- Soberanía
El discurso pronunciado por el presidente en la sede de las naciones unidas, da cuenta de un viraje de la política exterior y de una realidad concreta: el Ecuador quiere retomar la soberanía perdida ocupando un espacio, no figurativo, sino real y concreto en el mundo, para ello los pilares fuertes de esta política son: integración en igualdad de condiciones, donde lo económico no sea el eje, sino lo social; política de comercio exterior agresiva, abriendo el Ecuador al mundo y no sólo a una mercado.
Esta política soberana se ve en las posturas que frente al entorno de nuestro continente ha tomado el Ecuador, así a nivel geopolítico, nuestro país ha hecho respetar su postura de país afectado y contrario al Plan Colombia, dejando en claro al vecino del norte que nosotros no limitamos con Colombia, sino con las FARC, ELN o paracos y que por ello demandamos que Colombia cumpla su rol en la frontera y los desplazados en nuestro país. Además que las fumigaciones atentan contra la vida y benefician a unos cuantos laboratorios. De igual manera se ratifica la salida de la Base de Manta, que ha servido para profundizar la guerra y subir el costo del gramo de cocaína en USA.
Algunos hechos que dan cuenta de la visión soberana y de integración de este gobierno son: el Banco del Sur, la UNA Sur, el fortalecimiento diplomático desde políticas sostenidas de desarrollo, entre otras.
b. Socialismo del S.XXI.
Los seis primeros meses del gobierno de Correa se caracterizaron por el impulso de lo que llamaron Socialismo del Siglo 21. En palabras del mismo presidente, el Socialismo del S.XXI es todavía un proceso en construcción y así lo evidencia la práctica socialista de este gobierno. Los otros seis meses, sobre ese tema desde la oficialidad hay silencio y también al parecer, poco avance en el desarrollo teórico. Sin embargo de ello, los documentos disponibles sobre el tema y que circulan por diversos medios, tienen suficientes elementos que nos indican los principales componentes y hacia donde va esta tendencia.
Por ello en este ensayo, mi intención no es profundizar en el análisis de lo que es o podría ser el socialismo del S.XXI, sino reivindicar el socialismo como teoría y como práctica, como una fase superior, pero transitoria del desarrollo de la humanidad. Es decir prefiero el socialismo del siglo 19 o en algunos casos del 20. Por tener una matriz política (teórica, social y políticamente) definida y sólida, pero además por evidenciar y considerar mecanismos de superación de – contradicciones – mismas que el socialismo del S.XXI deja de lado. Estos son:
La Clase es una categoría de análisis, que pone de manifiesto las contradicciones en las que asienta y sostiene el capitalismo y que, al ser entenderlas encontramos también los medios para superarlas. La manera de superar esta contradicción fundamental, no se la hace vía decretos o leyes o acuerdos, requiere necesariamente de un proceso de lucha.
¿Cómo se maneja este tema en el actual gobierno? El discurso de los pelucones – que es un tema de clase social – no se lo maneja como tal sino se lo reduce a un adjetivo calificativo, que vuelve peyorativo el ser adinerado, pero que no da cuenta de la contradicción social y política que esconde, y que es necesario evidenciarla para cambiarla. El ser pelucón no resulta amenazador para la derecha, como la contradicción que encierra la lucha de clases. No nos olvidemos que la clase es entendida como unidad social, es decir sentirse y ser parte de un conglomerado social. Es sobre todo sentido de pertenencia, como tal también de solidaridad de clase.
Del lado de la lucha de clases está otro aspecto fundamental del socialismo que es la superación de capitalismo, no sólo de sus expresiones como el neoliberalismo, sino en realidad una superación. Un renunciar a un modelo que se basa en la acumulación, que se sustenta en la plusvalía y por ende en la explotación de la fuerza de trabajo y la infame extracción de recursos naturales que atenta con la vida de todos y todas. Pasos claros sobre esto no muestra el actual gobierno. En un acápite anterior analizaba, hacia donde se dirige la desneoliberalización del estado propuesta por el gobierno. Ello evidencia que no hay un camino a un socialismo transformador, ni siquiera a aquello llamado socialismo del S.XXI.
La propuesta socialista es profundamente democrática, por ello defiende como mecanismo de construcción de un nuevo estado, a una democracia radical, entendida esta como la participación del pueblo, de manera directa en las decisiones que le afectan, en lo ámbitos nacional, local y personal. Es también la posibilidad de ser gestor de los cambios. En este sentido el estado es la herramienta de los cambios y el pueblo a través de la democracia radical es quién maneja la herramienta. Esto es lo que conocemos como poder popular, única garantía para hacer los cambios. Este poder popular tiene algunas expresiones: auto gobierno, gobierno asambleario y el mandar obedeciendo. El asumir la democracia radical necesariamente lleva a construir distintas formas de sociedad, menos individualistas y principalmente comunitarias.
Aún no se ve en el actual gobierno un aspecto clave del socialismo, que es la construcción o más bien un cambio de cultura. Me refiero a cultura como aquellos aspectos clave que cruzan a cualquier estructura social (religión, educación, arte, afectos, familia, etc) y sobre todo a construir un proceso humano que nos lleve a terminar con elementos característicos del patriarcado capitalista, como el machismo (la exclusión de género, étnia, opción sexual, etc), el consumismo, la idea de competencia para superar a los demás, etc, que han sido característica fundamental de la sociedad capitalista y que en los países del tercer mundo han servido para profundizar las contradicciones de clase y la dominación del capital sobre la persona.
Es cierto que esto es un tema que rebasa los 4 años de gobierno, pero que en el cambio cultural también es donde se concretará efectivamente los cambios revolucionarios. Sin embargo no estaría mal que se inicie de alguna manera estos cambios. Para eso el gobierno de la revolución ciudadana debería lanzar estos temas, para que la sociedad los debata, esto se puede hacer a través de los medios, foros, la educación, el cine, el arte, etc.
Un tema central de una sociedad socialista es la creación de un nuevo régimen de propiedad que deje por fuera la acumulación. Es impensable una nueva sociedad, un nuevo país, con los mismos niveles de equidad. En este sentido no hay redistribución que cambie la concentración de recursos en pocas manos. Por ello el socialismo plantea crear un nuevo régimen de propiedad. Pero el gobierno de la revolución ciudadana sobre esto plantea, que lo que se busca es una patria de “propietarios y productores”. Esto en la práctica de gobierno significa que se respeta la propiedad sobre la tierra. Así el gobierno entiende como reforma agraria a la distribución de tierras confiscadas a narcotraficantes. No se dice nada sobre la existencia de minifundio como expresión de inequidad, ni sobre la tenencia de agua en pocas manos. De estos temas no se dice nada. Este es un tema candente sobre el cual se tiene posturas tibias, pero la Biblia en el Apocalipsis dice que Jesús, a los tibios los vomitará de su boca.