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Dic

Pedro Pierre: Genocidio Financiero

Genocidio Financiero

Padre Pedro Pierre

Por fin se confirma la realidad espantosa de la deuda externa. Agradecemos al presidente Rafael Correa haber ordenado hace un año la auditoría de este holocausto silenciado. Delante de los informes nos quedamos estupefactos por el saqueo desenfrenado en un festín de sangre y de muerte de más de 30 años. Parece que faltan palabras para calificar a las más altas dignidades de la nación que organizaron semejante barbaridad con la ayuda de las grandes organizaciones mundiales y con el apoyo de los gobiernos y de la élite financiera y jurídica de estos mismos países. Quedan cortos los conquistadores españoles y europeos y los mejores dictadores latinoamericanos.

Los TLC (Tratados de Libre Comercio) querían terminar con broche de oro la legalización de este robo descarado. De ahí la falta de escuela, de salud, de empleo, como también la migración, la delincuencia, la prostitución. 30 años está durando este calvario y sus consecuencias fatales. ¡Cuántos millones de muertos en este genocidio silencioso porque acallaron las voces de los que lo denunciaban! Monseñor Oscar Romero fue el mayor ejemplo de estos asesinatos selectivos programados desde los salones burocráticos del imperio neoliberal. En nuestro país, Manolo Bareno, teólogo seglar amigo de Monseñor Leonidas Proaño, originario de Quero en la provincia del Tungurahua, fallecido en el año 2000, fue uno de los mayores luchadores por la anulación de todas las deuda antes de que comience el nuevo milenio.

Las débiles denuncias de nuestra jerarquía católica contra la deuda externa y la acusación, en el caso ecuatoriano, de haber participado en la compra de bonos no dejan de sorprender. Se desearía más espíritu profético y solidaridad con el pueblo de los pobres.

Más que nunca hay que decir, como lo hacíamos la Iglesia de los pobres, en la década de los ’90: “No podemos pagar: Esta deuda es enorme y sin proporción con los presupuestos de las naciones: se paga con el subdesarrollo y con el sudor y la vida de millones de pobres, particularmente la de los niños. Es económicamente injusta.

No debemos pagar: Esta deuda es injusta: por sus intereses usureros, por haber sido adquirida por dictaduras militares sin el acuerdo previo de sus pueblos, por haber sido utilizada en gastos innecesarios, en inversiones improductivas, en financiaciones ilícitas de bancos, de compras de armas para la represión y los masacres... Es moralmente inhumana.

No queremos pagar: Esta deuda es un atropello económico, un despojo vergonzoso, un robo descarado, un atentado a la vida actual y a la sobrevivencia de las futuras generaciones. Es realmente mortal.”

Sigamos luchando contra la deuda externa para que se nos devuelva este patrimonio nacional despilfarrado, cumpliéndose la profecía de Ezequiel contra los malos pastores militares, civiles y religiosos: “¡Ay de ustedes, pastores de Israel: pastores que sólo se preocupan de ustedes mismos!... Mis ovejas quedaron expuestas a los ladrones, si se convirtieron en presa de las fieras salvajes… Sí, haré que apacienten en un buen potrero…Palabra de Yahvé”.

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