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Feb

Los tres años del gobierno de Rafael Correa

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EL ASESINATO DE RAFAEL CORREA

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Por Jorge Moreno Ordóñez

INTRODUCCION


Luego de la costosa celebración del gobierno de Rafael Correa y su partido Alianza País, el 15 de Enero del 2010 en Ambato, y ante la variedad de criterios vertidos sobre el tema, es necesario realizar una evaluación de los tres años de gobierno.

Una evaluación desde la perspectiva de la izquierda ecuatoriana. Que parta de los hechos, que sea objetiva y multilateral. No debe partir de una adhesión sumisa o adulona al régimen o de la oposición ciega e irracional de la oligarquía neoliberal. Debe ser una evaluación realizada desde una posición de total independencia política tanto del Gobierno, como de las oligarquías neoliberales y de su partidocracia corrupta, responsables de la crisis del país. Una evaluación seria, responsable, poniendo por delante los verdaderos intereses de cambio social y progreso del pueblo y la patria. No se deben mirar solo las ramas. Tenemos que mirar el bosque entero. No debemos perdernos en detalles aislados. Tenemos que ir a  los problemas de fondo. Tiene que abarcar el proceso en su integridad y definir el resultado final de la gestión.

De ahí que, al cumplirse tres años de Gobierno de Rafael Correa, es un tiempo prudencial para preguntarse: ¿El Gobierno de Rafael Correa está trabajando en la dirección correcta de realizar los verdaderos cambios que necesita el Ecuador? ¿Ha habido una revolución en el Ecuador? ¿Está impulsando de verdad,  ese “cambio de época” ofrecido, es decir, cambiar el sistema capitalista imperante por un  nuevo sistema socialista? ¿Por tanto, se está construyendo el socialismo en el Ecuador? o ¿Solamente se están haciendo algunas reformas y cambios secundarios, dentro del mismo sistema capitalista imperante?

Son preguntas que merecen una respuesta, y estas deben ser objetivas, claras, directas, fundamentadas, basadas en los hechos de la realidad cotidiana.

Quito, 24 de Enero del 2010.

Ing. Jorge Moreno Ordóñez

I

LA CRISIS DEL NEOLIBERALISMO EN EL ECUADOR Y LAS OFERTAS ELECTORALES DE RAFAEL CORREA

Al inicio de su vertiginosa carrera electoral en el 2006, Rafael Correa proclamó que su gobierno terminaría con el neoliberalismo y “la larga y triste noche neoliberal”. Proclamó y ofreció que no sólo vivimos una época de cambios, sino UN CAMBIO DE EPOCA. Dijo que su gobierno sería “revolucionario” y que en vez del neoliberalismo establecería el “socialismo del siglo XXI”

Como sabemos, en el Ecuador, al igual que en la mayor parte del mundo, rige el sistema capitalista. El neoliberalismo, como un modelo económico capitalista privatizador, que fue  impuesto por los gobiernos de Estados Unidos de América, junto con las oligarquías ecuatorianas y sus gobiernos de la partidocracia corrupta, trajo para el pueblo  y  la nación, una gran tragedia económica, política y social.

Por ello, durante cerca de treinta años, el pueblo ecuatoriano, con sus mejores hijos e hijas demócratas, patriotas y revolucionarios a la cabeza, lo combatió valerosamente en las calles y campos de la patria, desenmascarándolo y derrotándolo política y electoralmente, al igual que a sus abanderados, ideólogos y ejecutores de la vieja partidocracia corrupta.

Cuando Rafael Correa en las elecciones del 2006 hizo su propuesta electoral de “terminar con la larga y triste noche neoliberal”, él simplemente recogió esa realidad, ese anhelo de cambio y ese clamor popular. Por eso, recibió el respaldo esperanzado y mayoritario del electorado y se benefició electoralmente de los frutos de esa larga lucha popular, en la cual nunca lo vimos, porque estaba becado en Bélgica, en la Universidad de Illinois en Estados Unidos de América o prestando sus servicios en la Universidad San Francisco de Quito, la más cara y privilegiada del país.

Para tener una mejor comprensión de estos tres años de gobierno, debemos identificar dos momentos:

1)        El que fue desde su posesión presidencial el 15 de enero del 2007 hasta las elecciones de Abril del 2009; y,

2)        El presente, desde su reelección presidencial en abril del 2009, hasta el 15 de enero del 2010.

En la primera parte, el triunfo electoral de Rafael Correa en el 2006 y la instauración de su gobierno el 15 de Enero del 2007, se produjo precisamente porque en campaña electoral, al ofrecer al pueblo terminar con la larga y triste noche neoliberal  y cambiar el modelo neoliberal por el “socialismo del siglo XXI”, hizo una propuesta de izquierda. Triunfó porque su Programa de Gobierno fue precisamente el programa de cambio social que la izquierda ecuatoriana levantó durante años de lucha. Por eso recibió el amplio apoyo del electorado.

En la segunda parte, que viene desde Abril del año pasado, en que ganó la reelección presidencial en la primera vuelta, hasta hoy, la realidad es otra, radicalmente diferente. Ya no estamos en campaña   electoral, en discursos de ofertas y cánticos de propaganda. ¡No! Ahora estamos en un nuevo momento, de trabajo, de realizaciones, de cumplimiento de las ofertas, de resultados y soluciones prácticas y efectivas a los graves problemas del Ecuador. Estamos en un momento en que las ofertas electorales tienen que cumplirse en realidades.

II

LOS TRES AÑOS DE GOBIERNO DE RAFAEL CORREA DEJAN RESULTADOS POSITIVOS Y NEGATIVOS.

