ellos, en su lucha por apartar a los candidatos con mejores posibilidades, pero eso se haría a su momento y por lo pronto era políticamente correcto mostrarse modositos y razonables.
En esas circunstancias de aparente calma y armonía, mencioné que desde la Dirección Provincial se habían impuesto a nuestra Parroquia las candidatas para la Concejalía Rural, sin consultar a las “bases”, sin tomar en cuenta que Conocoto, con alrededor de 50 mil habitantes [1], tenía el derecho y el deber de elegir la persona que crea más conveniente, que represente un proyecto político, además de los planes y proyectos de los distintos barrios y por supuesto, de miembros y simpatizantes. Que por último, teníamos la suficiente población para nombrar nuestro candidato por derecho propio, sin vernos supeditados al capricho de quién sabe qué intereses, que querían imponernos como candidata a la compañera Verónica S., vecina de una de las parroquias más pequeñas del Valle de los Chillos, porque así ocurría efectivamente.
La estupefacción que causaron mis palabras fue sorprendente. Amílcar mencionó abiertamente que ignoraba que nosotros pudiéramos elegir “esa clase de candidatos/as” (refiriéndose a la candidatura a concejal), como evidente muestra de una actitud mental acomodada perfectamente al sistema político corrupto y partidócrata de siempre, propio de alguien que estuvo totalmente alejado de los procesos de reflexión y políticas horizontales, de decisiones meditadas en consenso, que habíamos mantenido hasta su llegada, con el resto de advenedizos.
La perplejidad de todos los asistentes por poco me arranca una sarcástica carcajada: Un mes de feroz lucha por meterse (por la ventana) como candidatos a la Junta y ahora resultaba que hubieran podido empezar por un cargo mucho más ‘jugoso’.
Debo reconocer que estuve esperando ese momento con auténtico deleite, pues estuve esperando a que acaben de pelear por la Junta para entrar en la lid.
El Presidente del Comité Pro Mejoras de uno de los barrios más populosos de Conocoto (y miembro del Secretariado) se puso en pie y mencionó mi nombre como candidato para la Concejalía Rural.
La rabia de uno de los candidatos a la Junta (de apellido Albán) no pudo esperar más y empezó a despotricar en mi contra, hasta que alguien le hizo callar y yo mencioné que sentía mucho que adoptara una actitud así, sobre todo porque sentía respeto y hasta cierta simpatía por él, pues ya habíamos compartido otros espacios políticos. Incluso sugerí que se postulara a la concejalía, que para mí sería un honor terciar con él. La desolación era general y nadie sabía qué hacer para sacarme de en medio y ponerse en mi lugar. Finalmente Amílcar anunció que había hablado con el Director Provincial y que este le había asegurado que esos candidatos ya habían sido designados (es decir los nombres vinieron “de arriba”, o sea de la Provincial), así que no entendía la razón de esta discusión, y mucho más viniendo de alguien que ni siquiera era “miembro” del Secretariado.
¡Podía haberse visto semejante descaro!
Pero la codicia despertó en los asistentes y exigieron que se aclare ese puntito, ante mis continuas arengas sobre los derechos que nos asistían, dentro del proceso de la Revolución Ciudadana, que debía empezar por casa. Varios asistentes apoyaron mi opinión y hasta aparecieron más pre-candidatos a la concejalía, como no podía ser de otra manera. Albán era lívido de rabia e indecisión, porque estaba frente a una encrucijada, entre la Junta Parroquial y la concejalía (esta última demasiado incierta sin duda).
Ante la duda, pedí que el Secretariado se reuniera a la tarde siguiente para resolver el tema y a regañadientes se aceptó la moción.
Al día siguiente, lección bien aprendida, fui acompañado de un buen número de representantes barriales, para encontrarme con la novedad de que la reunión NO HABÍA SIDO CONVOCADA, pese a que Pablo B. se comprometió y me dio su palabra de que lo haría y entiendo que constó en actas la resolución (aunque nunca se sabe con gente tan taimada), pues el tema se debatió por más de una hora. Ni siquiera mi amiga Martha P. asistió, al igual que Pablo, que afirmaron, la una estar trabajando en algún operativo policial y el otro un fuerte resfrío. Del resto, sólo los avivatos que se postularon la tarde anterior estuvieron presentes. La clave de todo esto y la razón que me hizo insistir en mis afirmaciones, fue la sugerencia de Germán Espinoza sobre los términos del Reglamente Interno del Movimiento, junto con el apoyo de varios dirigentes barriales, que no dudaron en respaldar mi candidatura.
Varios días más tarde se reunieron en secreto (se convocaron telefónicamente entre los advenedizos) para sacarme de en medio y procurar quedar bien con los jefazos de la Provincial. Ante eso opté por juntar firmas de apoyo de los miembros del secretariado de la parroquia para consolidar mi candidatura. Esa fue la hora de la verdad, el momento de saber con quién realmente podía contar.
El trabajo para la candidatura a miembro de la Junta Parroquial de Martha P. implicaba tiempo y esfuerzos, pero lo hacía de buena gana en consideración al afecto que sentía por ella. Por ello fue realmente doloroso acercarme a su oficina el lunes por la mañana y recibir su negativa de suscribir la lista de apoyo a mi candidatura, afirmando que le habían recomendado no “meterse en nada” para evitar arriesgar su empleo como funcionaria del Ministerio de Gobierno. Fue allí cuando entendí que tanto ella como Pablo B. SIEMPRE tuvieron mayor control que el que aparentaban, sobre el curso de los acontecimientos en el secretariado. No existe entre dos personas acto tan canalla como la traición y el disimulo, porque rompen de cuajo algo muy valioso y delicado como la amistad.

