3
Mar

Esther Vivas: La cara oculta de los supermercados

esther_vivasLa gran distribución comercial (supermercados, hipermercados, cadenas de descuento) ha experimentado en los últimos años un fuerte proceso de expansión, crecimiento y concentración industrial. Las principales compañías de venta al detalle han entrado a formar parte del ranking de las mayores multinacionales del planeta y se han convertido en uno de los actores más significativos del proceso de globalización capitalista.

Su aparición y desarrollo ha cambiado radicalmente nuestra manera de alimentarnos y de consumir, supeditando estas necesidades básicas a una lógica mercantil y a los intereses económicos de las grandes corporaciones del sector. Se produce, se distribuye y se come aquello que se considera más rentable, obviando la calidad de nuestra alimentación. Aditivos, colorantes y conservantes se han convertido en algo cotidiano en la elaboración de lo que comemos. En Estados Unidos, por ejemplo, debido a la generalización de la comida rápida, se calcula que cada ciudadano toma anualmente 52 quilos de aditivos, hecho que genera crecientes dosis de intolerancia y alergias. Lo publicitado como “natural” no tiene nada de ecológico y es resultado de procesos de transformación química. Nuestra alimentación, lejos de lo que producen los ciclos de cultivo tradicionales en el campo, acaba desembocando en una alimentación “desnaturalizada” y de laboratorio. ¿Sus consecuencias? Obesidad, desequilibrios alimentarios, colesterol, hipertensión... y los costes acaban siendo socializados y asumidos por la sanidad pública.

Los alimentos “viajeros” son otra cara del actual modelo de alimentación. La mayor parte de lo que comemos viaja entre 2.500 y 4.000 kilómetros antes de llegar a nuestra mesa, con el consiguiente impacto medioambiental, cuando, paradójicamente, estos mismos productos son elaborados a nivel local. La energía utilizada para mandar unas lechugas de Almería a Holanda, por ejemplo, acaba siendo tres veces superior a la utilizada para cultivarlas. Nos encontramos ante un modelo productivo que induce a la uniformización y a la estandarización alimentaria, abandonando el cultivo de variedades autóctonas en favor de aquellas que tienen una mayor demanda por parte de la gran distribución, por sus características de color, tamaño, etc. Se trata de abaratar los costes de producción, aumentar el precio final del producto y conseguir el máximo beneficio económico.

No en vano, según el sindicato agrario COAG, los precios en origen de los alimentos han llegado a multiplicarse hasta por once en destino, existiendo una diferencia media de 390% entre el precio en origen y el final. Se calcula que más del 60% del beneficio del precio del producto va a parar a la gran distribución. La situación de monopolio en el sector es total: cinco grandes cadenas de supermercados controlan la distribución de más de la mitad de los alimentos que se compran en el Estado español acaparando un total del 55% de la cuota de mercado. Si a éstas sumamos la distribución realizada por las dos principales centrales de compra mayoristas, llegamos a la conclusión de que solo siete empresas controlan el 75% de la distribución de alimentos. Esta misma dinámica se observa en muchos otros países de Europa. En Suecia, tres cadenas de supermercados tienen el 95,1% de la cuota de mercado; en Dinamarca tres compañías controlan el 63,8%; y en Bélgica, Austria y Francia unas pocas empresas dominan más del 50%.

Una tendencia que se prevé aún mayor en los próximos años y que se visualiza muy claramente a partir de lo que se ha venido en llamar la “teoría del embudo”: millones de consumidores por un lado y miles de campesinos por el otro y tan solo unas pocas empresas controlan la cadena de distribución de alimentos. En Europa, se contabilizan unos 160 millones de consumidores en un extremo de la cadena y unos tres millones de productores en el otro, en medio unas 110 centrales y grupos de compra controlan el sector. Este monopolio tiene graves consecuencias no solo en el agricultor y en el consumidor, sino también en el empleo, en el medio ambiente, en el comercio local, en el modelo de consumo.

Pero existen alternativas. En un planeta con recursos naturales finitos es imprescindible llevar a cabo un consumo responsable y consumir en función de lo que realmente necesitamos, combatiendo un consumismo excesivo, antiecológico y superfluo. En lo práctico, podemos abastecernos través de los circuitos cortos y de proximidad, en mercados locales, y participar, en la medida de las posibilidades, en cooperativas de consumidores de productos agroecológicos, cada vez más numerosas en todo el Estado, que funcionan a nivel barrial y que, a partir de un trabajo autogestionado, establecen relaciones de compra directa con los campesinos y productores de su entorno.

Tomado de: http://www.servindi.org/actualidad/4077/4077

Tomado de: http://www.servindi.org/actualidad/4077/4077

Así mismo es necesario actuar colectivamente para establecer alianzas entre distintos sectores sociales afectados por este modelo de distribución comercial y por el impacto de la globalización capitalista: campesinos, trabajadores, consumidores, mujeres, inmigrantes, jóvenes... Un cambio de paradigma en la producción, la distribución y el consumo de alimentos solo será posible en un marco más amplio de transformación política, económica y social y para conseguirlo es fundamental el impulso de espacios de resistencia, transformación y movilización social.

- Esther Vivas es coautora de “Supermercados, no gracias” (Icaria editorial, 2007) y miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS)-Universitat Pompeu Fabra. Artículo aparecido en Público, 25/02/09.