Para el gobierno y sus seguidores más entusiastas, especialmente para aquellos funcionarios que se encuentran disfrutando de los buenos sueldos y prebendas, de costosos y deliciosos viajes de turismo político o de jugosos negocios del estado que alumbran una nueva generación de nuevos ricos, todo lo que ha ocurrido en estos tres años es la máxima maravilla.

Para los representantes de las oligarquías y del imperio norteamericano, de  la vieja y repudiada partidocracia corrupta, de los que festinaron las inmensas riquezas naturales y los fondos públicos y se enriquecieron a costa del dolor y la miseria de millones de pobres e indigentes del país, en cambio, no vale nada en estos tres años, todo es negativo. Sueñan con su  retorno, el retorno de los brujos a la administración pública, para hacernos retroceder al pasado neoliberal.


En cambio para nosotros, los hombres y mujeres de pensamiento democrático y patriótico, de los que jamás hemos traicionado a la patria ni hemos ensuciado nuestras manos con el fruto de la corrupción o del crimen contra los intereses del pueblo y la nación, pensamos que debemos observar las dos caras de la medalla, los hechos positivos y negativos que se han producido y sacar una conclusión objetiva.

¿Cuáles son algunos de los HECHOS POSITIVOS  que se han producido en estos tres años, en lo económico, político y social? Resumamos los más importantes:

-           La aprobación y vigencia de una nueva y progresista Constitución Política de la República, en reemplazo de la vieja y atrasada Constitución neoliberal;

-           La finalización de la Base militar norteamericana en Manta, como una expresión de una política nacionalista y de resistencia a las órdenes del pentágono;

-           El alza del bono de la pobreza de $15 a $35 mensuales para un millón seiscientos mil pobres e indigentes;

-           El alza del bono de la vivienda a 5.000;

-           El no pago del aporte de $25 en la educación primaria;

-           La entrega de uniformes y desayunos escolares en varias escuelas;

-           El no pago de la consulta externa en los hospitales públicos;

-           La importante inversión en obra pública como la construcción de carreteras y puentes.

-           La reducción del monto del pago de la deuda externa y la utilización de esos recursos en obra pública;

-           La utilización de la reserva internacional para financiar a pequeños productores.

-           La inversión en el sector eléctrico para la futura construcción de centrales hidroeléctricas como Coca Codo Sinclair, Sopladora, Toachi – Pilatón;

-           El proyecto de construcción de la Refinería del Pacífico; etc.

-           La incorporación al ALBA, (más, el entusiasmo simulado se mostró de cuerpo entero con motivo de la inasistencia del Presidente Correa a la última reunión realizada en Cuba).

Estas y otra medidas, están bien. Apuntan en lo fundamental a atender problemas inmediatos de la población, es decir ataca a los efectos de los problemas. Más, en ningún caso resuelven la causa de fondo de esos problemas, relacionados con la estructura misma del caduco sistema capitalista, que solamente pueden ser resueltos con una revolución verdadera.

La realidad, así mismo, nos muestra la otra cara de la medalla, nos deja algunos HECHOS NEGATIVOS en los diversos campos de la vida del país, que podemos resumirlos en los siguientes:

-           La nueva constitución de Montecristi, siendo una Constitución progresista, comparándola con la neoliberal anterior, sigue siendo una Constitución del mismo Estado capitalista imperante y es aplicada por el gobierno solo cuando le conviene.

-           La continuidad del bono de la pobreza como un instrumento, como una limosna cristiana de un dólar diez centavos diarios, que el Estado da a  un millón seiscientos mil pobres e indigentes, para eternizarlos en su condición precisamente de pobres a indigentes. Como dice Correa, “Prohibido olvidar” que este bono de la pobreza, ahora peluconamente llamado “bono de desarrollo humano”… (?) es una medida neoliberal, impuesta hace 10 años por el nefasto gobierno de Jamil Mahuad, en cumplimiento de las políticas económicas del Banco Mundial, dirigido por EE.UU. Los ecuatorianos no necesitan para vivir humillantes limosnas cristianas, necesitan trabajo y salarios dignos.

-           El desempleo y el subempleo se mantienen y aumentan, llegando juntos a cerca del 70%; con la novedad del consuelo gobiernista que se ufana que en otros países es más alto el porcentaje. Como dice la sabiduría popular “mal de todos, consuelo de bobos…”.

-           Aumenta la emigración. Todos los días el número de ecuatorianos que emigran al exterior crece, por falta de oportunidades en nuestro país.

-           El costo de la vida sube todos los días. Está por las nubes, creciendo con ello las necesidades y angustias de las familias ecuatorianas.

-           Los sueldos y salarios siguen por los suelos,  con un básico de $240, que no llega ni  a la mitad del costo de la canasta familiar que está en $512. La gran conquista laboral de la gente ha sido reducida a mantener el puesto de trabajo a como dé lugar, aunque sea con ese salario de miseria.

-           La oferta de alza salarial del gobierno es distribuir mensualmente el décimo cuarto y décimo quinto sueldos, para aparentar demagógicamente un alza salarial, que en ningún caso llega  al llamado “salario digno” de $360 anunciado por Correa, peor al costo de la canasta familiar de $512.

-           La toma de los fondos del IESS para cubrir gastos del Estado y pagar la deuda externa, en perjuicio de la atención de los afiliados que son los dueños de esos fondos.