[1] Esa es la población registrada, según el último Censo Poblacional, en 2001, aunque se estima que a la fecha la población es mucho mayor, llegando a 70 mil a la fecha (2009).

4
Abr

Frei Betto: Por dentro y por fuera

frei_bettoALAI AMLATINA, 03/04/2009, Sao Paulo.- El Estado, igual que ciertas empresas de obras públicas, es una entidad con doble discurso: “hacia dentro” asume decisiones según los parámetros de la racionalidad; por eso es tan complejo como los circuitos de las neuronas de nuestro cerebro. El Estado es el cerebro y su burocracia la red aparente de aquellas intrincadas conexiones que le hacen ordenar la sociedad, bien rumbo al desarrollo, bien para reprimir o consentir la corrupción.

Pero el Estado no opera sólo en el plano racional. Hay en él otro lenguaje, “hacia afuera”, disimulado, subjetivo, no visible o audible o público; lenguaje acuñado en la hoguera de las vanidades, en las disputas internas, en los trabajos de pasillos, en la defensa de los intereses corporativos, en las sendas oscuras de la corrupción. Las decisiones racionales son manifestaciones de ese juego entre bastidores que el público no percibe y donde ocasionalmente se considera lo que es su interés.

A eso se llega por vías transversales, pues las decisiones políticas no siempre son razonables, dependen de afectos, emociones, empatías y simpatías, alianzas y acuerdos. Esa endogamia es de las más frecuentes y peores prácticas políticas. Una persona es nombrada para tal función (por ejemplo el Senado) no por reunir las cualidades necesarias, aunque eso también cuenta, pero casi nunca es prioritario: o porque haya sido democráticamente elegida o señalada por quienes integran la institución que va a dirigir. Es nombrada porque el político tiene que agradar a un amigo, sacar a un correligionario del ostracismo, compensar la derrota electoral de un aliado histórico, favorecer un arco de alianzas electorales, atender el pedido de un senador o un diputado, o del presidente de su partido, el cual, a su vez, tampoco se destaca por tener en cuenta la ecuación cargo-responsabilidad-competencia.

Son esas razones subjetivas las que producen tantos nombramientos de extraños en el nido, y el diablo es que el extraño pasa a detentar el poder en el nido y a golpear los huevos a su modo. De ese modo se abre una fosa entre intereses corporativos y públicos.

El Estado moderno padece de esquizofrenia estructural. Nadie sabe precisar con exactitud la línea fronteriza entre gobierno y Estado, a pesar de que la diferencia entre uno y otro conste en cualquier manual de política.

En la práctica el gobierno se coloca por encima del Estado por el simple hecho de encarnarlo y representarlo. Y todo gobierno se empeña en cooptar al Estado, reducir al máximo la distancia entre ambos y, si es posible, invertir la polaridad: lograr que el Estado se enmarque dentro del gobierno.

Esa paradoja es tanto más penosa para la población cuanto más frágil resulte el Estado por la sucesión de gobiernos que lo ocupan. Si un ciudadano enfermo comparece a un puesto de salud, en principio debiera merecer toda la atención del Estado, independientemente del gobierno de turno. Y todo gobierno, excepto en los regímenes autocráticos y dictatoriales, es provisional, al contrario del Estado, que posee carácter permanente. La promiscuidad entre gobierno y Estado y el modo como aquél abusa de éste, impiden que el ciudadano enfermo tenga seguridad de que el servicio de salud pública sea un derecho que no le faltará.

Si el gobierno nombra a incompetentes para regir la salud y atiende a las presiones de la industria farmacéutica y de los programas privados de salud, interesados en socavar los servicios públicos que amenazan la multiplicación de los beneficios privados, entonces el enfermo verá reducida su vida por el simple hecho de que el Estado no es una institución estable, consolidada, por encima de los caprichos de cada gobierno que periódica y sucesivamente lo ocupa.

