consejos matrimoniales y ahora hasta dan clase de conducta sexual, ¿por qué no podría un ateo enseñar teología?"
Sófocles y Esquilo compitieron por el aplauso del pueblo griego. Shakespeare escribía para el teatro, no para la eternidad de la letra impresa. A diferencia de los grandes escritores del siglo XX, al inglés lo preocupaba, especialmente, el juicio y la aceptación del público de esa noche. Como cualquier libretista de Hollywood o de televisión. Porque hubo tiempos en que la profundidad y la inteligencia tuvieron rating.
* * *
Los libros de autoayuda son los amuletos de nuestro tiempo. En ellos descansa toda la superstición de las creaturas temerosas. Sin la ayuda del miedo y la superstición moderna, estos libros no serían best-sellers y mucho menos serían considerados profundos o necesarios. Podemos contar algunas muestras de esta profundidad: "Abrace a su mujer cuatro veces por día" (John Gray); "Elógiate tanto como puedas", "La crítica es un acto inútil", "Mírate con frecuencia al espejo y dí: te quiero", "Haz lo que te gusta hacer", "Tus pensamientos pueden ayudarte a conseguir el trabajo perfecto" (Louise L. Hay); "Control significa ser el amo de su propio destino", "Todos podemos hacer algo", "Haga reír a otra persona hoy y mañana, todos los días", "Nadie puede engañarle sin su consentimiento", "Recuerde que no puede fracasar en la tarea de ser usted mismo" (Wayne W. Dyer). —La creatura insegura busca en los libros de autoayuda que le digan lo que ya sabe; pero necesita que una autoridad (sacerdotes del éxito solitario) se lo repita, porque ya no se cree a sí misma. No puede creerse a sí misma porque está habituada a creer y aceptar la orden y el consejo de los medios de difusión. Su libertad es virtual o ilusoria, porque para ser libre es necesario, por lo menos, comenzar por creerse a sí mismo.
No es por casualidad que la mayoría de los jugadores de básquetbol sean hombres altos, ni que la mayoría de los travestis sean homosexuales. Tampoco es casualidad de que la mayor parte de aquellos que ostentan el poder sea gente ambiciosa. Es decir, no es casualidad que el mundo esté gobernado por gente que no debería gobernarlo.
* * *
Así también el año de una ciudad se puede deducir según su violencia: cuanto más moderna y evolucionada es una ciudad, más cantidad de violencia sufre. Junto con el decrecimiento del Carbono-14 y el desarrollo de la inteligencia material, ha aumentado la inseguridad de cada creatura. Y si es cierto de que en un pequeño pueblo existe la misma proporción de criminales que en una gran ciudad, también es cierto que los habitantes de un pequeño pueblo no temen por su vida como temían los neandertales en el paleolítico y como ahora temen, en nuestro mundo civilizado, los evolucionados habitantes de las grandes ciudades, como San Pablo, Johannesburgo o Los Ángeles. —La soledad y el desconocimiento mutuo de las grandes ciudades lleva a la pérdida de la conciencia de grupo. Cualquiera puede ver que la violencia de las ciudades suele estar en directa proporción a su tamaño; pero el miedo y la inseguridad lo están en proporción cuadrática. Es decir, a medida que las creaturas se amontonan se vuelven seres aislados; a medida que aumenta el tamaño de la civilización aumenta el tamaño de la conducta salvaje.
* * *
* * *
Todos los pueblos deberían, de vez en cuando, volver a escribir los diez mandamientos para observar mejor nuestros cambios. Como nuestro tiempo ya no es el de Moisés, no podemos esperar la dictadura un nuevo líder. Ahora solo hay una forma democrática o vulgar: una encuesta colectiva de las opiniones individuales. Vaya entonces de paso mi propia clasificación:
I
1— No matarás, bajo ninguna razón, porque siempre hay una razón para matar.
2— No codiciarás la pareja de tu prójimo. Esa es una buena razón para obviar el primer mandamiento.
3— No dirás falso testimonio contra tu prójimo, porque la justicia es ciega.
4— No robarás. Si lo haces por necesidad, procura no tener necesidades creadas por ti mismo.
5— Ayudarás a tu prójimo a sobrevivir y a cumplir con el resto de los mandamientos.
II
6— Serás tolerante; porque cuando te vuelves imbécil nunca lo sabes.
7— No te creerás dueño de la Verdad. Si la Verdad existiera no tendría un dueño tan pobre.
8— No te considerarás mejor que el resto. Solo así podrás considerar que no eres de los peores.
9— Buscarás la verdad tanto en la tierra como en el cielo, porque ese es tu destino y tu condena eterna.
10— Buscarás a Dios, porque tal vez no hay Mandamiento que valga mucho sin Él.
El orden de las tablas se encuentra, o suele encontrarse, invertido. En el Decálogo bíblico, la primera tabla se refiere a lo metafísico (II), mientras la segunda repite antiguos principios morales (I). Como si fuese una paradoja tipográfica, veamos que la escritura hebrea se desarrollaba de derecha a izquierda, por lo que la piedra de la segunda tabla había sido ubicada al principio de nuestra lectura Occidental, mientras que la primera estaba al final. Es como si Occidente hubiese entendido el orden de escritura hebrea así como los rusos copiaron el alfabeto romano de un papel mojado.
http://alainet.org/active/28478