-           La crisis agropecuaria generada por el neoliberalismo sigue igual o peor que antes. Los centenares de miles de trabajadores del agro, en la costa, sierra y amazonia, siguen hundidos en el abandono, sin tierra para trabajar; unas veces sin riego, víctimas de la sequía, y otras veces víctima de las inundaciones; sin el crédito necesario y ventajoso; sin las semillas mejoradas ni el asesoramiento técnico, sin precios justos para sus productos. Las medidas del gobierno, como los tragicómicos “kits agropecuarios”, son ofensivas limosnas cristianas para el agro que no han resuelto absolutamente nada.

-           La represión del gobierno contra el pueblo. El desconocimiento de los derechos de los trabajadores, indígenas, montubios, jubilados, maestros, universidades, etc., y la cruenta represión policial y militar, lanzada contra el pueblo en Dayuma y Morona, con la  muerte del indígena Bosco Vizuma, los despidos intempestivos a los trabajadores y dirigentes sindicales de PETROECUADOR, demuestran que la violencia del Estado y su gobierno, es contra el pueblo. No existe NI UN SOLO BANQUERO NI OLIGARCA LADRON PRESO.

-           La delincuencia y la inseguridad ciudadana aumenta sin freno, en medio del desempleo y la crisis. La mayor inversión en más armas y policías no da ni dará resultados efectivos, porque el gobierno no parte del criterio justo de que a la delincuencia se la combate ante todo dando trabajo y buenas condiciones de vida a la gente y no toma las medidas correctas y necesarias para que así sea.

-           El petróleo sigue en manos de las transnacionales. En materia petrolera, los millonarios y vende patria contratos petroleros, impuestos por los gobiernos de la partidocracia corrupta de Febres Cordero, Sixto Durán, Bucaram, Mahuad, Noboa, Gutiérrez, siguen vigentes, intocados. Lo que es más, han sido dolosamente renovados en términos que violan la nueva constitución. Así, el gobierno está asegurando los multimillonarios negociados de las multinacionales petroleras, que siguen llevándose el 80% de la producción petrolera y dejando al Ecuador, que somos los dueños, el mismo 20% establecido por los anteriores gobiernos corruptos.

-           La Amnistía a delitos comunes, dada por la Asamblea Constituyente a conocidos funcionarios corruptos como el ex - Presidente Gustavo Noboa, “padre espiritual” de los hermanos Correa -según el hermano mayor Fabricio- fue gestionado personalmente por el propio Presidente Rafael Correa, según sus propias declaraciones.

-           La corrupción sigue anidada en Carondelet. A ese vergonzoso indulto se suman los múltiples escándalos de actos de corrupción por millones, especialmente en el sector  petrolero. Allí están las manipulaciones y violaciones legales que rodean la entrega, por parte del gobierno, del campo petrolero Palo Azul a las chequeras de los banqueros prófugos Isaías, con una pérdida para el pueblo de $350 millones por año. Allí el negociado millonario a la empresa IVANHOE, ordenado personalmente por el Presidente Correa. Allí la entrega del campo Sacha que debe ser explotado exclusivamente por PETROECUADOR. Allí el reciente escándalo relacionado con la explotación o no del ITT, que motivó la renuncia del  ex – Canciller Fander Falconí, que se suma a la separación anterior de Alberto Acosta, dos altos dirigentes del Proyecto de gobierno, que ha sido abandonado por el Presidente Correa, según la denuncia de ellos. “Prohibido olvidar” que Rafael Correa fue testigo de honor en Brasilia, en Marzo del 2007, de la firma del memorándum de entendimiento entre PETROECUADOR Y PETROBRAS, mediante el cual se le entregaba a dedo la explotación del ITT a PETROBRAS, en clara violación de la Ley de Hidrocarburos. Ahora Correa se rasga las vestiduras diciendo que él es el principal propulsor de la propuesta de mantener el petróleo en tierra en el ITT. (?)

-           ¿Y qué decir del multimillonario negociado DE MÁS DE VEINTE Y CINCO MIL MILLONES DE DOLARES, relacionado con la entrega de la concesión de las telefonías celulares a PORTA Y MOVISTAR, por  700 millones por un período de quince años? Perjuicios al Estado y actos de corrupción, que dejan como juego de niños los contratos de carreteras por 300 millones del hermano mayor Fabricio Correa y la familia Correa Delgado, (según sus propias declaraciones), cuya  pelea “fratricida”, asoma como un tongo y una cortina de humo para tapar otros grandes y multimillonarios perjuicios al Ecuador.

-           Para poner la “cereza a la torta” del nuevo festín económico en el Ecuador, debemos agregar el gran APAGON de fin de año, que en medio de la obscuridad nos permite ver el apagón de la revolución ciudadana. “Prohibido olvidar”: ¿Cuál fue el  “estúpido gobierno” que ordenó no asegurar la generación termoeléctrica para impedir los apagones que durante 12 años no se habían producido? ¿Serán los gobiernos anteriores o el gobierno actual?