3
Mar

Jorge Beinstein: Señales de implosión

ALAI AMLATINA, 03/03/2009, Buenos Aires.- Septiembre de 2008 marcó un punto de inflexión en el proceso recesivo que se venía desarrollando en los Estados Unidos a lo largo de ese año: estalló el sistema financiero y la recesión comenzó a extenderse rápidamente a nivel planetario al tiempo que se evidenciaban síntomas muy claros de tránsito global hacia la depresión cuya llegada comenzó a ser admitida desde comienzos de 2009.

Ahora asistimos a un encadenamiento internacional de derrumbes productivos y financieros acompañado por una mezcla de pesimismo e impotencia en el más alto nivel de las élites dirigentes ante la probable transformación de la ola depresiva en colapso general.

soros1La declaraciones de George Soros y Paul Volcker en la Universidad de Columbia el 21 de febrero de 2009 marcaron una ruptura radical (1), muy superior de la que estableció hace dos años Alan Greenspan cuando anunció la posibilidad de que los Estados Unidos entre en recesión. Volcker admitió que esta crisis es muy superior a la de 1929, eso significa que la misma carece de referencias en la historia del capitalismo, la desaparición de paralelismos respecto de crisis anteriores es también (principalmente) la de los remedios conocidos. Porque 1929 y la depresión que le siguió están asociados a la utilización exitosa de los instrumentos keynesianos, a la intervención masiva del Estado como salvador supremo del capitalismo y lo que estamos presenciando es la más completa ineficacia de los estados de los países centrales para superar la crisis. En realidad la avalancha de dinero que arrojan sobre los mercados auxiliando a los bancos y a algunas empresas transnacionales no solo no frena el desastre en curso sino que además está creando las condiciones para futuras catástrofes inflacionarias, próximas burbujas especulativas.

¿Implosión capitalista?

Por su parte Soros confirmó lo que era evidente: el sistema financiero mundial se ha desintegrado, a lo que agregó el descubrimiento de similitudes entre la situación actual y la vivida durante el derrumbe de la Unión Soviética. ¿Cuales son esos paralelismos? Como sabemos, el sistema soviético comenzó a desmoronarse hacia fines de los años 1980 para finalmente implotar en 1991, el fenómeno ha sido por lo general atribuido a la degradación de su estructura burocrática haciéndolo en principio intransferible al capitalismo que alberga una vasta burocracia aunque no hegemónica como lo fue en el caso soviético. Existe un proceso, una enfermedad que no es el patrimonio exclusivo de los regímenes burocráticos, se ha desarrollado en el capitalismo al igual que en civilizaciones anteriores a la modernidad: se trata de la hipertrofia parasitaria, del predominio aplastante de formas sociales parasitarias que depredan a las fuerzas productivas hasta un punto tal en que el conjunto del sistema queda paralizado, no puede reproducirse más y finalmente muere ahogado por su propia podredumbre. A lo largo del siglo XX el capitalismo impulsó estructuras parasitarias como el militarismo y sobre todo las deformaciones financieras que marcaron su cultura, su desarrollo tecnológico, sus sistemas de poder. Las tres últimas décadas presenciaron la aceleración del proceso adornado con el discurso de la reconversión neoliberal, del reinado absoluto del marcado, tal vez su punto más alto fue alcanzado durante el último lustro del siglo XX, en plena expansión de las burbujas bursátiles y cuando el poder militar de los Estados Unidos aparentaba ser imbatible.

nyssPero en la primera década del siglo XXI comenzó el desmoronamiento del sistema, el Imperio se empantanó en dos guerras coloniales, su economía se degradó velozmente y burbujas financieras de todo tipo (inmobiliarias, comerciales, de endeudamiento, etc.) poblaron el planeta. El capitalismo financierizado había entrado en una fase de expansión vertiginosa aplastando con su peso a todas las formas económicas y políticas, en 2008 los estados centrales (el G7) disponían de recursos fiscales por unos 10 billones (millones de millones) de dólares contra 600 billones de dólares en productos financieros derivados registrados por el Banco de Basilea a lo que es necesario agregar otros negocios financieros, según algunos expertos la masa especulativa global supera actualmente los mil billones de dólares (cerca de 20 veces el producto Bruto Mundial).

Esa montaña financiera no es una realidad separada, independiente de la llamada economía real o productiva, fue engendrada por la dinámica del conjunto del sistema capitalista: por las necesidades de rentabilidad de las empresas transnacionales, por las necesidades de financiamiento de los estados. No es una red de especuladores autistas lanzados a una suerte de autodesarrollo suicida sino la expresión radicalmente irracional de una civilización en decadencia (tanto a nivel productivo como político, cultural, ambiental, energético, etc.). Desde hace más de cuatro décadas el capitalismo global con eje en los países centrales soporta una crisis crónica de sobreproducción, acumulando sobrecapacidad productiva ante una demanda global que crecía pero cada vez menos, la droga financiera fue su tabla de salvación mejorando beneficios e impulsando el consumo en los países ricos, aunque a largo plazo envenenó por completo al sistema.

