3
Mar

Jorge Beinstein: Señales de implosión

ALAI AMLATINA, 03/03/2009, Buenos Aires.- Septiembre de 2008 marcó un punto de inflexión en el proceso recesivo que se venía desarrollando en los Estados Unidos a lo largo de ese año: estalló el sistema financiero y la recesión comenzó a extenderse rápidamente a nivel planetario al tiempo que se evidenciaban síntomas muy claros de tránsito global hacia la depresión cuya llegada comenzó a ser admitida desde comienzos de 2009.

Ahora asistimos a un encadenamiento internacional de derrumbes productivos y financieros acompañado por una mezcla de pesimismo e impotencia en el más alto nivel de las élites dirigentes ante la probable transformación de la ola depresiva en colapso general.

soros1La declaraciones de George Soros y Paul Volcker en la Universidad de Columbia el 21 de febrero de 2009 marcaron una ruptura radical (1), muy superior de la que estableció hace dos años Alan Greenspan cuando anunció la posibilidad de que los Estados Unidos entre en recesión. Volcker admitió que esta crisis es muy superior a la de 1929, eso significa que la misma carece de referencias en la historia del capitalismo, la desaparición de paralelismos respecto de crisis anteriores es también (principalmente) la de los remedios conocidos. Porque 1929 y la depresión que le siguió están asociados a la utilización exitosa de los instrumentos keynesianos, a la intervención masiva del Estado como salvador supremo del capitalismo y lo que estamos presenciando es la más completa ineficacia de los estados de los países centrales para superar la crisis. En realidad la avalancha de dinero que arrojan sobre los mercados auxiliando a los bancos y a algunas empresas transnacionales no solo no frena el desastre en curso sino que además está creando las condiciones para futuras catástrofes inflacionarias, próximas burbujas especulativas.

¿Implosión capitalista?

Por su parte Soros confirmó lo que era evidente: el sistema financiero mundial se ha desintegrado, a lo que agregó el descubrimiento de similitudes entre la situación actual y la vivida durante el derrumbe de la Unión Soviética. ¿Cuales son esos paralelismos? Como sabemos, el sistema soviético comenzó a desmoronarse hacia fines de los años 1980 para finalmente implotar en 1991, el fenómeno ha sido por lo general atribuido a la degradación de su estructura burocrática haciéndolo en principio intransferible al capitalismo que alberga una vasta burocracia aunque no hegemónica como lo fue en el caso soviético. Existe un proceso, una enfermedad que no es el patrimonio exclusivo de los regímenes burocráticos, se ha desarrollado en el capitalismo al igual que en civilizaciones anteriores a la modernidad: se trata de la hipertrofia parasitaria, del predominio aplastante de formas sociales parasitarias que depredan a las fuerzas productivas hasta un punto tal en que el conjunto del sistema queda paralizado, no puede reproducirse más y finalmente muere ahogado por su propia podredumbre. A lo largo del siglo XX el capitalismo impulsó estructuras parasitarias como el militarismo y sobre todo las deformaciones financieras que marcaron su cultura, su desarrollo tecnológico, sus sistemas de poder. Las tres últimas décadas presenciaron la aceleración del proceso adornado con el discurso de la reconversión neoliberal, del reinado absoluto del marcado, tal vez su punto más alto fue alcanzado durante el último lustro del siglo XX, en plena expansión de las burbujas bursátiles y cuando el poder militar de los Estados Unidos aparentaba ser imbatible.

nyssPero en la primera década del siglo XXI comenzó el desmoronamiento del sistema, el Imperio se empantanó en dos guerras coloniales, su economía se degradó velozmente y burbujas financieras de todo tipo (inmobiliarias, comerciales, de endeudamiento, etc.) poblaron el planeta. El capitalismo financierizado había entrado en una fase de expansión vertiginosa aplastando con su peso a todas las formas económicas y políticas, en 2008 los estados centrales (el G7) disponían de recursos fiscales por unos 10 billones (millones de millones) de dólares contra 600 billones de dólares en productos financieros derivados registrados por el Banco de Basilea a lo que es necesario agregar otros negocios financieros, según algunos expertos la masa especulativa global supera actualmente los mil billones de dólares (cerca de 20 veces el producto Bruto Mundial).