-           La invasión militar, la violación a la soberanía nacional y los crímenes de Angostura, siguen sin sanción. Finalmente, hay que recordar el sangriento caso de la invasión militar al Ecuador en Angosturas, por parte del gobierno terrorista de Colombia, encabezado por Álvaro Uribe, en asocio con la CIA norteamericana y con conocimiento de varios funcionarios del gobierno, las Fuerzas Armadas y la Policía ecuatorianos. Pisotearon y humillaron la soberanía nacional, asesinaron a diestra y siniestra en territorio nacional, incluso a un ecuatoriano, Franklin Aisalla. ¿Y qué ha pasado? Luego de la inicial euforia del Presidente Correa en los foros internacionales, rechazando la agresión y denunciando a Uribe, resulta que hoy el Estado ecuatoriano no ha acusado judicialmente en firme a ninguno de los responsables directos de esta invasión y masacre. El Presidente colombiano Álvaro Uribe, su Ministro de Defensa Santos y los jefes de las Fuerzas Armadas y Policiales de Colombia, tuvieron el descaro y el cinismo de declararse públicamente responsables de esos hechos ante la opinión pública mundial. Hasta ahora no reciben ninguna sanción. Y lo que es más grave todavía, el Estado ecuatoriano obligó al fiscal de Sucumbios, a que retire su acusación fiscal contra algunos de estos personajes del terrorismo de Estado colombiano, legalizando así la invasión militar colombiano – norteamericana y la masacre ejecutada en suelo patrio. ¿Será por esto quizás,  que el Presidente Correa, en su Enlace Ciudadano del sábado 23 de Enero del 2010, se ufanó diciendo “que ahora, hasta el propio Uribe nos felicita porque cuidamos la frontera”…??? “El pez por su propia boca muere…” dice la sabiduría popular. Si tomamos sus propias palabras de: “Dime quien te defiende y te diré quién eres…” Cualquier comentario sobre estas felicitaciones  de Uribe a Correa están por demás.

Estas  realidades enumeradas, deben permitirnos establecer ¿Qué pesa más en estos tres años de gobierno: los HECHOS positivos o los HECHOS negativos?

Dependiendo de qué entendamos por “positivos” y qué por “negativos”, la respuesta la debemos tenerla cada uno de nosotros, en nuestras propias conciencias.

III

¡EN ESTOS TRES AÑOS EN EL ECUADOR NO HA HABIDO NINGUNA REVOLUCION Y MUCHO MENOS SOCIALISMO!

El verdadero rumbo que el Gobierno de Rafael Correa imprime al Ecuador, es el rumbo capitalista, no es el rumbo socialista.

Los pocos e incompletos HECHOS positivos y negativos enumerados anteriormente, son suficientes para ver claramente que bajo el Gobierno de Rafael Correa, el sistema capitalista en el Ecuador sigue vivo; que es un “muerto” que goza de buena salud; así mismo, que la llamada “revolución ciudadana” no ha revolucionado nada. Y que, en definitiva: ¡EN EL ECUADOR NO HAY NINGUNA REVOLUCION Y MUCHO MENOS SOCIALISMO!

Tenemos que destacar, por cierto, que Rafael Correa es un mejor administrador del Estado capitalista que los anteriores gobiernos de la vieja partidocracia corrupta, como Gutiérrez y los demás. Lo nuevo que aporta el Presidente Correa, es reemplazar en parte el modelo neoliberal de las privatizaciones, con algunas escasas y pequeñas medidas de reforzamiento del sector público.

Pero, como buen defensor del sistema imperante, el grueso de su pensamiento filosófico y su acción política, está dirigido a los remiendos, maquillajes, “correcciones” del Estado capitalista; a la democratización del capital, alas mínimas reformas y modernización del sistema capitalista para hacer más eficiente precisamente al caduco Estado capitalista. El mismo Rafael Correa confirma este acierto, cuando declara que: “Estamos reconstruyendo el Estado central.” Se refiere al Estado vigente, al Estado capitalista.

El modelo neoliberal, impuesto por el imperio norteamericano y la partidocracia corrupta, sigue básicamente vigente. Lo único que hace el actual gobierno es, pretender implementar algunas medidas de un tímido capitalismo popular.

En el Ecuador no hay socialismo, ni este gobierno lo está construyendo, ni lo construirá nunca. El Socialismo es una elevada categoría económica, política e ideológica en beneficio de los verdaderos intereses de los trabajadores y de la humanidad entera. Se basa en principios científicos como el Materialismo dialéctico y el Materialismo Histórico, a los cuales Correa pública y reiteradamente los ha rechazado. Propugna la socialización de la propiedad de los principales medios e instrumentos de producción en una bien organizada y moderna economía del sector público. Tiene como finalidad terminar para siempre con la explotación del hombre por el hombre, terminar con las riquezas y privilegios de los ricos y con la pobreza y miseria de los pobres. Pugna por establecer una nueva sociedad en donde todos los seres humanos seamos iguales, que tengamos igualdad de oportunidades, que desaparezcan las desigualdades sociales entre los hombres y las mujeres, entre los habitantes de las ciudades y los campos, entre el trabajo intelectual y físico. El socialismo es en definitiva, una nueva sociedad, basada en las leyes científicas de la naturaleza, de la vida, de la sociedad humana y del pensamiento del ser humano. En esa nueva sociedad, radicalmente distinta del egoísmo, la avaricia, la explotación y el enriquecimiento de unos pocos a costa del sufrimiento de la abrumadora mayoría, seguramente surgirá el hombre nuevo con el que soñó el CHE, por el cual trabajó y luchó toda su vida por el cual derramó su generosa y fecunda sangre.

Hoy, el Presidente Rafael Correa, manipula consciente y grotescamente el término “socialismo”, para desprestigiar el Socialismo Científico, para denigrarlo, para hacer creer que su obra de gobierno es el “socialismo”, para confundir al pueblo ecuatoriano y así, tratar de impedir que el Ecuador vaya por ese rumbo histórico.

El Socialismo Científico, por encima de las manipulaciones de sus enemigos jurados, sigue y seguirá siendo la esperanza válida, no solo de los trabajadores y el pueblo ecuatorianos, sino de la humanidad entera.

IV

EL GOBIERNO DE RAFAEL CORREA ES EL RESPONSABLES PRINCIPALES DE LA ACTUAL SITUACION DEL ECUADOR.

Es cierto, como lo hemos denunciado durante muchos años, que los anteriores gobiernos de la vieja partidocracia corrupta, son responsables directos de la crisis que ha soportado el Ecuador en los últimos treinta años.