Se ha puesto de moda achacarle la crisis a los llamados especuladores financieros y según nos explican altos dirigentes políticos y expertos mediáticos las turbulencias llegarán a su fin cuando la “economía real” imponga su cultura productiva sometiendo a las reglas del buen capitalismo a las redes financieras hoy fuera de control. Sin embargo a mediados de la década actual en los Estados Unidos más del 40 % de los beneficios de las grandes corporaciones provenía de los negocios financieros (2), en Europa la situación era similar, en China en el momento de mayor auge especulativo (fines de 2007) solo la burbuja bursátil movía fondos casi equivalentes al Producto Bruto Interno de ese país (3) alimentada por empresarios privados y públicos, burócratas encumbrados, profesionales, etc. No se trata por consiguiente de dos actividades, una real y otra financiera, claramente diferenciadas sino de un solo conjunto heterogéneo, real de negocios. Es ese conjunto el que ahora se está desinflando velozmente, implotando luego de haber llegado a su máximo nivel de expansión posible en las condiciones históricas concretas del mundo actual. Bajo la apariencia impuesta por los medios globales de comunicación de una implosión financiera afectando negativamente al conjunto de las actividades económicas (algo así como una lluvia toxica atacando las verdes praderas) aparece la realidad del sistema económico global como totalidad contrayéndose de manera caótica.

Señales

Las declaraciones de Soros y Volcker fueron realizadas unos pocos días antes de que el gobierno norteamericano diera a conocer la cifras oficiales definitivas de la caída del Producto Bruto Interno en el último trimestre de 2008 con respecto a igual período de 2007: la primera estimación oficial que había fijado dicha caída en un 3,8 % resultó ser una burda mentira, ahora resulta que la contracción había llegado al 6,2% (4), eso ya no es recesión sino depresión. Japón por su parte tuvo para el mismo período un descenso en su PBI del orden del 12 %, en enero de 2009 sus exportaciones cayeron 45 % en comparación con igual mes del año anterior (5), en Europa la situación es similar o tal vez peor, luego del derrumbe financiero de Islandia la amenaza de bancarrota económica en varios países de Europa del Este como Polonia, Hungría, Ucrania, Letonia, Lituania, etc., amenaza a su vez de manera directa a las bancas acreedoras suiza y austríaca que podrían hundirse como la de Islandia. Mientras tanto los grandes países industriales de la región como Alemania, Inglaterra o Francia van pasando de la recesión a la depresión. Los pronósticos sobre China anuncian para 2009 una reducción de su tasa de crecimiento a la mitad respecto de 2008, sus exportaciones de enero han sido 17,5 % inferiores de las de enero del año anterior (6), este brusco deterioro del centro vital de su sistema económico no tiene perspectivas de recuperación mientras dure la depresión global por lo que su ritmo de crecimiento general seguirá descendiendo.

Que Soros y Volcker abran la expectativa de un colapso del sistema económico mundial no significa que el mismo se produzca de manera inevitable, después de todo una de las principales características de una decadencia civilizatoria como la que estamos presenciando es la existencia de una profunda crisis de percepción en las elites dominantes, sin embargo la acumulación de datos económicos negativos y su proyección realista para los próximos meses nos están señalando que la gran catástrofe anunciada por ellos tiene muy altas probabilidades de realización. A ese desenlace contribuyen la impotencia comprobada de los supuestos “factores de control” del sistema (gobiernos, bancos centrales, FMI, etc.) y la rigidez política del Imperio, por ejemplo ampliando la guerra en Afganistán preservando así el poder del Complejo Industrial Militar, gigante parasitario cuyos gastos reales actuales (aproximadamente algo más de un billón de dólares) equivale al 80 % del déficit fiscal de los Estados Unidos.

A estos síntomas económicos y políticos debemos agregar la crisis energética y la alimentaria derivada de ella que seguramente volverán a manifestarse apenas se detenga el proceso deflacionario (y tal vez antes), todo eso bajo un contexto de crisis ambiental que ha pasado a ser un factor actual de crisis (ya no es más una amenaza casi intangible localizada en un futuro lejano). Y detrás de esas crisis parciales encontramos la presencia de la crisis del sistema tecnológico moderno incapaz de superar, en tanto componente motriz de la civilización burguesa, los bloqueos energéticos y ambientales creados por su desarrollo depredador.

Desintegración, implosión y desacople

La desintegración-implosión del sistema global no significa su transformación en un conjunto de subsistemas capitalistas o bloques regionales con relaciones más o menos fuertes entre ellos, algunos prósperos, otros declinantes (la unipolaridad estadounidense convirtiéndose en multipolaridad, “desacople” ordenado en torno de nuevos o viejos polos capitalistas). La economía mundial está altamente transnacionalizada, conforma una densa maraña de negocios productivos, comerciales y financieros que penetra profundamente en las llamadas “estructuras nacionales”, inversiones y dependencias comerciales las atan de manera directa o indirecta a los núcleos decisivos del sistema global.

En términos generales para un país o una región la ruptura de sus lazos globales o su debilitamiento significativo implica una enorme ruptura interna, la desaparición de sectores económicos decisivos con las consecuencias sociales y políticas que de ello se derivan. Además el sistema global estaba hasta ahora organizado de manera jerárquica tanto en su aspecto económico como político-militar (unipolaridad) resultado del fin de la Guerra Fría y de la transformación de los Estados Unidos en el amo del planeta. No solo en el espacio de concentración de las decisiones comerciales y financieras (eso ya ocurría desde hace más de seis décadas) sino también de las grandes decisiones políticas.

El hundimiento del centro del mundo (7) en medio (como detonador) de la depresión económica internacional significa el despliegue de una cadena global de crisis (económicas, políticas, sociales, etc.) de intensidad creciente.