Esa montaña financiera no es una realidad separada, independiente de la llamada economía real o productiva, fue engendrada por la dinámica del conjunto del sistema capitalista: por las necesidades de rentabilidad de las empresas transnacionales, por las necesidades de financiamiento de los estados. No es una red de especuladores autistas lanzados a una suerte de autodesarrollo suicida sino la expresión radicalmente irracional de una civilización en decadencia (tanto a nivel productivo como político, cultural, ambiental, energético, etc.). Desde hace más de cuatro décadas el capitalismo global con eje en los países centrales soporta una crisis crónica de sobreproducción, acumulando sobrecapacidad productiva ante una demanda global que crecía pero cada vez menos, la droga financiera fue su tabla de salvación mejorando beneficios e impulsando el consumo en los países ricos, aunque a largo plazo envenenó por completo al sistema.

Se ha puesto de moda achacarle la crisis a los llamados especuladores financieros y según nos explican altos dirigentes políticos y expertos mediáticos las turbulencias llegarán a su fin cuando la “economía real” imponga su cultura productiva sometiendo a las reglas del buen capitalismo a las redes financieras hoy fuera de control. Sin embargo a mediados de la década actual en los Estados Unidos más del 40 % de los beneficios de las grandes corporaciones provenía de los negocios financieros (2), en Europa la situación era similar, en China en el momento de mayor auge especulativo (fines de 2007) solo la burbuja bursátil movía fondos casi equivalentes al Producto Bruto Interno de ese país (3) alimentada por empresarios privados y públicos, burócratas encumbrados, profesionales, etc. No se trata por consiguiente de dos actividades, una real y otra financiera, claramente diferenciadas sino de un solo conjunto heterogéneo, real de negocios. Es ese conjunto el que ahora se está desinflando velozmente, implotando luego de haber llegado a su máximo nivel de expansión posible en las condiciones históricas concretas del mundo actual. Bajo la apariencia impuesta por los medios globales de comunicación de una implosión financiera afectando negativamente al conjunto de las actividades económicas (algo así como una lluvia toxica atacando las verdes praderas) aparece la realidad del sistema económico global como totalidad contrayéndose de manera caótica.

Señales

Las declaraciones de Soros y Volcker fueron realizadas unos pocos días antes de que el gobierno norteamericano diera a conocer la cifras oficiales definitivas de la caída del Producto Bruto Interno en el último trimestre de 2008 con respecto a igual período de 2007: la primera estimación oficial que había fijado dicha caída en un 3,8 % resultó ser una burda mentira, ahora resulta que la contracción había llegado al 6,2% (4), eso ya no es recesión sino depresión. Japón por su parte tuvo para el mismo período un descenso en su PBI del orden del 12 %, en enero de 2009 sus exportaciones cayeron 45 % en comparación con igual mes del año anterior (5), en Europa la situación es similar o tal vez peor, luego del derrumbe financiero de Islandia la amenaza de bancarrota económica en varios países de Europa del Este como Polonia, Hungría, Ucrania, Letonia, Lituania, etc., amenaza a su vez de manera directa a las bancas acreedoras suiza y austríaca que podrían hundirse como la de Islandia. Mientras tanto los grandes países industriales de la región como Alemania, Inglaterra o Francia van pasando de la recesión a la depresión. Los pronósticos sobre China anuncian para 2009 una reducción de su tasa de crecimiento a la mitad respecto de 2008, sus exportaciones de enero han sido 17,5 % inferiores de las de enero del año anterior (6), este brusco deterioro del centro vital de su sistema económico no tiene perspectivas de recuperación mientras dure la depresión global por lo que su ritmo de crecimiento general seguirá descendiendo.

Que Soros y Volcker abran la expectativa de un colapso del sistema económico mundial no significa que el mismo se produzca de manera inevitable, después de todo una de las principales características de una decadencia civilizatoria como la que estamos presenciando es la existencia de una profunda crisis de percepción en las elites dominantes, sin embargo la acumulación de datos económicos negativos y su proyección realista para los próximos meses nos están señalando que la gran catástrofe anunciada por ellos tiene muy altas probabilidades de realización. A ese desenlace contribuyen la impotencia comprobada de los supuestos “factores de control” del sistema (gobiernos, bancos centrales, FMI, etc.) y la rigidez política del Imperio, por ejemplo ampliando la guerra en Afganistán preservando así el poder del Complejo Industrial Militar, gigante parasitario cuyos gastos reales actuales (aproximadamente algo más de un billón de dólares) equivale al 80 % del déficit fiscal de los Estados Unidos.