Pero a esta altura del proceso histórico del Ecuador, y especialmente en estos últimos tres años, ellos ya no son los únicos responsables, como argumenta el  Presidente Correa, para lavarse las manos de lo que hoy está ocurriendo en nuestro país, como lamentablemente ocurrió con en el problema de los apagones, cuando dijo que todo era culpa de los gobiernos anteriores.

Hoy en día, también son responsables directos del agravamiento de la crisis que soporta el Ecuador, la nueva Junta de Administradores de los Intereses del Estado capitalista: El actual gobierno encabezado por Rafael Correa, cuyo gabinete es esencialmente de derecha; la Asamblea Nacional, controlada por el gobierno y que se diferencia del viejo Congreso solo por su nombre; la mayoría de representantes de los gobiernos locales ligados al gobierno y a la vieja partidocracia como Nebot, los gutierristas y otros; y, el Partido gobernante Alianza País.

Rafael Correa, Jefe de esta Nueva Generación de Administradores del Estado capitalista imperante, ha proclamado varias veces que su filosofía y política es “la Doctrina Social de la Iglesia” Católica  y su “opción preferencial por los pobres”.

Es decir, la misma filosofía y política, que proclamaron a su tiempo los Demócratas Cristianos Oswaldo Hurtado Larrea y Jamil Mahuad Witt, miembros de la vieja partidocracia corrupta, defensores del sistema. Ellos, para encubrir su verdadera naturaleza y ejecutar sus nefastos designios en contra del Socialismo y en defensa del capitalismo, decían  demagógicamente,  que querían un “Socialismo comunitario”.

Es público y notorio, que Rafael Correa y varios de sus ministros (as) de Estado, cuando eran estudiantes en la Universidad Católica de Guayaquil en los años ochenta, fueron miembros de las juventudes demócratas cristianas durante el gobierno de Oswaldo Hurtado. Ahora, partiendo de sus antecedentes, de sus proclamas publicas y más que nada de los hechos, no cabe la menor duda, que Rafael Correa y su más íntimo círculo gobernante, son los Demócratas Cristianos del Siglo XXI, inspirados en la misma filosofía y política  de la DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA CATOLICA y su OPCION PREFERENCIAL POR LOS POBRES, de sus predecesores Oswaldo Hurtado  y Jamil Mahuad. La única diferencia que podemos encontrar hoy, es que Rafael Correa, en vez del llamado “socialismo comunitario” de Hurtado, encubre sus verdadera naturaleza y propósitos de modernizar el capitalismo con un supuesto “socialismo del siglo XXI”.

V

LAS SOLUCIONES A LA CRISIS DEL ECUADOR TIENEN QUE SALIR DEL ECUADOR PROFUNDO.

El “cambio de época” ofrecido por Rafael Correa no asoma por ninguna parte. Fue una oferta electoral para ganar votos, y no para hacer una revolución y peor para construir el socialismo.

Las soluciones del gobierno de turno están a la vista, las vivimos todos los días, no funcionan o funcionan menos que a medias; se basan en un reiterado y grotesco asistencialismo, propio del  más repudiable populismo. Como consecuencia de ello, hoy los ricos son más ricos y los pobres son más pobres.

Por otro lado, las soluciones a la crisis planteadas por las oligarquías neoliberales y la vieja y destartalada derecha encabezada por los Nebot, Gutiérrez, Álvaro Noboa y otros, ya demostraron hace rato que no sirven. Siempre significaron más agravamiento de la crisis.

Ninguna de las dos opciones, ni la del gobierno de turno, ni la de la partidocracia neoliberal,  sirven a los verdaderos intereses del pueblo y la nación. Ambas opciones sirven para reforzar el estatu-quo y para agravar la crisis, la miseria popular y el atraso nacional.

Por ello, NO debemos retornar, por ningún concepto, al pasado neoliberal de oprobio. Pero tampoco podemos quedarnos inmovilizados o continuar por la ruta equivocada que nos imponen los gobernantes de turno. Tenemos que avanzar hacia un proceso político de verdaderos cambios revolucionarios, patrióticos y populares.

El momento histórico que vive el Ecuador, demanda del surgimiento de una nueva fuerza política de profundo contenido patriótico y popular. Un nuevo movimiento o partido político, radicalmente distinto a todos los de la vieja y nueva partidocracia, que conciba, inspire, organice y lidere, una verdadera Revolución Patriótica y Popular.

Que establezca un gobierno que tome medidas directas para recuperar las enormes riquezas naturales como el petróleo, gas, minerales, agua y otros, en beneficio del pueblo y la patria. Que realice inmediatamente una profunda transformación en el agro ecuatoriano y promueva una gran desarrollo agroindustrial en el país, garantizando el trabajo a los desocupados con un salario justo; que asegure la alimentación, salud, educación, vivienda, no con mentirosos y ofensivos bonos de la miseria, sino con trabajo digno para todos. Un nuevo gobierno que organice una verdadera Revolución Patriótica y Popular, basada en el establecimiento de una economía mixta, que combine correctamente la gran economía del sector público con la adecuada participación e inversión del sector privado, nacional o extranjero, al que el Estado debe darle seguridad en su inversión y garantizarle una rentabilidad adecuada, partiendo siempre del principio que el Estado debe tener como mínimo el 51% de participación. El sector público de la economía debe convertirse  en la locomotora que mueve toda la gran economía del Ecuador. Debe establecer las nuevas bases estructurales, para que más adelante el pueblo ecuatoriano pueda escoger libre y democráticamente, si así lo considera conveniente, la opción preferencial del Socialismo Científico en el Ecuador.