Según Maquiavelo, se mantiene en el poder con mayores dificultades el gobernante que depende de la ayuda de los poderosos que quien se apoya en el pueblo. Éste, cuando se enfada con el gobernante, lo abandona (véase la actitud del electorado sudamericano frente a los candidatos neoliberales). Pero los poderosos no sólo le abandonan sino que se vengan. El gobernante puede derribar poderosos, pero no al pueblo. Por lo cual debe gobernar siempre con el pueblo.

En tiempos de crisis, el Estado, como un padre, vuelve a ejercer su autoridad sobre esta hija querida que, ambiciosa, se emancipó y, desorientada, hizo lo que no debía: la economía. Quizás tenga ahora una posibilidad de reducir la antinomia entre el “hacia dentro” y “hacia fuera”. Siempre que no se quiera perfumar el chivo que entró en la sala al pretender inhibir al Ministerio Público y a la Policía Federal en el combate a la corrupción. Como sugiere Enmanuel Lévinas, la política debe ser controlada y criticada siempre a partir de la ética. Es mejor expulsar al chivo y hacer coincidir transparencia y actividad política. (Traducción de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de “Calendario del Poder”, entre otros libros.

3
Abr

Atilio Boron: El gran circo de Londres

atilio-boronALAI AMLATINA, 02/04/2009, Buenos Aires.- Meses atrás la formidable maquinaria propagandística del imperio alimentaba la ilusión de que la reunión del G-20 en Londres le daría la estocada final a la crisis. Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha comenzaron a oírse voces discordantes. Nicolas Sarkozy y Angela Merkel lanzaron baldes de agua fría sobre el inminente cónclave y el anfitrión, el “progresista” británico Gordon Brown, aconsejó bajar las expectativas al paso que un número creciente de economistas críticos e historiadores advertían sobre lo fútil de la tentativa. Pese a ello los ilusionistas y malabaristas del sistema no dejaron de ensalzar la reunión de Londres y tratar de que las tibias medidas que allí se adoptasen fuesen interpretadas por el público como propuestas sensatas y efectivas para resolver la crisis.

Como era de esperar, poco y nada concreto salió de la reunión. Y esto por varias razones. Primero, porque lo que con arrogancia e ignorancia inauditas algunos caracterizaron como Bretton Woods II ni siquiera se planteó la pregunta fundamental: ¿reformar para qué, con qué objeto? Al soslayarse el tema por omisión quedó establecido que el objetivo de las reformas no sería otro que el de volver a la situación anterior a la crisis. Esto supone que lo que la causó no fueron las contradicciones inherentes al sistema capitalista sino aquella “exuberante irracionalidad de los mercados” de la que se lamentaba Alan Greenspan, sin percatarse que el capitalismo es por naturaleza exuberantemente irracional y que esto no se debe a un defecto psicológico de los agentes económicos sino que tiene sus fundamentos en la esencia misma del modo de producción.

Segundo: dado lo anterior no sorprende comprobar que el G-20 haya decidido fortalecer el papel del FMI para liderar los esfuerzos de la recuperación, siendo el principal autor intelectual de la crisis actual. El FMI ha sido, y continúa siendo, el principal vehículo ideológico y político para la imposición del neoliberalismo a escala planetaria. Es una tecnocracia perversa e inmoral que percibe honorarios exorbitantes (¡exentos del pago de impuestos!) y cuya pobreza intelectual la resumió muy bien Joseph Stiglitz cuando dijo que el FMI está poblado por “economistas de tercera formados en universidades de primera.” ¿Y de la mano de estos aprendices de brujos se piensa salir de la crisis más grave del sistema capitalista en toda su historia? No hay en esto un ápice de exageración: esta crisis es la manifestación externa de varias otras que irrumpen por primera vez: crisis energética, medioambiental, hídrica. Nada de esto había en la depresión de 1873-1896 o en la Gran Depresión de los años treinta. En su entrelazamiento estas crisis plantean un desafío de inéditas proporciones, frente al cual las recetas del FMI no harán sino profundizar los problemas hasta extremos insospechados.

Tercero: dada esta situación el tema es demasiado grave para dejarlo en manos del G-20 y sus “expertos”. Por eso el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D’Escoto, dijo que lo que se necesitaba no era un G-20 sino un G-192, una cumbre de todos los países, y la convocó para Junio de este año. El G-20 trata de cooptar a varios países del Sur con la esperanza de robustecer el consenso para una estrategia gatopardista de “salida capitalista a la crisis del capitalismo”: cambiar algo para que nada cambie. Pero no hay posibilidad alguna de capear este temporal apelando a las recetas del FMI, y los países invitados a Londres, entre ellos la Argentina, lo mejor que podrían hacer es denunciar con serenidad pero con firmeza la inanidad de las medidas allí adoptadas y que dentro del capitalismo no habrá solución para nuestros pueblos ni para las amenazas que se ciernen sobre todas las formas de vida del planeta Tierra.