A estos síntomas económicos y políticos debemos agregar la crisis energética y la alimentaria derivada de ella que seguramente volverán a manifestarse apenas se detenga el proceso deflacionario (y tal vez antes), todo eso bajo un contexto de crisis ambiental que ha pasado a ser un factor actual de crisis (ya no es más una amenaza casi intangible localizada en un futuro lejano). Y detrás de esas crisis parciales encontramos la presencia de la crisis del sistema tecnológico moderno incapaz de superar, en tanto componente motriz de la civilización burguesa, los bloqueos energéticos y ambientales creados por su desarrollo depredador.

Desintegración, implosión y desacople

La desintegración-implosión del sistema global no significa su transformación en un conjunto de subsistemas capitalistas o bloques regionales con relaciones más o menos fuertes entre ellos, algunos prósperos, otros declinantes (la unipolaridad estadounidense convirtiéndose en multipolaridad, “desacople” ordenado en torno de nuevos o viejos polos capitalistas). La economía mundial está altamente transnacionalizada, conforma una densa maraña de negocios productivos, comerciales y financieros que penetra profundamente en las llamadas “estructuras nacionales”, inversiones y dependencias comerciales las atan de manera directa o indirecta a los núcleos decisivos del sistema global.

En términos generales para un país o una región la ruptura de sus lazos globales o su debilitamiento significativo implica una enorme ruptura interna, la desaparición de sectores económicos decisivos con las consecuencias sociales y políticas que de ello se derivan. Además el sistema global estaba hasta ahora organizado de manera jerárquica tanto en su aspecto económico como político-militar (unipolaridad) resultado del fin de la Guerra Fría y de la transformación de los Estados Unidos en el amo del planeta. No solo en el espacio de concentración de las decisiones comerciales y financieras (eso ya ocurría desde hace más de seis décadas) sino también de las grandes decisiones políticas.

El hundimiento del centro del mundo (7) en medio (como detonador) de la depresión económica internacional significa el despliegue de una cadena global de crisis (económicas, políticas, sociales, etc.) de intensidad creciente.

Recientemente Zbigniew Brzezinski dejó a un costado sus tradicionales reflexiones sobre política internacional para alertar sobre la posibilidad de agravación de los conflictos sociales en los Estados Unidos que podría según él derivar en una generalización de disturbios violentos (8). Por su parte y desde una perspectiva ideológica opuesta Michael Klare ha descripto el mapa de las protestas populares atravesando todos los continentes, países ricos y pobres, del Norte y del Sur, iniciadas en 2008 como consecuencia de la crisis alimentaria en un amplio abanico de países periféricos pero que comienzan a desarrollarse globalmente en respuesta a la agravación de la depresión económica (9): la multiplicación de crisis de gobernabilidad nos espera en el corto plazo.

La hipótesis de implosión capitalista abre el espacio para la reflexión y la acción en torno del horizonte postcapitalista donde se mezclan viejas y nuevas ideas, ilusiones fracasadas y densos aprendizajes democráticos del siglo XX, frenos conservadores legitimando ensayos neocapitalistas y visiones renovadas del mundo empujando grandes innovaciones sociales.

Agonía de la modernidad burguesa con sus peligros de barbarie senil, pero ruptura de bloqueos ideológicos, de estructuras opresivas, esperanza en la regeneración humanista de las relaciones sociales.

- Jorge Beinstein es economista argentino, docente de la Universidad de Buenos Aires.

