Por Hernán Rengifo
Según el discurso tradicional, expresado en la diferentes Constituciones de la República del Ecuador, el Estado tiene cuatro niveles de gobierno: nacional, provincial, cantonal y parroquial.
Sin embargo, antes de que existieran las nociones de Estado, provincia, cantón o parroquia, aparece la noción de vecindario: Es más sencillo pensar en la gente que vive en el terreno o en la casa de al lado, en el mismo camino, calle o a la vuelta de la esquina. A través de la práctica cotidiana y vivencial se va conformando la noción de barrio como el espacio vital más cercano y en el que se ligan las familias en condiciones similares socioeconómicas, culturales y afectivas.
El barrio es la unidad territorial administrativa más pequeña de un país y representa el referente cultural y espacial más próximo a la vida cotidiana de los ciudadanos. En este espacio físico y social se desarrollan las relaciones entre vecinos y las diferentes prácticas histórico-culturales.
El ciudadano se apropia del barrio mediante la elaboración mental de un mapa de lugares y relaciones humanas. La experiencia de apropiarse del espacio barrial está cruzada por la herencia cultural de normas, valores, hábitos y lecturas. La conservación colectiva de los nombres de lugares o el recuerdo de anécdotas y leyendas significan la apropiación del barrio por generaciones venideras. El compartir un proceso de apropiación de manera colectiva genera una identidad grupal que permite pensar y actuar por el bien común.
Los ciudadanos le devuelven el sentido a la vida resistiendo desde las culturas regionales y el ámbito del barrio, los dos igualmente sometidos a proceso de fragmentación y desmovilización, pero desde ellos los movimientos sociales vinculan la lucha por una vida digna, la identidad y la descentralización.
En el barrio se concentran todos los aspectos de la sociedad, la lucha por las necesidades básicas, las crisis económicas o de valores, los desarrollos de la ciencia, la tecnología y el arte. Sin embargo, la participación ciudadana en la política se ha limitado al nombramiento periódico de representantes a las dignidades del Estado.
Los más radicales reformadores de la organización social no han logrado retirar del imaginario colectivo la idea de barrio. Las mismas ordenanzas del sistema de gestión participativa propuestas por el Municipio de Quito, lo toman en consideración. El barrio se ha constituido desde la fundación de las ciudades como la célula importante de la estructura social. En épocas actuales, toma la forma de condominio o ciudadelas privadas, pero la idea de colectividad ciudadana organizada derivada del antiguo barrio no se ha perdido.
Si en América Latina y en Ecuador en particular, más del 70 % de la población vive en las áreas urbanas y la más espontánea forma de organización de la ciudadanía es el barrio, cualquier Revolución Ciudadana se realizará permitiendo la introducción en la Constitución de la República [o ante el nuevo marco constitucional, de las leyes derivadas de ésta] , de un nivel de gobierno barrial que complemente los ya existentes. Estas entidades o consejos barriales pueden agrupar a los diversos actores sociales comunitarios para facilitar la concientización y la participación democrática en las grandes decisiones sociales [locales y nacionales, como núcleo de un sistema de elecciones primarias, por ejemplo, entre otros muchos proyectos posibles en un entorno barrial].