19
Ene

Juan Paz y Miño: Deuda ilegítima: ayer y hoy (6)

pazyminoHasta los años cincuenta del siglo XX la deuda externa llegó a unos 68 millones de dólares. Pero todavía al iniciarse los sesentas, de acuerdo con la Junta de Planificación, la presencia del capital extranjero en el país era “irrelevante”, a pesar de que ya existían inversiones en el sector minero y bancario, en el banano (United Fruit), los primeros créditos del EXIMBANC, un convenio agrícola con los EEUU y el Ecuador se había incorporado al FMI (1945).

La de los sesenta fue la década “desarrollista”. Se dio prioridad a la industria, se hizo la reforma agraria y se ampliaron las instituciones y servicios estatales. Ese “estatismo”, que fomentó la empresa privada y modernizó al Ecuador, fue combatido por las cámaras empresariales como “comunismo”. Fue la década de la “guerra fría” sobre América Latina para contrarrestar a la Revolución Cubana (1959), con indudable influencia y penetración de las políticas norteamericanas no solo en los gobiernos de la región, sino en sus economías. Por entonces, eran las instituciones oficiales las que otorgaban créditos. El BID financiaba grandes obras públicas. Y entre 1961-1972 el Ecuador acudió nueve veces al FMI para obtener créditos “stand by”.

En los setentas, con el “boom” petrolero y la activa participación del Estado en la economía, el Ecuador creció a un promedio anual del 10%, inédito en toda su historia republicana y consolidó definitivamente su desarrollo capitalista. Y aunque en 1974 se canceló la “deuda de la Independencia”, en 1976 la dictadura militar inició la deuda “neoliberal” o de la nueva dependencia. Porque son los gobiernos constitucionales iniciados en 1979 los que heredaron la que pasaría a ser una fabulosa deuda externa pública y ahora también privada, impagable e ilegítima, en medio de la crisis del petróleo, coincidente con el momento.

La deuda neoliberal se caracterizó por un giro económico sustancial: no solo fue fruto de la presión del capital financiero especulativo, sino que los acreedores eran ahora los poderosos bancos privados transnacionales. Y para asegurar su pago, el FMI se convirtió en el instrumento condicionador de los gobiernos latinoamericanos, pues las medidas a aplicar debían ser las impuestas desde el exterior, con la desbordante visión neoliberal que acompañaba como victoriosa a la “globalización”, tras el derrumbe del socialismo.

En 1982, bajo el gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984), comenzó la crisis de la deuda. Y con ella un giro político inesperado, pues este gobierno, inspirado por entonces en el reformismo social y atacado como “comunista” por las cámaras empresariales, dio inicio a las primeras medidas “aperturistas” y a la “sucretización” de las deudas privadas (1983).

Sin embargo, fue con el gobierno de León Febres Cordero (1984-1988 ) cuando se afirmó un modelo económico “empresarial” y neo-oligárquico, que se reflejaría también en el manejo de la deuda externa, con alto provecho para los acreedores privados y graves consecuencias para el Estado, la nación y la sociedad. Concluiremos examinándolo.

12
Ene

Juan Paz y Miño: Deuda ilegítima: ayer y hoy (5)

pazyminoLa “deuda de la Independencia” pesó gravemente sobre la historia ecuatoriana. Y al comenzar el siglo XX la deuda estatal con los bancos privados fue otra carga. El Estado llegó a ser un eslabón de la poderosa oligarquía bancaria-comercial. Hasta que la Revolución Juliana (1925) puso en orden a esa “plutocracia”. Solo entonces surgió una institucionalidad estatal en los órdenes económico, social y laboral, que recuperó los intereses de la nación, reflejados en la Constitución de 1929.

Desde entonces, contrariamente a lo que se dice, la intervención económica del Estado ha sido un elemento dinamizador en la modernización del país, aunque por “oleadas”. Entre 1931-1948, la crisis económica se conjugó con la inestabilidad, pues hubo 20 gobiernos. Entre 1948-1960 hubo estabilidad gubernamental compaginada con el auge del banano, entre otras razones porque Galo Plaza (1948-1952) retomó la participación del Estado, con lo que se ampliaron los capitales externos (United Fruit, luego BHU y First National City Bank) y aparecieron los primeros créditos del EXIMBANC, todo lo cual afirmó la dependencia del Ecuador hacia los EEUU.

En los sesentas, pero sobre todo en los setentas con el petróleo, la fuerte intervención estatal modernizó como nunca antes la economía ecuatoriana. Solo entonces se derrumbó la estructura oligárquico-terrateniente, el país se industrializó y mejoraron las condiciones sociales. La deuda externa pasó a manos de los organismos internacionales: BID, Banco Mundial y FMI. Sin embargo, hasta mediados de los setenta, el Ecuador no estuvo altamente endeudado e incluso en 1974 canceló totalmente la “deuda de la Independencia”. En 1976, en cambio, el Consejo Supremo de Gobierno inició el “agresivo” endeudamiento externo, cuyas nefastas consecuencias se advertirían con los gobiernos constitucionales iniciados en 1979.

A su vez y contra el “desarrollismo” estatista, fue creciendo la resistencia del alto empresariado y de las cámaras de la producción. Su sistemática posición “antiestatista” logró entronizarse durante los pasados veinticinco años, alentada por el “neoliberalismo” reinante. A su vez, también esos fueron los años de las irresponsables e ilegítimas negociaciones de la deuda externa “neoliberal”. Las graves consecuencias sociales y políticas de aquel “modelo” de desarrollo pesan hasta el presente.

Con el gobierno de Rafael Correa, con el proceso constituyente que ha vivido el Ecuador y con la nueva Constitución de 2008 se inició un nuevo ciclo histórico. Otra vez comenzó la reinstitucionalización del Estado, se impuso el interés nacional y público sobre los intereses privados y se restauraron y avanzaron los derechos laborales y sociales, que tuvieron lento progreso desde la época juliana y que fueron seriamente afectados con la “flexibilidad” neo liberal de las últimas dos décadas. También comenzó otro tratamiento sobre la deuda externa. Todo ello es lo que despertó las resistencias de las élites privadas beneficiarias del “modelo empresarial” de desarrollo anterior. Continuaremos.

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