- Dr. Atilio A. Boron es Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales

31
Mar

[Relato] Luis Alberto Mendieta: La Niña

Matthis Leonie - patio colonial

Matthis Leonie - patio colonial

Todo el día fue complicado. Difícil describir el amasijo de sentimientos encontrados que tenía entonces. Era un enorme corro de chiquillos que rondaba el patio; padecían quizás todos la misma pobreza que yo, pero me repudiaban porque sólo tenía a mi madre y ellos vivían con papá y mamá. Supongo que los comentarios de sus progenitores fueron la causa de tanta cruel indiferencia.

El caso es que, cuando nos acercábamos a ellos y hablo en plural porque también pasaba con mis hermanos y hermanita, nos ignoraban como si fuésemos fantasmas. Tenía yo nueve más o menos, hermano mayor, y me dolían tan profundamente ésos desaires continuos, que se me quedaron para siempre adheridos como manchas en el corazón por el resto de la infancia y más.

Era un veinticuatro de diciembre. Lo recuerdo porque aquella misma noche comimos pristiños, un delicioso bocadillo que suele servirse en navidad aquí. Lo excepcional fue el lugar donde lo hicimos.

Luego de una infructuosa mañana de vanos intentos de acercamiento con mis vecinos, muchachos y muchachas bordeando mi edad, acertó a llegar un grupo de gente. Eran algunos, no recuerdo con exactitud, parientes del dueño de la vecindad de patios enormes donde ocho familias compartían un espacio que aún siendo niño, comprendía que no era lo bastante grande para contener la enorme cantidad de prejuicios que mantenía sumida en la desdicha a toda esa gente. Lo que sí recuerdo tan claro como una mañana de sol fue un par de ojos inquietos, grandes y oscuros. Aunque suene absurdo a alguien, me enamoré por primera vez en ese instante. Nueve años. Pero en los niños es simplemente el reconocimiento de dos almas semejantes, algo que los adultos no siempre discernimos cuando pasa. Ella, era una niña de castañas trenzas, me parece. Sólo recuerdo con nitidez su mirada dulce y apacible. Quizás también emerge vagamente del fondo de la memoria el perfil de su nariz, pequeña, atenta, como la de un conejo, aunque temo que los años difuminaron su apariencia en mi memoria.

Andaba acompañado, como casi siempre, de un pariente algo mayor que solía secundar mis lances hacia el grupo de muchachos de aquella vecindad. Para entonces mis hermanos estarían jugando en nuestro pequeño apartamento, como un perro olvida el hueso que sus amos le mezquinaron, olvidados ya de los desplantes de aquellos crueles muchachos.

Sólo estábamos el pariente aquél y yo. Luego de almorzar volvimos a la carga, pero el grupo ésta vez nos ignoró hasta la humillación, porque nos acercamos directamente hacia ellos y todos nos dieron la espalda. Pero la niña que conocí temprano notó el desaire y se acercó con su prima, hermana o algo así, y nos alejó del grupo. Hasta hoy me es imposible concebir la capacidad que tienen muchos niños de entender su entorno social y el de los adultos con tanta lucidez. Todos, niños y niñas, nos contemplaban envidiosos, hasta que se aburrieron y volvieron a sus juegos.

Nosotros, mientras tanto, empezamos a jugar al “Sapo”, una caja como de metro y medio de alto con muchas ranuras circulares rodeando a un brillante batracio de bronce ubicado en el medio del tablero superior del artefacto. La idea era acertar a las hendiduras o a la boca del sapo, unas rodelas metálicas, cinco o seis, por turnos. Cuando atinábamos a meter alguna de las rodelas, ésta caía en una especie de buzones en cuya base estaba inscrito el puntaje del acierto. Por supuesto embocar en el hocico del sapo era lo ideal y tenía más valor.

Luego jugamos a otras cosas y así pasó el tiempo hasta que llegó la medianoche. Mi pariente hizo igualmente buenas pulgas con la otra niña, de modo que cuando dieron las doce y el padre de mi amiga las llamó, no tuvo valor para separarnos, así fue como nos unimos a su mesa para comer pristiños, bañados en miel de caña moldeada, raspadura o panela, como se conoce en Ecuador. Y la navidad me sorprendió fuera de casa.