Hoy más que nunca está en el orden del día, la gran tarea de la unidad política, programática y organizativa, de los centenares de miles de desempleados, víctimas de la miseria y la marginación; de los trabajadores, atropellados en sus derechos, ultrajados y despedidos por el gobierno; de los  indígenas y campesinos abandonados a su suerte en el sector agropecuario; de los maestros y estudiantes marginados de una verdadera educación científica y democrática; de los profesionales discriminados por la soberbia de los gobernantes. Hoy más que nunca, es la hora de la gran unidad política de todo el pueblo ecuatoriano, para impulsar el verdadero cambio revolucionario de la sociedad.

La Experiencia de estos tres años de Gobierno de Rafael Correa y su partido Alianza País, nos enseña que “la larga y triste noche neoliberal”, sigue más noche que nunca y que el nuevo amanecer ofrecido no llega. Cada día un mayor porcentaje de ecuatorianos siente una mayor frustración, desilusión y decepción del gobierno. Solo un 40% cree ahora en él y la tendencia es a la baja. El pueblo pide rectificaciones. Más, las esperanzas de “rectificaciones” profundas e inmediatas por parte del gobierno, en la dirección de los verdaderos cambios que necesitamos, son inútiles.

En las celebraciones de Ambato, Correa dijo que “En tres años no se puede resolver el atraso de 200 años”. Con su filosofía Demócrata Cristiana, no los resolverá ni en los 300 años que ilusamente dice que durará su gestión. Lo que es más, en la mentalidad colectiva del pueblo y del Ecuador profundo, va surgiendo un pensamiento que avanza como el trueno que anuncia tempestades: “Tres años más… no lo aguanta nadie…”.

¡UNAMONOS, ORGANICEMOS UNA NUEVA ALTERNATIVA POLITICA A NIVEL NACIONAL Y AVANCEMOS DEL APAGON DE LA “REVOLUCION CIUDADANA”, HACIA LA LUZ DE UNA VERDADERA REVOLUCION PATRIOTICA Y POPULAR Y POR EL SOCIALISMO CIENTIFICO EN EL ECUADOR!

20
Ene

Mario Unda: ¿Giro a la derecha?

Entre la crisis y las elecciones

La derechización del gobierno y el peligro de derechización de la izquierda radical

En el éxtasis del triunfo, el presidente Correa hacía su balance de los resultados del referéndum aprobatorio de la nueva constitución. Fue a fines de septiembre del 2008. La derecha, dijo, está derrotada, y de inmediato fijó los nuevos adversarios: la “izquierda infantil”, los “ecologistas infantiles”, “el indigenismo infantil”; es decir, todo aquello que tiene la pretensión de moverse a su izquierda de modo más o menos organizado y más o menos autónomo. Como análisis resulta cuando menos apresurado –como no tardaría en verse–, pero como consigna y palabra de orden tiene la virtud de marcar de modo inequívoco el arranque de un nuevo rumbo político.

La derecha-derecha

Es cierto que las derechas han sufrido una serie de derrotas electorales. 4 consecutivas a partir de la segunda vuelta electoral del 2006. Las derechas han sido derrotadas, y esto fue así tanto para los dos bloques de sus partidos “tradicionales” (PSC+UDC+ID; PRIAN+PSP+PRE), como para sus nuevas formaciones políticas (Futuro Ya, Uno, Concertación Nacional, etc.). Incluso para aquellos que otrora se presentaban como el “poder moral”: las grandes empresas de comunicación y las jerarquías eclesiásticas. Quizás la derrota más dura fue la del referéndum aprobatorio de la nueva Constitución, porque allí, como nunca antes, se presentó abiertamente como bloque... y fue derrotada en bloque.

Sin embargo, vale hacer algunas puntualizaciones, precisamente para esas últimas elecciones. En primer lugar, la derecha mantuvo dos reductos electorales que no dejan de tener significación: Guayaquil, la ciudad más poblada del país; y la provincia del Napo, cuya importancia está ligada a la explotación petrolera (igual que Sucumbíos y Orellana).

En segundo lugar, que la votación que la derecha pudo movilizar en contra de la esperanza del cambio prácticamente se duplicó, si la comparamos con la votación obtenida unos pocos meses antes para conformar la Asamblea Constituyente. Si bien no le alcanzó para impedir la aprobación de la nueva Constitución, el significado de un incremento de ese nivel no puede ignorarse a la ligera: pues significa que hay una reserva de conciencia conservadora en la ciudadanía, aunque por ahora sea menor que la voluntad de cambiar.

Finalmente, hay un hecho que no puede olvidarse. La derrota de la derecha fue una derrota política. Quizás, con más precisión, una derrota a sus formas políticas visibles. Pero su poder no reside fundamentalmente allí, sino en control de la economía, que no ha sido tocado en lo sustancial. Y eso se vio de modo claro en la ofensiva de diciembre. La Asociación de Bancos Privados, el Comité Empresarial y la Federación de Cámaras enfilaron sus disparos contra el gobierno acusándole de ser el causante de la crisis y de la inflación, sobre todo del incremento de los precios de los alimentos, que han sido los más significativos, una campaña a la que se unió –cómo no– la prensa. La crisis fue el pretexto; hacer retroceder al régimen fue el objetivo: volver a plantear como única salida posible el recetario neoliberal y, en lo inmediato, modificar la ley de seguridad financiera. Tuvieron éxito porque Correa decidió recular en cuanto a la ley.

En fin: la derecha, como se preveía, prefiere ahora enfrentar las elecciones generales de abril bajo un ropaje “ciudadano”, de siglas y nombres nuevos, poniendo en segundo plano las formas políticas que se ganaron con justicia el desprecio de la gente.

