Reconozco que esta crítica es extemporánea en el sentido de que el muerto ya está frío, al menos el del 2011, pero el año entrante tendremos un cadáver nuevo, al parecer NADA exquisito, así que procedo a realizar mi crítica sobre el tan comentado caso del concurso Microquito, lleno de folclorismos, tal como TODO lo nuestro, y empezaré por el final.
El organizador, o al menos uno de ellos, un señor Sebastián Trujillo, a quien no tengo el gusto de conocer, empezó su discurso la noche de la premiación del concurso en el Mercado Iñaquito, anunciando que acababa de darle un piedrazo a la cultura de Quito.
Dicho así, tanto el escenario como la frase lucen bastante mal en la imaginación, porque para empezar si hablamos de mercados, a cualquiera le vienen a la mente puestos de fruta, ceviches y caldo de bagre. Si además añadimos la desafortunada frase, el conjunto luce como una sopa de letras con hueso de chancho y canguil.
A lo que se refería el señor Trujillo es al simbólico trofeo compuesto por una piedra de coloritos firmemente empotrada en un marco de madera recubierta de barniz: ese era el piedrazo a la cultura, según los organizadores.
Más allá de que todos tenemos derecho a equivocarnos y aprendemos a diario, equivocarse dos veces ya empieza a ser de mal gusto, en especial en la selección del jurado.
Porque escuchar al jurado fue la guinda del milksheik: ¡hablaban de volúmenes como economistas! Se sugería que contaban las ideas paridas por ecuatorianos y extranjeros como quien cuenta facturas. ¡Viva la Estadística! ¡Viva el cachondeo y la sal quiteña! ¡Nada que ver con el Arte, lo que contaba es reírse a carcajadas, tanto en el mercado como en la reposada lectura que se supone debieron realizar!
En Quito se escribe más de lo que al parecer muchos imaginan, porque elegir como miembros de un jurado que debe decidir sobre letras, a un cantante y una teatrera, con el debido respeto a ambos oficios y a las dignas personas designadas, es como contratar a un plomero para que construya a Pinocho: ¡zapatero a tus zapatos! El plomero hará su mejor esfuerzo, pero al final el resultado no será el esperado. Y la verdad no tengo idea de lo que se esperaba de este concurso, que al ser patrocinado por el Cabildo, REPRESENTA a Quito, no a sus organizadores, ni a sus filosofías y creencias particulares, ya sea que haya habido o no dinero de nosotros, los mandantes.
¿No es ya hora de que se mire a la Literatura con un poco de consideración? ¿Es justo que se mire este oficio como otro espectáculo de tecnocumbia o fútbol? ¿Circo para el populacho? Señor alcalde: ¿es esto tomar la cultura en serio? ¿Cómo es posible que un socialista mire a la cultura como a un mero accesorio, consciente de que define el imaginario de TODO un pueblo?
Como puede verse, por desgracia Quito recibió un sonoro piedrazo “cultural” en plena cabeza.
Va la presente, con respetuosa franqueza de parte de un vecino suyo, dirigida a los organizadores del concurso Microquito como una crítica constructiva, conocedor de que la naturaleza humana es aprender hasta el último minuto de nuestra existencia, pero con el afán de corregir siempre.
Atento saludo,
Luis Alberto Mendieta