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Mientras comíamos ya iba presintiendo yo que jamás volvería a verla, tal como ella, que de rato en rato miraba hacia mí con tristeza, como quien mira un recuerdo del pasado, antes de rebasar el presente. Por último se acercó su padre y al notar nuestra actitud, con mal disimulada nostalgia ordenó que se despidieran de nosotros porque era muy tarde para todos, sin duda recordando alguna escena personal y la marcada diferencia de clases sociales de dos parejas de niños que no querían entender de tan desagradables asuntos, propios de gente adulta. Ella me dijo adiós tomándome de la mano mientras caminábamos hacia el patio de atrás, charlando de cosas que ya ni recuerdo. Luego nos escondimos detrás de la sombra del arco que servía de entrada al último patio, y en la penumbra me regaló un beso apenas sonado en los labios, mientras sus mayores hablaban a voces allá adelante, indiferentes al universo infantil que nunca, nunca, podríamos repetir en la adultez.

Lloré de rabia allí mismo en cuanto se fue, intentando de mala gana encaminarme hacia el refugio familiar. Sólo alcancé a oír a mi tío repetir en voz baja una y otra vez, como quien trata de fijar algo en su memoria, el apellido de las niñas que conocimos ese día en que me enamoré, como se enamoran los niños a esa edad.

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Luis Alberto Mendieta (r) 2008

30
Mar

Juan Paz y Miño: El discreto encanto de la burguesía

pazyminoEn 1972, el Oscar a la mejor película extranjera fue para “El discreto encanto de la burguesía”, de Luis Buñuel (1900-1983). En ella el director español ridiculiza a la aristocracia y retrata, en forma sarcástica e irónica, a la burguesía. Aparece una clase llena de prejuicios, incapaz de superar la ridícula autoestima de su origen y posición social, que se reproduce en sus propios círculos de apellidos y méritos existenciales, atrapada en las propias autoestimas y adulaciones, en la fatuidad de su poder económico, en las apariencias de su supuesta erudición y cultura, tanto como en la vana superioridad que cree le rodea, escondida en la etiqueta de relumbrón, los costosos trajes, alcobas y salas que sigue en sus sueños. Una burguesía que, con su alcurnia hipócrita, va sin rumbo cierto, sin fin. Camina y camina…

Desde que la ví, la película de Buñuel me ha parecido digna de la burguesía ecuatoriana. Uno de sus retratos más aplicables, por la cercanía de los comportamientos y de la “cultura” que sigue caracterizando a nuestras elites más encumbradas por el poder económico o social. Rastros de esa formación histórica los tenemos en excelentes fuentes. Una de las más importantes, por ejemplo, las “Noticias secretas de América”, escritas por los marinos don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa, en el siglo XVIII. Además de sus magníficas descripciones sobre la economía, la sociedad y el poder en la Audiencia de Quito, ellos pintaron el comportamiento de las aristocracias locales, su incultura general y su vida aparentosa, casi en las mismas líneas que bien habrían servido de base para el guión de la película de Buñuel.

Desde ese pasado hasta el presente, las cosas no parecen haber cambiado en su espíritu esencial. En los días pasados escuchaba en una radio local las intervenciones de unos selectos personajes que hablaban sobre la “responsabilidad social empresarial”. Se ufanaban de cómo enfrentar los riesgos, los “valores” que la empresa debe transmitir, los compromisos “éticos” internos, los controles de calidad y sobre los impactos para el medio ambiente, la competitividad responsable, etc. Casi ni una sílaba sobre los trabajadores, a no ser para reclamar la necesidad de su “identidad” con la empresa. Nada sobre mejorar salarios, promover el bienestar laboral, respetar e incluso aumentar derechos, fortalecer la seguridad social. ¿De qué “responsabilidad social empresarial” hablan?

Y en las últimas semanas ha sido fabulosa la creación de mitos para el combate político: que la dolarización va a caer, que solo se sostiene hasta mayo, que han llegado contenedores con la nueva moneda, que es preferible votar por un corrupto antes que por un déspota, que la patria se derrumba económicamente, que hay que apuntar al “segundo” (¿Lucio o Alvarito?) y así por el estilo. Todo ello se conversa y se disfruta a nivel de nuestras burguesías y se corre como rumor a toda escala. Lo interesante es que esas elites se convencen a sí mismas de todo ello. A lo Buñuel. Y creo que es bueno que así ocurra. Caminan y caminan…

30
Mar

Rubén Darío Buitrón: PRENSA Y POLÍTICA

rubendariobuitronLa prensa y la política se parecen, caminan de la mano, se alimentan mutuamente, se atraen y repelen, se necesitan y repudian.