El gobierno y sus desplazamientos a la derecha

La crisis es un punto de quiebre; pero los primeros pasos vienen de atrás. El desplazamiento tiene varios componentes, más antiguos, unos; recientes, otros. Entre los primeros, se encuentra el ataque y la deslegitimación de la protesta social y de los propios movimientos, el empeño en aprobar una ley minera que pone énfasis en la presencia de compañías transnacionales, o el marcado personalismo caudillista del régimen. Entre los segundos, la moderación de las reformas y de los intentos de redistribución social, o la utilización de la crisis para rearmar el mapa de relaciones y alianzas, especialmente con los grandes grupos económicos.

En efecto, el gobierno había iniciado relativamente temprano su distanciamiento y, en seguida, su enfrentamiento con los movimientos sociales. La elaboración de las listas para elegir asambleístas fue la ocasión de hacer patente el distanciamiento: el gobierno desechó las alianzas con los movimientos sociales más organizados y con mayor capacidad de convocatoria y de propuestas autónomas. Optó, en cambio, por atraer a organizaciones menores. Se decía que era una secuela de la falta de apoyo de los movimientos a la candidatura inicial de Correa. Pudo haber sido. Pero todo eso no fue más que el inicio de desencuentros más profundos. Detrás de las apariencias y por debajo de la superficie, no todo era cuestión del sectarismo y los malos cálculos de unos, o de las prevenciones y la personalidad de los otros.

Las discusiones (o falta de discusiones, según el caso) durante la Asamblea Constituyente, tanto para la aprobación de los mandatos como para la redacción de la nueva Constitución mostraron ciertos puntos (importantes) de coincidencia: en lo tocante a la eliminación de las aristas más brutales del neoliberalismo; en torno a la soberanía y la prohibición de bases extranjeras; en cuanto a la recuperación de las capacidades del Estado, sobre todo en lo atinente a planificación y políticas sociales.

Pero, al mismo tiempo, la Asamblea mostró que las distancias ya no eran sólo electorales: se trataba de distanciamientos programáticos: las limitaciones al derecho de sindicalización y de huelga, el tratamiento del agua y la minería, en fin: la democracia. Convergencias y divergencias de dos proyectos cercanos, pero distintos. Entre ellos, la brecha ha ido creciendo.

De este modo, las posibilidades iniciales de confluencia fueron dando paso a los desencuentros y a los enfrentamientos. Muy pronto Correa pasó a la ofensiva y comenzó a atacar a los movimientos y organizaciones: los indígenas, los ecologistas, los sindicatos. En todos los casos, su discurso se dirigió a deslegitimar a los movimientos frente al resto de la sociedad. Los sindicalistas defienden prebendas, los ecologistas son infantiles, al igual que los indígenas. Por último, las comunidades que salen a protestar contra la aprobación de la ley de minería son “canallas y criminales”, como habían sido “terroristas” los pobladores de Dayuma, en la Amazonía.

Unos y otros son presentados como objeto de manipulación política y como enemigos de la “revolución ciudadana”. A unos y a otros se los reprime violentamente, se los somete al escarnio público en cadenas de radio y televisión, se les inicia juicios por intento de asesinato. Deslegitimación, criminalización y judicialización de la protesta social.

La conclusión es que el gobierno pretende aislar a los movimientos más radicalizados; y no sólo eso: enfrentarlos a la gran masa desorganizada, que todavía se encuentra bajo el influjo de su discurso caudillista. Desde esta perspectiva hay que analizar el autoritarismo de Correa y su limitada comprensión de la democracia, reducida al padre severo que imparte justicia tras haber recibido de su pueblo el mandato de hacerlo. Con su enfrentamiento a los movimientos sociales, con el modo de hacerlo, y con los contenidos que conlleva, el presidente se basa y refuerza las tendencias antidemocráticas que existen en la conciencia social (aquellas que añoran mano fuerte, indistintamente de si es de derecha o de izquierda).

Pero, ¿hay una vuelta al pasado neoliberal? O, peor aún, ¿es que nunca salimos de él y fue todo un espejismo? Como poco, hay que decir que es demasiado pronto para extraer una conclusión así. El proyecto del gobierno fue siempre una reforma capitalista. No hay por lo tanto un abandono del proyecto inicial, sino simplemente un desplazamiento hacia la derecha dentro del mismo marco que se estableció desde enero del 2007. El gobierno continúa en un rumbo desarrollista, neokeynesiano. Continúa reforzando al Estado y sus funciones. Sigue utilizando la inversión pública como motor de la marcha económica. No avanza en la redistribución social, pero tampoco retrocede (y la utiliza como mecanismo de legitimación política), e incluso anuncia una nueva reforma agraria. No se han abandonado los programas sociales, aunque tampoco se los transforma radicalmente. Y se mantiene una política internacional que privilegia los bloques regionales y continúa alejada de los intereses de las grandes potencias, especialmente de Estados Unidos (incluyendo la tardía reacción frente a la criminal invasión israelita a la franja de Gaza). Todo esto, por cierto, dentro de determinados límites.

Ahora bien: se trata de un rumbo que se ha profundizado a partir de noviembre de 2008, a medida que el gobierno fue poniendo en marcha discursos y propuestas políticas para enfrentar la crisis mundial. Este nuevo desplazamiento aparece claro en su relación con la burguesía. De partida: tratándose de un gobierno que impulsa un proyecto de reforma burguesa, requiere armar un marco de alianzas relativamente significativo con grandes grupos empresariales. Desde el inicio de su gestión, había enfrentado esta tarea suya construyendo cercanías por fuera del ámbito de aquellos sectores que, representados en las cámaras empresariales y en los partidos del establishment, habían privatizado en su beneficio la política y el Estado en estos últimos 30 años.