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(1), ”Soros sees no bottom for world financial 'collapse' ", Reuters. Sat Feb 21, 2009. David Randall and Jane Merrick, “Brown flies to meet President Obama for economy crisis talks”, The Independent , Sunday, 22 February 2009.
(2), US Economic Report for the President, 2008.
(3), En agosto de 2007 la capitalización de las bolsas chinas superaba el valor del Producto Bruto Interno del año 2006. Dong Zhixin, “China stock market capitalization tops GDP”, Chinadaily (http://www.chinadaily.com.cn/china/2007-08/09/content_6019614.htm)
(4),Cotizalia.com, 27 febrero 2009, “El PIB de EEUUse hunde un 6,2 %en el cuarto trimestre”.
(5), BBC News, 25-2-2009, “Japan exports drop 45 % to new low”.
(6), “China's export down 17.5% in January”, Xinhua, 2009-02-11.
(7), Jorge Beinstein, “El hundimiento del centro del mundo. Estados Unidos entre la recesión y el colapso”. Rebelión, 8-5-2008 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67099).
(8), “Brzezinski: ‘Hell, There Could Be Even Riots’ “, FinkelBlog – 20/02/2009 - (http://finkelblog.com/index.php/2009/02/17/brzezinski-hell-there-could-be-even-riots).
(9), Michael Klare, “A planet at the brink?”, Asia times, 28 de febrero de 2009.

ULTIMA HORA:

Brusca caída de los mercados destaca desesperación sobre los esfuerzos de rescate.

Temores de que la economía mundial esté aún más debil de lo que se había pensado, rebotan alrededor del planeta el lunes, mientras inversionistas de Hong Kong a Londres y Nueva York se deshacen de sus acciones.

Fecha: 03 de marzo/2009

http://www.nytimes.com/

Traducción: LAM

2
Mar

Juan Paz y Miño: Estado y mercado

pazyminoDurante el siglo XIX, el Estado no intervino en la economía. Se creía en las “leyes naturales” del mercado y en la libre empresa privada. En Ecuador, no había posibilidad alguna para derrumbar los intereses del dominio oligárquico-terrateniente. Además, las finanzas públicas eran raquíticas. Los gobiernos y los recursos estatales dependían de los éxitos de la agroexportación, los créditos bancarios internos, los estancos y algún otro rubro. Nunca hubo impuesto sobre las rentas. Los gastos se consumían en sueldos y salarios para el ejército y la burocracia. Quedaba muy poco para alguna obra pública. Casi nada para educación y salud.

En el manejo de la “hacienda pública” solo destacan Vicente Rocafuerte, Gabriel García Moreno, Antonio Flores Jijón y Eloy Alfaro. Pretendieron la modernización económica, imponiendo cierto orden presupuestario y mayores gastos en servicios, educación y asistencia social. Las actividades privadas quedaron siempre intactas y el mercado sin regulaciones. Como máximo, se adoptaban algunas medidas proteccionistas.

En todo el siglo XIX el Ecuador permaneció atrasado y pobre. Es que la economía “libre” tuvo un trasfondo: el poder oligárquico-terrateniente.

Solo la Revolución Juliana (1925) inauguró los primeros roles del Estado en la economía y la preocupación estatal sobre las clases trabajadoras. Pero el “desarrollismo”, con activo papel del Estado sobre la producción y el crecimiento, despegó únicamente en los años sesenta y se consolidó en los setenta, gracias al petróleo y las reformas estructurales como la agraria y la promoción industrial.

Dígase lo que se diga, en la historia ecuatoriana la intervención del Estado ha sido fundamental incluso para promover el crecimiento y la ampliación del empresariado privado. Y de igual modo para promover el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo, pues el empresariado ecuatoriano ha sido muy reaccionario a la hora de impulsar reformas sociales y laborales, a pesar de cualquier excepción.

En los ochenta y noventa del pasado siglo XX, el triunfo de las tesis sobre el retiro del Estado y el “neoliberalismo” produjeron resultados contradictorios. De una parte, crecimiento, modernidad, consumismo, dependencia del capital financiero transnacional. Pero también pérdida de soberanía. Y en mucho, de dignidad nacional, a consecuencia de la sucesión de gobiernos atrapados por la deuda externa y el “aperturismo” reinante.

Sin regulaciones, con una empresa privada fortalecida en términos oligárquicos y un Estado abiertamente “desinstitucionalizado” a fin de que funcione el mercado “libre” criollo, las consecuencias sociales y políticas para el país no importaron y resultaron críticas. Como nunca antes la riqueza se concentró a tal punto que Ecuador pasó a ser uno de los países más inequitativos del mundo. Triunfó el capital, sobre el desempleo, el subempleo, la emigración y el trabajo precarizado y flexibilizado. Y en solo una década (1996-2006), hubo ocho gobiernos, con los tres únicos presidentes electos (Bucaram, Mahuad, Gutiérrez), pero derrocados.