En la América Latina de hoy, prensa y política son poderes en distinta perspectiva o, a veces, en la misma. Las dos se perpetúan retroalimentándose y produciendo más poder.
La prensa y la política se parecen en sus objetivos , estructuras e intencionalidades: en su ejercicio estratégico se vuelven autoridad, fuerza, liderazgo, visión de la vida, servicio público, acción discrecional en función del bien común, capacidad de producir cambios significativos o consolidar lo establecido…

La prensa y la política tienen influencia sobre las vidas, opciones y actos de los ciudadanos.

De cómo cada una asume su poder en la sociedad dependen la toma de decisiones individuales y colectivas, la convocatoria a la reflexión o el silenciamiento a la objeción, la construcción de escenarios para grandes deliberaciones democráticas o la materialización de un gigantesco aparato de uniformización ideológica.

El filósofo Max Weber decía que la modernidad “está amenazada por el creciente fenómeno de la concentración del poder”, y esa es la tendencia visible de ciertas formas de hacer prensa y de hacer política en la región.

Ambas están en manos de élites que nacen y se desarrollan en procedimientos legítimos que les dan fuerza e institucionalidad pero, como sostenía Paulo Freire, deben evitar, desde su propia ética, la capacidad de alojarse en la cabeza del individuo y hacerle creer que es natural lo que se le impone.

¿Hay diferencias específicas entre el ejercicio del periodismo y de la política? Lo relevante no es que existan esas diferencias, sino la manera en que se practican una y otra.

Como instancias de poder, periodismo y política tienen en sus manos destinos colectivos, pero su rol clave se mide por los fines que persiguen, los grupos a los que representan, los objetivos explícitos o implícitos sobre los cuales diseñan sus estrategias, la manera en que benefician o afectan a la gente.

¿Qué sentido tienen la obsesiva satanización de la prensa desde la política o la persistente demonización de la política desde la prensa? Ninguno que no sean la mezquindad, las intenciones ocultas, la lucha soterrada por mostrar quién manda.

Prensa y política tienen la obligación de servir a la sociedad y no a sí mismas. Ambas deben rendir cuentas y ser transparentes en el cumplimiento de sus roles.

Ambas tienen, en un ambiente de deliberación democrática, el poder de contribuir al desarrollo de la sociedad.

Ambas tienen, en un ambiente agresivo, fanatizado e intolerante, el poder de contribuir a la disolución de la sociedad.

30
Mar

Ángel Guerra Cabrera: La hora de los movimientos populares

ALAI AMLATINA, 26/03/2009, México DF.- La nave del capitalismo marcha ciegamente hacia el naufragio sin que sus tripulantes atinen a sortear los escollos de sus contradicciones más allá de las recetas clásicas, que ya no funcionan. Producen vértigo las cifras de dinero inyectadas al sistema financiero de las economías centrales, conducentes a un despojo inaudito de grandes contingentes humanos pero incapaces hasta ahora de reanimar al paciente. El crédito no fluye, continúan las quiebras, el desempleo bate marcas, mientras millones pierden el techo, carecen de atención médica y ven evaporarse sus fondos de retiro. Es más, los vaticinios de los economistas serios del sistema, con apenas presencia, por cierto, en sus medios masivos, auguran el fracaso de los planes de rescate de la administración Obama y sus pares europeos por considerarlos tibios, no encaminados a la raíz de los problemas y probablemente llamados a profundizar la crisis económica. Por cada mes perdido en tomar las medidas necesarias, advierte el Nobel Paul Krugman, se pierden 600 000 puestos de trabajo sólo en Estados Unidos.

manifestacionespopularesNo hay que ser economista para comprender las desastrosas consecuencias de la severa contracción de las principales economías capitalistas y su impacto sobre los países subdesarrollados, incluidos, por supuesto, los latinoamericanos, dependientes de aquellas. En su último reporte, el Banco Mundial y el FMI, que han ajustado varias veces a la baja sus estimaciones, anuncian que en 2009 el PIB de América Latina y el Caribe caerá hasta en 2 por ciento, ocasionando seis millones más de pobres y casi tres millones más de desempleados. Las vitales remesas caen, como también la inversión extranjera y los precios de las materias primas, que aportan dos tercios de los ingresos por exportaciones. Esta tragedia se suma a la ya crítica situación creada por las políticas neoliberales: una agricultura desprotegida y arrasada para dedicarla a la exportación o a los agrocombustibles, una industria desmantelada y un tejido social desgarrado por la emigración masiva, el trabajo precario e informal, pobreza, miseria, depredación ecológica y redes de protección social pulverizadas, todo en nombre del dios mercado.