Sin embargo, la crisis ha mostrado una modificación en la política del gobierno hacia los grupos empresariales. Primero fue la reunión en Guayaquil, intermediada por los buenos oficios del Banco de Guayaquil. Allí mismo y después, las medidas que protegen al capital frente a la crisis (insistiendo, hay que reconocerlo, en fortalecer al capital productivo y en controlar el movimiento de capitales por parte de la banca, sobre todo los envíos al exterior). Luego vinieron aquellas otras medidas que ponen un freno a las tendencias redistributivas del gobierno: están simbolizadas en un incremento salarial que cubre apenas los efectos de la inflación. Después fue “recular” ante la presión de los gremios de los grandes bancos (apenas unos días después de haberlos amenazado… con la cárcel), dejando de lado su propuesta de poder invertir los fondos de seguridad financiera en la región. Salarios y banca: en ambos casos hablando de “tranquilizar” los mercados y de “no perjudicar” a los empresarios. ¿La crisis sirve para lanzar guiños a los empresarios e intentar ampliar la base de sus alianzas con los grandes grupos empresariales, incluidos aquellos que se sitúan en la oposición radical?

En estas circunstancias, tiene mucho más sentido el esfuerzo de Correa por desembarazarse de sus aliados de la izquierda. La primera escaramuza fue dentro de Alianza País. El ataque a los “infiltrados” que tenían “agenda propia” fue poner en cuarentena a las izquierdas internas que no habían perdido la perspectiva de algún cambio más profundo. Al mismo tiempo, todo ello le permite aumentar su poder personal dentro del heterogéneo movimiento oficialista. Sus integrantes saben su propia debilidad, entienden que sus posibilidades políticas están en la sombra de Correa. No lo estorbarán con inútiles opiniones en contra. Si todo esto sigue así, pronto no quedará más izquierda en el oficialismo que la izquierda sumisa. Una sumisión que no proviene de características psicológicas, sino del cálculo político oportunista, habilidad de la que ya dieron muestra durante el gobierno de Gutiérrez.

Lo propio puede decirse de sus empeños por desembarcar al MPD. Aunque el MPD no participa directamente en el gobierno, ha permanecido a sus costados a partir de la segunda vuelta electoral. Correa realiza sus mejores empeños: lanza dardos contra la UNE, amenaza con despedir a los maestros y a todo empleado público que proteste, pone en marcha provocaciones simbólicas, lanzándose duramente contra la izquierda y contra los movimientos sociales en su acostumbrado programa radial sabatino, emitido en esa ocasión desde La Habana. Pero no ha logrado coronar aún sus empeños con el éxito, pues el MPD persiste en brindarle su apoyo (“apoyo crítico”, según su más reciente resolución). Pero todo será cuestión de tiempo.

El peligro de derechización de la izquierda radical

¿Y las izquierdas radicales? Los riesgos de derechización no son nuevos en este campo, sobre todo en aquellos que van al ritmo de sus propias ilusiones. Un discurso radical sustentado en análisis simplificadores, en el desconocimiento de los avances producidos, en la identificación fácil de la política gubernamental con el neoliberalismo.

El ultracriticismo frente a Correa desde el inicio del gobierno las ha alejado sensiblemente de la conciencia de las mayorías que todavía identifican el cambio (y su propio despertar político) con el gobierno, con el presidente en persona, quizás con la “revolución ciudadana”, acaso con el “socialismo del siglo 21”. Sus errores de apreciación política y las ambiciones personales y de grupo los pagó con la bochornosa participación en las elecciones para asambleístas. Y por la misma vía transitaron varios grupos de esta corriente en el referéndum aprobatorio.

Ese riesgo no era más que impedirse a sí misma contribuir en la construcción de un campo político de izquierda radical fuera de los marcos de la cooptación gubernamental. Pero ahora los riesgos de derechización efectiva pueden ser reales y concretos: están en el escenario electoral. La candidatura de Martha Roldós puede ser un elemento de reagrupación de la izquierda y de recuperación de espacios políticos. Pero para eso tiene que desmarcarse claramente de la derecha; que es más fácil decirlo que hacerlo. Si esa candidatura aparece como una “iniciativa de la RED y de Polo Democrático”, a la que se suman organizaciones sociales y otros grupos menores, es evidente que el riesgo está en el propio origen.

Aunque Martha Roldós sea una persona de izquierda, el partido en el que está no lo es, y en estos últimos dos años ha derivado francamente hacia la derecha. Y su jefe reconocido, León Roldós, es el nexo con grandes grupos empresariales, sobre todo de la costa. Martha Roldós comenzó su anuncio presentándose como parte de las luchas sociales contra el gobierno: Dayuma, las luchas contra la minería... y los estudiantes de la Universidad Católica de Guayaquil, avanzada de la renovación de las élites políticas oligárquicas en esa ciudad. ¿Es esa la alianza que va a asegurar mejores días para la izquierda?

Más aún: si la derecha no logra cuajar una candidatura presidencial con ciertas opciones, ¿sería descabellado pensar que apoye, así sea de modo silencioso y encubierto, una candidatura que se presenta como una opción izquierdista a un gobierno que presume de izquierdas?

Las posibles ganancias electorales resultan tentadoras. Y son buenas. Siempre y cuando no se hipoteque en el camino la posibilidad de construir una clara política de independencia política y programática de clase.

Mario Unda

Viernes 16 de enero de 2009

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