Recientemente Zbigniew Brzezinski dejó a un costado sus tradicionales reflexiones sobre política internacional para alertar sobre la posibilidad de agravación de los conflictos sociales en los Estados Unidos que podría según él derivar en una generalización de disturbios violentos (8). Por su parte y desde una perspectiva ideológica opuesta Michael Klare ha descripto el mapa de las protestas populares atravesando todos los continentes, países ricos y pobres, del Norte y del Sur, iniciadas en 2008 como consecuencia de la crisis alimentaria en un amplio abanico de países periféricos pero que comienzan a desarrollarse globalmente en respuesta a la agravación de la depresión económica (9): la multiplicación de crisis de gobernabilidad nos espera en el corto plazo.

La hipótesis de implosión capitalista abre el espacio para la reflexión y la acción en torno del horizonte postcapitalista donde se mezclan viejas y nuevas ideas, ilusiones fracasadas y densos aprendizajes democráticos del siglo XX, frenos conservadores legitimando ensayos neocapitalistas y visiones renovadas del mundo empujando grandes innovaciones sociales.

Agonía de la modernidad burguesa con sus peligros de barbarie senil, pero ruptura de bloqueos ideológicos, de estructuras opresivas, esperanza en la regeneración humanista de las relaciones sociales.

- Jorge Beinstein es economista argentino, docente de la Universidad de Buenos Aires.

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(1), ”Soros sees no bottom for world financial 'collapse' ", Reuters. Sat Feb 21, 2009. David Randall and Jane Merrick, “Brown flies to meet President Obama for economy crisis talks”, The Independent , Sunday, 22 February 2009.
(2), US Economic Report for the President, 2008.
(3), En agosto de 2007 la capitalización de las bolsas chinas superaba el valor del Producto Bruto Interno del año 2006. Dong Zhixin, “China stock market capitalization tops GDP”, Chinadaily (http://www.chinadaily.com.cn/china/2007-08/09/content_6019614.htm)
(4),Cotizalia.com, 27 febrero 2009, “El PIB de EEUUse hunde un 6,2 %en el cuarto trimestre”.
(5), BBC News, 25-2-2009, “Japan exports drop 45 % to new low”.
(6), “China's export down 17.5% in January”, Xinhua, 2009-02-11.
(7), Jorge Beinstein, “El hundimiento del centro del mundo. Estados Unidos entre la recesión y el colapso”. Rebelión, 8-5-2008 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67099).
(8), “Brzezinski: ‘Hell, There Could Be Even Riots’ “, FinkelBlog – 20/02/2009 - (http://finkelblog.com/index.php/2009/02/17/brzezinski-hell-there-could-be-even-riots).
(9), Michael Klare, “A planet at the brink?”, Asia times, 28 de febrero de 2009.

ULTIMA HORA:

Brusca caída de los mercados destaca desesperación sobre los esfuerzos de rescate.

Temores de que la economía mundial esté aún más debil de lo que se había pensado, rebotan alrededor del planeta el lunes, mientras inversionistas de Hong Kong a Londres y Nueva York se deshacen de sus acciones.

Fecha: 03 de marzo/2009

http://www.nytimes.com/

Traducción: LAM

12
Feb

Sobre la Crisis Global, 3ra. parte (Jesús Rivera de la Rosa)

La crisis mundial y las alternativas de desarrollo para América Latina

Resulta por demás interesante, hasta cierto punto sorprendente, cómo se ha venido articulando el rompecabezas que ahora aparece como crisis mundial. Por ejemplo, un reciente anuncio oficial de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER por sus siglas en inglés), señala que la recesión en esa economía habría comenzado en diciembre de 2007.(1) Al hacer un seguimiento a través de la revista británica The Economist, ya en su edición del mes de octubre de 2004, se señalaban los grandes temores en relación al futuro de la economía mundial.

En 2004, el indicador cuyo comportamiento originaba tal preocupación era el de las ganancias corporativas, que habían mostrado una reducción importante durante el primer semestre del año. El otro elemento era la globalización del juego financiero especulativo que ya aparecía con fuerza en ese año.
De lo anterior, y como un análisis ex post, podemos señalar que las raíces de lo que cuatro años después se conocería en primera instancia como la “crisis financiera global” se ubican en el comportamiento de la economía real, expresado en el movimiento de la tasa de ganancia, así como en la burbuja financiera que le acompañó. Hoy podemos en consecuencia señalar que se trata no de una crisis del modelo neoliberal, sino del sistema capitalista como tal. No de la economía estadounidense, tan sólo, sino de la economía mundial en su conjunto. No se trata de una mera crisis coyuntural, sino de una crisis estructural del capitalismo.

dolar-cargaPara diciembre de 2004, en The Economist se alertaba que la base monetaria del sistema capitalista, el dólar, estaba siendo carcomido por la competencia internacional. Con lo que se agregaba un elemento más a la problemática señalada en los meses previos. Desde entonces ya se discutía con fuerza la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, al menos un Bretton Woods II, y una nueva base monetaria del sistema. De hecho, varios analistas, sobre todo europeos, ya señalaban focos amarillos en este campo.

La actual crisis del mercado mundial no es la primera que se inicia con un grave problema en el mercado hipotecario. Sin embargo, ante la gravedad de la crisis, la recesión mundial que ha ocasionado y el proceso de recreación, o el intento al menos, del sistema capitalista, es también una oportunidad de cambio social, de construir una nueva casa para todos, en la que seamos diseñadores, propietarios y constructores al mismo tiempo.