La OIT, el Banco Mundial y el FMI prevén la perdida de los modestos avances logrados en el abatimiento de la pobreza y el desempleo gracias a la subida de precios de las materias primas de los últimos cinco años, ahora derrumbados. De la reunión del G20 no puede esperarse nada favorable a los pueblos puesto que allí llevarán la batuta sus mismos verdugos, los salvadores de las grandes corporaciones. No he leído un trabajo de un solo investigador respetable que comparta el optimista vaticinio de una recuperación económica en 2010 anunciada por algunos banqueros centrales.

Pero si en algún momento se reanudara el crecimiento, será a costa de una concentración oligopólica de capitales sin precedente, de nuevos Irak, Afganistán y Palestina; de la criminalización de la protesta social y el pensamiento alternativo en sociedades militarizadas, de la superexplotación y el sufrimiento sin par de las grandes mayorías. Continuaría el derroche de recursos, la depredación ecológica y el patrón energético contaminante que arrastran a la extinción de nuestra especie en fecha no lejana.

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http://www.aporrea.org/imprime/n59152.html

Es la hora de que los movimientos populares se fortalezcan, adopten estrategias novedosas y alianzas amplias y flexibles, de hacer pedagogía política con los tangibles efectos de la crisis en círculos de estudio de base. En ellos es muy útil discutir los problemas cotidianos y relacionarlos con todo el entramado de la dominación capitalista y de la crisis para elaborar planes de trasformación social.

Es la hora de la solidaridad planetaria urgente y en ninguna parte del mundo como en América Latina y el Caribe existe una experiencia política acumulada para proponerse proyectos antineoliberales y anticapitalistas a escala local, nacional e internacional. Del Bravo a la Patagonia, además de un conjunto único de gobiernos populares y progresistas, existen fuerzas fogueadas ya en la lucha de trabajadores, indígenas, campesinos, mujeres, estudiantes, pequeños empresarios, profesionistas y desempleados, que podrían dar un memorable ejemplo a sus hermanos de otras latitudes de unidad y organización desde abajo en la lucha por la liberación, la democracia radical y el socialismo. Mañana será tarde.

27
Mar

Oscar Ugarteche: El G20 y los PRAE

ugarteche2ALAI AMLATINA, 25/03/2209. México D.F.- Un grupo de siete países ricos altamente endeudados (PRAE) del mundo han organizado una reunión de veinte países en Londres con el fin de debatir el futuro de las finanzas del mundo. Han llamado a la mesa a algunos acreedores de los países en desarrollo como Brasil, Argentina, México, algunos países árabes, China e India, dejando de lado a todos los demás países con superávit en el mundo, acreedores de los EE.UU. y Europa.

De hecho, la acumulación de excedentes de exportación durante un periodo de veinte años es lo que ha permitido que países con déficit contraigan préstamos excesivos por un valor de hasta el 200% del promedio del PIB, cifra en crecimiento acelerado. En un por si acaso, Gordon Brown, sintiéndose un poco débil, invitó a dos países europeos más a las conversaciones.

Algunas cosas vienen a la mente, en primer lugar, "quien paga manda" y, sin duda, ahora quien paga está fuera de Europa y de los Estados Unidos. En segundo lugar, el orden mundial que conocíamos desde 1944 ha terminado, y el nuevo orden mundial tendrá que tomar en cuenta al nuevo G-7 para tomar decisiones rápidas. Esto significa que China, India, Brasil y Rusia entran y que algunos países europeos quedan fuera. De todos modos, los debates celebrados por 20 países +2 serán irrelevantes, ya que este debe ser un debate global, considerando quiénes ahora son los nuevos acreedores y deudores.
En tercer lugar, el nuevo y significativo rol de Asia en su conjunto, tanto en el comercio internacional como en las finanzas internacionales, exige una reformulación de la Junta del FMI / BM, que refleje este cambio importante y disminuya el rol de la Unión Europea y de EE.UU.
En cuarto lugar, ello conduciría a la eliminación del derecho de veto de EE.UU., establecido en 1944, y del mecanismo por el cual estas instituciones tienen un director de Europa y de los EE.UU., respectivamente. Esto ya tiene poca relevancia hoy en día, aparte de ser antidemocrático, opaco, y de no reflejar las realidades económicas y financieras actuales.

Por último, un sistema en el que la política económica conduce a enormes excedentes que contribuyen a financiar déficits masivos creados por el propio modelo, no puede funcionar para siempre, como esta crisis ha comenzado a demostrarlo.

