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Guillermo Navarro Jiménez: De lealtades y … lealtades

guillermonavarrojimnez1La lealtad tiene siempre dos facetas, mucho más cuando se relaciona con el ejercicio político o el poder. Una real y otra aparente. Lastima que la segunda es, casi siempre, valorada incluso en detrimento de la primera.

En el caso de los partidos y movimientos políticos, la lealtad mal entendida, presupone que los que están dentro son, siempre y sin lugar a duda alguna, mejores que los que están fuera. No importa si se compara a un malandrín con un hombre probo. Nada cuenta. Lo importante es el ejercicio de un espíritu de cuerpo mal entendido.

En el ejercicio del poder político, la lealtad disfrazada de los áulicos, de los lambiscones, de los aduladores, siempre conforman una parte, habitualmente numerosa, del entorno del gobernante de turno. Son aquellos a quienes prestan, incluso especial atención, los mandatarios que se obnubilan con el poder, Esos subseres, son siempre bienvenidos, puesto que son los portadores de aparentes buenas nuevas. Los que ocultan todas las deficiencias y errores. Los que nos hacen sentir omnipotentes, omniscientes. Perfectos.

Esos áulicos, oportunistas de ocasión, cuando no son entendidos en su verdadera dimensión y función, cuando no son desechados como escoria del todo bien, quien sabe quien puede salvar a los gobernantes del envanecimiento, de la insidia, de las descalificaciones sin base sustantiva, de posiciones extremas, del equivocar caminos y rutas. Incluso, del no saber reconocer y justiapreciar las lealtades verdaderas.

Y es que las lealtades verdaderas duelen, puesto que conllevan reconocer errores, sabernos falibles, concientes de nuestras propias limitaciones y de las limitaciones de los que nos rodean. Conlleva reconocer que no somos iluminados, que nos somos siempre los más …… Exige desprenderse del adulo, del ensalzamiento.

Y es que las lealtades verdaderas duelen, por su contenido crítico. Por que inicialmente saben a una suerte de traición, ya que provienen de quienes nunca se espera nos bajen del pedestal de nuestra propia vanidad.

Últimos eventos del entorno del Presidente Correa, demuestran la cara de la lealtad real y la máscara de la aparente. El Ministro de Deporte y sus congéneres, eran el perfecto ejemplo de la segunda. Sus constantes lisonjas como sus declaraciones de una amistad a ultranza con el primer mandatario, sólo eran parte del escenario tras del cual ocultaban sus oscuras ambiciones. Su falsa lealtad.

José Luis Cortazar, demuestra la lealtad real cuando denuncia, documentadamente como corresponde, el enriquecimiento ilícito que se ha producido en el Ministerio de Deportes. Y es que lo hace en conocimiento de la relación de cercana amistad que proclamaba el ex Ministro con el Presidente de la República. Lo hace públicamente jugándose por su amigo Presidente. Acción que debe reconocerse.

Carolina Chang, Ministra de Salud, conjuga la lealtad verdadera desde otra perspectiva. Con concursos transparentes y públicos, pero sobretodo, destrozando los falsos argumentos de Leonardo Viteri, asambleísta social cristiano, quien compara proformas sobre bienes diferentes, de distintas especificaciones, en acción descalificada para tratar de manipular, de engañar a la opinión pública.

Pero no todo está dicho: la lealtad aparente continuará su juego. Igualmente lo hará la verdadera. La participación ciudadana en el ejercicio de gobierno permitirá descubrir y denunciar a la primera y ensalzar la segunda. La historia nos dirá si los ciudadanos de a pie, fuimos capaces de empoderarnos también de este espacio.

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