12
Feb

Sobre la Crisis Global, 3ra. parte (Jesús Rivera de la Rosa)

La crisis mundial y las alternativas de desarrollo para América Latina

Resulta por demás interesante, hasta cierto punto sorprendente, cómo se ha venido articulando el rompecabezas que ahora aparece como crisis mundial. Por ejemplo, un reciente anuncio oficial de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER por sus siglas en inglés), señala que la recesión en esa economía habría comenzado en diciembre de 2007.(1) Al hacer un seguimiento a través de la revista británica The Economist, ya en su edición del mes de octubre de 2004, se señalaban los grandes temores en relación al futuro de la economía mundial.

En 2004, el indicador cuyo comportamiento originaba tal preocupación era el de las ganancias corporativas, que habían mostrado una reducción importante durante el primer semestre del año. El otro elemento era la globalización del juego financiero especulativo que ya aparecía con fuerza en ese año.
De lo anterior, y como un análisis ex post, podemos señalar que las raíces de lo que cuatro años después se conocería en primera instancia como la “crisis financiera global” se ubican en el comportamiento de la economía real, expresado en el movimiento de la tasa de ganancia, así como en la burbuja financiera que le acompañó. Hoy podemos en consecuencia señalar que se trata no de una crisis del modelo neoliberal, sino del sistema capitalista como tal. No de la economía estadounidense, tan sólo, sino de la economía mundial en su conjunto. No se trata de una mera crisis coyuntural, sino de una crisis estructural del capitalismo.

dolar-cargaPara diciembre de 2004, en The Economist se alertaba que la base monetaria del sistema capitalista, el dólar, estaba siendo carcomido por la competencia internacional. Con lo que se agregaba un elemento más a la problemática señalada en los meses previos. Desde entonces ya se discutía con fuerza la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, al menos un Bretton Woods II, y una nueva base monetaria del sistema. De hecho, varios analistas, sobre todo europeos, ya señalaban focos amarillos en este campo.

La actual crisis del mercado mundial no es la primera que se inicia con un grave problema en el mercado hipotecario. Sin embargo, ante la gravedad de la crisis, la recesión mundial que ha ocasionado y el proceso de recreación, o el intento al menos, del sistema capitalista, es también una oportunidad de cambio social, de construir una nueva casa para todos, en la que seamos diseñadores, propietarios y constructores al mismo tiempo.

En diciembre de 2007 comenzó la recesión en Estados Unidos y la crisis del mercado mundial, que se ha manifestado con crudeza a lo largo de 2008 y se extenderá con seguridad a lo largo del 2009.
Como en la crisis del año 1929, a partir de 1970 se dio una tendencia muy acentuada a la concentración del ingreso en EUA, de modo que previamente al inicio de la actual crisis, el 1% de los más ricos en ese país llegaron a concentrar el 20% del ingreso nacional. Es probable que al calor de la crisis, ese proceso de concentración se vea afectado, pero nada asegura que dará pasó a una redistribución, aunque si es probable que estemos frente a un nuevo proceso de concentración y centralización del capital.
Los estadounidenses deberán ajustar su economía, aunque probablemente lo hagan por medio de una estrategia de corte keynesiano, esto es mediante una política macroeconómica de impulso a la demanda agregada. Sin embargo, esas recetas implicarán la continuada insustentabilidad del crecimiento económico. Las desigualdades prevalecientes, en términos geográficos, de raza y género, expuestas en el Informe sobre el Desarrollo Humano en Estados Unidos en julio de 2008, seguramente tenderán a profundizarse como resultado de la propia crisis, antes que tener una corrección importante.