En diciembre de 2007 comenzó la recesión en Estados Unidos y la crisis del mercado mundial, que se ha manifestado con crudeza a lo largo de 2008 y se extenderá con seguridad a lo largo del 2009.
Como en la crisis del año 1929, a partir de 1970 se dio una tendencia muy acentuada a la concentración del ingreso en EUA, de modo que previamente al inicio de la actual crisis, el 1% de los más ricos en ese país llegaron a concentrar el 20% del ingreso nacional. Es probable que al calor de la crisis, ese proceso de concentración se vea afectado, pero nada asegura que dará pasó a una redistribución, aunque si es probable que estemos frente a un nuevo proceso de concentración y centralización del capital.
Los estadounidenses deberán ajustar su economía, aunque probablemente lo hagan por medio de una estrategia de corte keynesiano, esto es mediante una política macroeconómica de impulso a la demanda agregada. Sin embargo, esas recetas implicarán la continuada insustentabilidad del crecimiento económico. Las desigualdades prevalecientes, en términos geográficos, de raza y género, expuestas en el Informe sobre el Desarrollo Humano en Estados Unidos en julio de 2008, seguramente tenderán a profundizarse como resultado de la propia crisis, antes que tener una corrección importante.

Ya se han perdido muchas cosas, aparte de empleos e ingresos, se ha perdido la confianza en el sistema financiero, en los banqueros, pues nadie sabe bien a bien el tamaño de las pérdidas, gracias a los instrumentos financieros, por lo que una de las víctimas de la crisis ha sido la confianza.
Y será muy difícil recuperarla. Incluso la posibilidad de creación de nuevas instituciones estará sometida bajo la presión de la desconfianza.
dolaruina1 En esta crisis del sistema capitalista, a diferencia de todas las anteriores, se han sincronizado graves problemas de la más diversa índole, imprimiendo de esta forma un sello distinto a la coyuntura. Esta conjunción de problemas sistémicos nos lleva a plantear la hipótesis de que lo que ha ocurrido y lo que vendrá en los próximos meses será de alguna manera inédito, por lo que los intentos de solución con base en recetas ensayadas con anterioridad, seguramente se quedarán cortos ante la profundidad de la crisis.
Con la victoria de Barak Obama, la situación se ha vuelto un tanto confusa. Por una parte, la necesidad del ajuste en EUA y el malestar acumulado en la población de ese país, junto con la llegada
de un presidente que representa la esperanza del cambio social. Por la otra, el declive de EUA como potencia hegemónica y las necesidades de reconfiguración sistémica.

Es este el contexto en el que América Latina enfrenta un reto muy grande, el de repensar el desarrollo, de cara al desplome del modelo americano y las posibilidades abiertas por la propia crisis.
Por supuesto las opciones están abiertas, desde el regreso de un neo-nacionalismo en los países de la región, o la integración en nuevos espacios transnacionales.
La crisis pone a prueba nuestra capacidad de aprendizaje. Hay desde quienes olvidan la historia y aseguran que esto jamás volverá a ocurrir, lo mismo que se decía al calor de la gran depresión de los años 30, hasta los que no recuerdan los límites de la coordinación tanto de los bancos centrales
como de los gobiernos y las políticas macroeconómicas. Hay por supuesto el interés, la preocupación e incluso la intención de coordinar los esfuerzos para frenar la crisis. Sabemos, sin embargo, que ello tiene límites, señalados por las fracciones del capital, por el proceso de ruptura que conlleva la globalización.
Se espera por supuesto la respuesta de los chinos… ¿Qué pueden hacer? Por la forma y alcance de la crisis, podemos afirmar que los especuladores y los gobiernos que los apoyan intentar ahora secuestrar el futuro de la humanidad, por medio de las desvalorizaciones de los fondos de pensiones, de las deudas masivas en que están incurriendo la mayoría de los gobiernos, por la forma en que están diseñando la estrategia para reestructurar el funcionamiento del capitalismo. Los rescates han sido cuantiosos, el problema es que no parecen haber sido suficientes.
Las señales del mercado continúan a la baja y todas las propuestas, por muy espectacularmente que sean anunciadas, parecen quedarse cortas.
Pero el imperio también está vulnerable, los mismos economistas oficiales se atreven a señalar a EUA como una “república bananera” por la forma en que se han manifestado sus desequilibrios, fallas y dependencias del exterior.
Así como al calor de la gran depresión de los años 30 surgieron las formas de medir la actividad económica, con base en las propuestas analíticas de Keynes, así hoy deberían surgir nuevas formas de medir el nivel de vida y el desarrollo económico-social de modo que sea sustentable. Propuestas hay muchas desde hace ya varios años, la cuestión es si la gravedad de la crisis será el elemento que faltaba para poner en marcha las nuevas formas de evaluar la actividad económica a escala global.
Lo que se está configurando en el momento actual es la forma de la economía mundial durante los próximos treinta años. La lucha por el futuro está abierta y las posibilidades de cambiarlo también.
Si nada se hace en América Latina, en una dirección distinta a las recetas neo-keynesianas, se habrá avanzado en la aceleración del cambio climático, en la acelerada destrucción del medio ambiente. Será otro largo periodo de extracción de excedentes de la región, de duro trabajo en condiciones de precariedad, con el fin de pagar el ajuste del capitalismo y de Estados Unidos en particular.
A diferencia de lo señalado por Krugman hace diez años, en el sentido de que el “desarrollo ha muerto”, justamente la crisis abre una posibilidad de repensar el desarrollo, alejándonos del modelo americano, cuestionando el modelo chino y proponiendo alternativas desde América Latina.
Lo anterior significa por supuesto una organización distinta para el cambio social. El capitalismo está acorralado como un animal herido, y como tal todavía puede soltar buenos zarpazos intentado escapar, destruyendo lo que encuentre a su paso.