Lo que sucede es que un grupo de países líderes ahora son los principales deudores del mundo. Estos son países ricos altamente endeudados que han sostenido déficits comerciales y fiscales durante más de una década y han acumulado grandes deudas, y por el mismo hecho han desviado los créditos de los países en desarrollo. Estos son países que han sobre-consumido sistemáticamente y, en algunos casos, lo han hecho con una política de crédito interno bastante laxa. El argumento era que al consumidor del Oeste le convenía mejor los productos manufacturados a bajo costo de Asia, América Central y África.
El hecho de que ningún país puede pedir prestado indefinidamente para el consumo no fue tomado en cuenta. Inicialmente, los países con excedentes compraron Letras del Tesoro de EE.UU. y mantuvieron, en parte, sus reservas en esos instrumentos. Luego se extendieron a bonos del Estado británicos y europeos. No quedaba claro que la compra de bonos de Estado en grandes cantidades conduciría a un exceso de endeudamiento, por el otro lado.
El cuadro sobre "Índices comparativos de los PRAE, diciembre 2008" (1) ilustra como los ex países del G7 mantienen, aproximadamente, una tercera parte de las reservas de las nuevas naciones líderes emergentes. Sin Japón, el grupo de naciones líderes mantiene una sexta parte de la reserva de los siete países emergentes más grandes, la mayoría de los cuales son de Asia. La posición de deudor externo en otras monedas, sumando deudas privadas y públicas, es muy elevada para Gran Bretaña, Francia y Alemania, en el rango de 150% -450% del PIB, seguida por EE.UU., en del rango del 90-100% del PIB. La deuda pública en moneda local es más alta en Japón, Italia y EE.UU. El alto nivel de deuda pública de Japón es el resultado de la crisis bancaria de la década de 1990; en el rango de 70-170% del PIB. Si se hace la suma, se ubica encima del 200% del PIB. La perspectiva de crecimiento en esos países es negativa para todos.

¿Es razonable que los prestamistas continúen haciendo préstamos a economías en contracción? ¿Qué sucede con los pagos de la deuda cuando las economías que han contraído demasiados préstamos dejan de crecer? ¿Van a entrar en un ciclo depresivo porque tienen que ajustar el consumo hacia abajo con fines de vivir dentro de sus posibilidades? ¿Es razonable o justo que las naciones en desarrollo financien a las naciones ricas abiertamente?

El papel del FMI debía ser el de guardián y voz de alerta para todos los países. Fue diseñado para este fin, pero perdió su rumbo y terminó concentrándose en los países emergentes en lugar de mirar a toda su circunscripción. Los Informes sobre la Estabilidad Financiera son un caso ilustrativo de lo que ellos no están observando. La crisis comenzó a desplegarse a partir de octubre de 2007 en EE.UU., pero la IEF miraba hacia otro lado. El primer programa de apoyo entre la Reserva Federal (FED) y el Banco Central Europeo se dio a finales de 2007 y el FMI se mantuvo en total silencio. No activó la alarma y, por tanto, no previno el despliegue de la crisis. Es cierto que ya no tiene la capacidad de hacerlo, cuando los derivados han alcanzado un monto doce veces el PIB mundial. Nadie puede evitar una grave crisis, a menos que todos estemos de acuerdo con nuevas reglas que prohíban que se utilicen algunos instrumentos financieros y que devuelvan a los bancos las reservas, renunciando a los fondos de alto riesgo.

En este contexto, entonces, con un importante papel de liderazgo por parte de Asia en la nueva arquitectura financiera internacional y un nuevo y mayor rol para América Latina y el Oriente Medio, Rusia y sus vecinos, en el mundo financiero y los asuntos económicos, parece extraño que el Sr. Brown pretenda conducir las discusiones sobre los cambios. Los deudores no están en condiciones de colocar las reglas de juego, como los países deudores ya lo aprendieron en la década de 1980.

Bien puede ser que necesitemos enterrar el modelo de exportación, a cambio de un modelo nuevo, al mismo tiempo que terminemos con las tasas flotantes. Pasamos por este mismo problema en los años 30 y se acordó entonces tener las tasas de cambio fijos y políticas de industrialización junto con políticas de bienestar. Este fue el contexto en el que se creó el sistema de Bretton Woods. Incorporó un aspecto fiscal y uno externo, bajo supervisión del entonces recién creado FMI. Pareciera que hoy en día el FMI no vuelve la mirada hacia las cuentas de los PRAE, o no se preocupa por ellos, o a los PRAE no les importa mucho la opinión del FMI. Todo ello debe terminar; debe ser tratado por todos los países miembros de la ONU, ya que ningún país debería estar fuera del alcance de la supervisión internacional y ningún préstamo nuevo debería destinarse a las economías en contracción y con exceso de préstamos, por desarrolladas que sean, a menos que reorganicen sus economías y logren poner orden financiero en sus países. En el Foro Social Mundial de Belem do Pará, este mes de enero, acordamos que esto significa mucho más que cambiar la gobernanza del FMI. Un nuevo orden mundial es posible. (Traducción del inglés: ALAI).

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