Ya se han perdido muchas cosas, aparte de empleos e ingresos, se ha perdido la confianza en el sistema financiero, en los banqueros, pues nadie sabe bien a bien el tamaño de las pérdidas, gracias a los instrumentos financieros, por lo que una de las víctimas de la crisis ha sido la confianza.
Y será muy difícil recuperarla. Incluso la posibilidad de creación de nuevas instituciones estará sometida bajo la presión de la desconfianza.
dolaruina1 En esta crisis del sistema capitalista, a diferencia de todas las anteriores, se han sincronizado graves problemas de la más diversa índole, imprimiendo de esta forma un sello distinto a la coyuntura. Esta conjunción de problemas sistémicos nos lleva a plantear la hipótesis de que lo que ha ocurrido y lo que vendrá en los próximos meses será de alguna manera inédito, por lo que los intentos de solución con base en recetas ensayadas con anterioridad, seguramente se quedarán cortos ante la profundidad de la crisis.
Con la victoria de Barak Obama, la situación se ha vuelto un tanto confusa. Por una parte, la necesidad del ajuste en EUA y el malestar acumulado en la población de ese país, junto con la llegada
de un presidente que representa la esperanza del cambio social. Por la otra, el declive de EUA como potencia hegemónica y las necesidades de reconfiguración sistémica.

Es este el contexto en el que América Latina enfrenta un reto muy grande, el de repensar el desarrollo, de cara al desplome del modelo americano y las posibilidades abiertas por la propia crisis.
Por supuesto las opciones están abiertas, desde el regreso de un neo-nacionalismo en los países de la región, o la integración en nuevos espacios transnacionales.
La crisis pone a prueba nuestra capacidad de aprendizaje. Hay desde quienes olvidan la historia y aseguran que esto jamás volverá a ocurrir, lo mismo que se decía al calor de la gran depresión de los años 30, hasta los que no recuerdan los límites de la coordinación tanto de los bancos centrales
como de los gobiernos y las políticas macroeconómicas. Hay por supuesto el interés, la preocupación e incluso la intención de coordinar los esfuerzos para frenar la crisis. Sabemos, sin embargo, que ello tiene límites, señalados por las fracciones del capital, por el proceso de ruptura que conlleva la globalización.
Se espera por supuesto la respuesta de los chinos… ¿Qué pueden hacer? Por la forma y alcance de la crisis, podemos afirmar que los especuladores y los gobiernos que los apoyan intentar ahora secuestrar el futuro de la humanidad, por medio de las desvalorizaciones de los fondos de pensiones, de las deudas masivas en que están incurriendo la mayoría de los gobiernos, por la forma en que están diseñando la estrategia para reestructurar el funcionamiento del capitalismo. Los rescates han sido cuantiosos, el problema es que no parecen haber sido suficientes.
Las señales del mercado continúan a la baja y todas las propuestas, por muy espectacularmente que sean anunciadas, parecen quedarse cortas.
Pero el imperio también está vulnerable, los mismos economistas oficiales se atreven a señalar a EUA como una “república bananera” por la forma en que se han manifestado sus desequilibrios, fallas y dependencias del exterior.
Así como al calor de la gran depresión de los años 30 surgieron las formas de medir la actividad económica, con base en las propuestas analíticas de Keynes, así hoy deberían surgir nuevas formas de medir el nivel de vida y el desarrollo económico-social de modo que sea sustentable. Propuestas hay muchas desde hace ya varios años, la cuestión es si la gravedad de la crisis será el elemento que faltaba para poner en marcha las nuevas formas de evaluar la actividad económica a escala global.
Lo que se está configurando en el momento actual es la forma de la economía mundial durante los próximos treinta años. La lucha por el futuro está abierta y las posibilidades de cambiarlo también.
Si nada se hace en América Latina, en una dirección distinta a las recetas neo-keynesianas, se habrá avanzado en la aceleración del cambio climático, en la acelerada destrucción del medio ambiente. Será otro largo periodo de extracción de excedentes de la región, de duro trabajo en condiciones de precariedad, con el fin de pagar el ajuste del capitalismo y de Estados Unidos en particular.
A diferencia de lo señalado por Krugman hace diez años, en el sentido de que el “desarrollo ha muerto”, justamente la crisis abre una posibilidad de repensar el desarrollo, alejándonos del modelo americano, cuestionando el modelo chino y proponiendo alternativas desde América Latina.
Lo anterior significa por supuesto una organización distinta para el cambio social. El capitalismo está acorralado como un animal herido, y como tal todavía puede soltar buenos zarpazos intentado escapar, destruyendo lo que encuentre a su paso.

Nota:
(1) La NBER hizo el anunció el 1 de diciembre de 2008, ver http://wwwdev.nber.org/cycles/main.html

J. Rivera de a Rosa es economista mexicano. Coordinador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social (CEDES), Facultad de Economía, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.

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