Nota:
(1) La NBER hizo el anunció el 1 de diciembre de 2008, ver http://wwwdev.nber.org/cycles/main.html

J. Rivera de a Rosa es economista mexicano. Coordinador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social (CEDES), Facultad de Economía, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.

12
Feb

Sobre la Crisis Global, 2ra. parte (Claudio Lara Cortés)

claudiolaracortesLa actual crisis económica es inédita en muchos sentidos, por lo que no puede confundirse con una crisis cíclica más. Una de sus particularidades es el decisivo rol que ha jugado el Estado en su gestación y desarrollo. Atención especial merecen las importantes transformaciones acaecidas en las relaciones entre Estado y economía así como entre los propios Estados ‘nacionales’, durante el rápido crecimiento de las finanzas globales de las últimas dos décadas.
Por una parte, es sabido que en casi todas las economías la intervención estatal fue decisiva en la desregulación de las finanzas, la que se inscribía en una política económica sujeta a los intereses del capital financiero. Igualmente relevante, aunque no tan obvia, ha sido la expansión de las necesidades de préstamo del Estado, especialmente en Estados Unidos y Japón. La masa de activos transados en los mercados financieros incluyó de manera creciente instrumentos de deuda estatal, alimentando
así la hipertrofia financiera.
Pero también el Estado, sobre todo en Estados Unidos, proporcionó liquidez a los bancos privados a bajísimas tasas de interés. En este país ello ocurrió a través de la Reserva Federal, subsidiándolos directamente con crédito público, incluyendo a los bancos de inversión antes que colapsaran. Asimismo, canjeó bonos del gobierno norteamericano por bonos de respaldo de hipotecas ‘basura’, asumiendo
parte del riesgo de la deuda ‘tóxica’ inmobiliaria. De este modo, los ‘inversionistas’ que apostaron a la especulación en Wall Street, epicentro de la actual crisis, lo hicieron con un riesgo mínimo y seguros que serían ‘rescatados’ por el propio Estado en caso de quiebra.
Por otra parte, también se han alterado las relaciones entre los mismos Estados ‘nacionales’.
Aproximadamente desde el año 2000, un número significativo de países subdesarrollados y en especial los llamados ‘emergentes’, han logrado inmensos excedentes en sus cuentas corrientes que han tenido como resultado una impresionante acumulación de reservas internacionales.

Asia es la región dominante, donde sólo las reservas de China superaron los 1.5 trillones de dólares en 2007. Mientras en América Latina, países como México y Brasil también han visto crecer rápidamente
sus reservas. Entre 2000 y 2007, ellas crecieron desde 35.5 billones de dólares
a 180.1 billones de dólares en México y desde 31.5 billones de dólares a 180.1 billones de dólares en el caso de Brasil.
Estas mayores reservas estarían ayudando a estos países a defender la estabilidad de los tipos de cambio y a protegerse contra la repentina salida de capitales. Esta situación sin precedentes sirvió de base a la ‘teoría del desacople’ que sostenía que los países en desarrollo no se verían mayormente afectados por la crisis financiera.

Por lo demás, esta situación difería claramente de los momentos previos a las sucesivas crisis que vivieron muchos países subdesarrollados y ‘emergentes’ en los años noventa, cuando se encontraban extremadamente vulnerables debido a que no contaban con reservas suficientes para protegerse de los grandes déficit que arrastraban en sus cuentas corrientes. Una vez que estalló la crisis, primero en el Este asiático y luego en otros países, los capitales privados abandonaron precipitadamente sus economías y sus monedas colapsaron.
El error de la ‘teoría del desacople’ fue no entender que desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en agosto de 2007 estamos frente a una crisis financiera y económica de naturaleza global. Es cierto que los países subdesarrollados han visto incrementada su participación en los circuitos financieros mundiales en expansión, pero igualmente lo es que no han podido escapar a la desigualdad intrínseca de estos movimientos y a sus diferentes tasas de rentabilidad.

Los activos financieros totales, como porcentaje del Producto Geográfico Bruto (PGB) mundial, han crecido vertiginosamente en las décadas recientes, desde un 109% en 1980 a 201% en 1990, y luego a 346% en 2006. Cabe destacar que en esta ola expansiva los activos de los países en desarrollo ascendieron desde 3.9 trillones de dólares a 23.6 trillones de dólares sólo entre 1995 y 2006, o de 6% a 14% del total mundial.
Esta creciente participación de estos países en las finanzas mundiales contempla además las grandes corrientes de capitales crediticios y de cartera que arribaron a sus economías en búsqueda de elevadas rentabilidades. Por el contrario, los flujos de capital de los países subdesarrollados, incluso mayores que los anteriores dadas sus enormes reservas, se han dirigido hacia los países industrializados, particularmente a Estados Unidos, obteniendo bajas rentabilidades.
En efecto, el stock de bonos del tesoro norteamericano creció desde casi 2.5 trillones de dólares en marzo 2000 a casi 3.5 trillones en junio 2007. En este mismo lapso, las posesiones de los bancos centrales ‘extranjeros’ en tales bonos aumentaron desde 0.5 trillones de dólares a 1.5 trillones de dólares (para representar sobre el 40% del total). Claro que estas compras han tenido un significativo impacto monetario al ayudar a bajar los rendimientos de largo plazo de los bonos de deuda norteamericanos –explicando precisamente las bajas rentabilidades antes mencionadas-, lo que además estimuló un ambiente de bajas tasas de interés que estableció las bases para la burbuja inmobiliaria y la consiguiente crisis financiera y económica mundial.

En definitiva, el resultado ha sido el empréstito neto que han hecho los países pobres a los países ricos a cambio de bajísimos retornos, siendo Estados Unidos el principal beneficiado. De acuerdo a algunos analistas, los costos en invertir en tales activos subvaluados han sido significativos,
estimándose las pérdidas en torno al 1% del PGB de los países en desarrollo.
Todavía más, de manera paralela a la acumulación de enormes reservas, estos países han venido promoviendo, bajo los auspicios del FMI, el cambio de deuda pública externa por deuda interna, a financiarse por el capital financiero local. En 1995 dicha deuda era casi el 9% de la que tenían los países desarrollados, pero en 2005 se disparó a casi 35%. En otras palabras, estos países se endeudan internamente mientras ‘invierten’ cada vez más en los principales centros financieros mundiales. Las razones de este ‘absurdo’ estarían en que se han visto obligados a ‘esterilizar’ el impacto monetario de sus ganancias de divisas y de influjos de capital para mantener las ‘metas de inflación’. Es decir, se ha recurrido a financiamiento interno no para impulsar la inversión doméstica sino para mantener la inflación a niveles mínimos como exige la Banca Central.
Irónicamente, dicho absurdo neoliberal ha colocado al Estado en un rol destacado en las finanzas globales a pesar de su discurso anti-estatista, a la que se agrega hoy la responsabilidad de salvar al capitalismo de los capitalistas más emprendedores mediante gigantescos rescates financiados con recursos públicos.

C. Lara Cortés es economista chileno, docente en la Universidad Arcis (Santiago), integrante del directorio de SEPLA y editor de la revista Economía Crítica y Desarrollo.

27
Ene

Atilio Boron: Reelecciones buenas y malas

atilio-boronALAI AMLATINA, 27/01/2009, Buenos Aires.- El rotundo triunfo de Evo Morales, el tercero consecutivo desde el 2005, difícilmente servirá para acallar las críticas de quienes vieron en este referendo constitucional apenas una estratagema del líder boliviano para perpetuarse en el poder. Caso omiso se hace del denso articulado de la nueva Constitución boliviana que, en sus 411 artículos, establece un marco normativo protectivo de las grandes mayorías populares, por siglos oprimidas por los distintos gobiernos de Bolivia, al paso que reafirma los derechos de los pueblos indígenas, garantiza el control público de los principales recursos naturales y perfecciona la calidad de las instituciones republicanas. Pese a que unos 350 observadores internacionales de organismos como la OEA, la Unasur, la Unión Europea y el Centro Carter declararon que las elecciones se desenvolvieron de manera inobjetable, el líder de la derecha fascista de Santa Cruz, Branco Marinkovic, manifestó su impotencia lanzando una ridícula acusación de fraude, preparando el terreno para una nueva ofensiva sediciosa en contra de la nueva Constitución.

Una de las críticas más socorridas, escuchada también en estos días a propósito de la propuesta de enmienda de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela facultando la reelección indefinida del presidente Hugo Chávez, es que tal cláusula revela una vocación totalitaria que debe ser rechazada a cualquier precio. La secretaria de Estado de George W. Bush, Condoleezza Rice, no se cansó de predicar esta tesis, repetida luego ad nauseam por los principales medios de prensa, periodistas y analistas "independientes" de América latina. No se conocen todavía comentarios de su sucesora, Hillary Clinton, pero a juzgar por sus muy desafortunadas declaraciones en la audiencia confirmatoria sostenida ante el Senado de EE.UU. no sería de extrañar que en los próximos días apareciera un comunicado oficial deplorando lo que sería visto como una sinuosa maniobra de Evo Morales para eternizarse en el Palacio Quemado.

En vista de ello, conviene recordar que la reelección indefinida es una norma en la mayoría de los países europeos: fue por eso que Helmut Kohl pudo ser canciller primero de la República Federal Alemana y luego de la Alemania unificada durante dieciséis años, desde 1982 a 1998, sin que en ningún momento la opinión "bienpensante" y la prensa "independiente" (mucho menos el Departamento de Estado) pusieran el grito en el cielo ante tan prolongado monopolio del poder político. Podría haber seguido en el timón de la Cancillería; si no lo hizo fue por el estallido de un escándalo que lo obligó a renunciar. En España, el principal lobbista mundial de las transnacionales españolas y sedicente custodio de los valores democráticos, Felipe González, fue presidente del gobierno desde 1982 a 1996, un total de 14 años, sin despertar preocupación alguna en la Casa Blanca y los gobiernos "democráticos" del mundo desarrollado. En el Reino Unido, Margaret Thatcher fue primera ministra durante 11 años. Nada le impedía haber seguido en el poder, pero su coalición perdió peso electoral y tuvo que renunciar. Hay varios casos similares en Europa. Francia, sin ir más lejos, autoriza una reelección presidencial para un mandato de siete años cada uno. Todos los últimos presidentes de Francia duraron 14 años en el poder.

Más interesante todavía es el significativo (y cómplice) silencio de Washington ante la dilatada permanencia en el poder de una serie de mandatarios amigos, aliados incondicionales del imperio: en Egipto, el actual presidente Mohamed Hosni Mubarak ejerce el cargo desde octubre de 1981, lo que no obsta para que reciba toda clase de elogios por la "estabilidad política" lograda en ese país y generosos apoyos financieros y militares de parte de la Casa Blanca. Total: 28 años ininterrumpidos en el gobierno. En Camerún, el presidente Paul Biya gobierna con poderes omnímodos desde 1982: 27 años. En el pequeño enclave petrolero de Gabón, otro aliado de Estados Unidos, el presidente Omar Bongo Ondimba preserva el orden con mano de hierro desde 1967: 42 años.

En Angola, el gobierno pro americano de José E. dos Santos se encuentra en el poder desde 1979: 30 años. Por último, uno de los aliados fundamentales de Estados Unidos, Arabia Saudita, es un país en el que impera el más primitivo y brutal despotismo: allí rige una monarquía hereditaria que jamás ha convocado a elecciones de ningún tipo, ni siquiera para el Legislativo, cuyos miembros son designados "a dedo" por el rey Abdallah entre su séquito de familiares y favoritos. Jamás el Departamento de Estado ha dicho una palabra acerca de las amenazas que la perpetuación de estos regímenes plantea para el futuro de la democracia en el mundo. El problema son casos como los de Fidel, Evo y Chávez, no estos otros. Si son útiles a los intereses de Washington podrán permanecer en el poder el tiempo que quieran y, además, ser respaldados por todos los medios imaginables. Si se rebelan contra el imperio se los denuncia como déspotas o tiranos. En fin, amigos son los amigos.

Dr. Atilio A. Boron es Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales

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Ene

Margarita Aguinaga: La Crisis económica y Crisis humanitaria en Palestina

Las intensiones y ambiciones políticas del estado Israelí y sus partidos conservadores, han sido develadas: elecciones internas, fundamentalismo, racismo, purismo étnico, nacionalismo fascista. Pero, ¿cuáles son los intereses de Estados Unidos, para no dar su voto en la ONU y parar la ofensiva israelí?. Acaso sobreponerse a sus crisis económicas, propiciando el militarismo y el armamentismo, mantener su hegemonía y su dominio en la zona, dando el toquetazo para las intervenciones futuras. Acaso, demostrar que la crisis económica va a ser resuelta a sangre y fuego. No es ese el trasfondo ideológico y político, que expresa el silencio cómplice de todos los gobiernos del norte, impactados por la crisis económica.

Bush de salida, entrega a Obama un gobierno con sangre y no solo Palestina, y Obama, en silencio cómplice, aceptará un gobierno con sangre y no solo Palestina, eso se llama continuidad politico-militar. Qué va a cambiar?, si se llega a parar esta matanza, por conveniencias políticas, Estados Unidos querrá dejar la visión de pacificador de la zona, luego de que Palestina ha quedado arrasada. Podríamos decir que el carácter militarista del modelo neoliberal ha terminado y empezamos un modelo con rostro humano que propiciará menos guerras?.

El mundo se muestra divido, la lucha y la movilización social, que ha crecido estos últimos días, para detener la matanza que Israel ha llevando por aire y ahora, por tierra ,en contra del pueblo palestino y, por otro lado, los gobiernos imperialistas y la Onu, subordinados a los intereses de los Estados Unidos.

Si la Onu tuviera un gramo de independencia, decencia y justicia, nos representaría a las miles de voces del mundo que estamos por la paz con auto-determinación de los pueblos y por eso queremos que se detenga la invasión en contra de Palestina.

Miles que nos movilizamos no lo hacemos, por un sentido pacifista trasnochado, sino porque tenemos años de desacuerdos con la política guerrerista y militarista de EU, la Unión Europea y de otros, como el estado Israel. Nos movilizamos porque creemos en la libertad de los pueblos. Otros, también se movilizan estrictamente por un sentido de paz social.

Es cierto, hay que rechazar, cualquier actitud antisemita, repudiar el carácter militarista, y colonizador del estado israelí, no deberá ser para convertirse en antisemita. Pero es justo decir, que no se puede comparar la situación económica, territorial, humana, política y militar de Israel con la situación de Palestina.

Es preciso decir, que el ejército israelita, ahora que ha divido la franja de Gaza, encuentra, disminuidas fuerzas de resistencia palestina, población asustada, sitiada obligatoriamente y amedrentada, muertos, muertos y más muertos, de tanto bombardeo. ¿Por qué el ejercito Israelí, ingresa a territorio palestino, luego de semejante masacre?, para demostrar que son superiores y sino logran expulsar a los palestinos, es preferibles matarlos, para controlar el territorio palestino, para violar mujeres, y sacrificar a los niños que quedan. Qué victoria quieren festejar?, en tal caso el vuelo de los buitres y el festín de las rapiñas.

Hay lágrimas en mis ojos, y dolor en mis entrañas, no es solo por lo insoportable de ver que la vida se pierde, sino de ver a un pueblo morir bajo tanta injusticia.

Luego de ver tantos vídeos, que la prensa oficial no quiere publicar, much@s deben sentirse como la tierra palestina, muerta, destrozada, bombardeada, impotente y pisoteada, sin poder distinguir entre cuerpos de niños, niñas, mujeres y hombres honest@s y luchador@s, y escombros. Imaginarse que los vivos, que siguen medio vivos, no paran de buscar y juntar cuerpos, de sus madres, de sus hijos, de sus hermanos y siguen luchando, resistiendo por la vida, no es lo mismo que estarlo viviendo.

Nuevamente este es un paso propicio, para estar en contra de toda forma de imperialismo y en lucha por otra humanidad.

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