Por Luis Alberto Mendieta
La Segunda Guerra Mundial representó para Estados Unidos la mayor prosperidad que haya conocido en su historia en muchos sentidos, como el económico y el político a escala mundial, pese a los enormes gastos que arrostró. Antes de entrar en ella, atravesaba igualmente la peor crisis de su historia, debido a los problemas especulativos de los facilistas de WALL STREET, que undieron la economía más sólida de esa época (1929), en tan solo un par se semanas, destrozando vidas y capitales (1). En esos días, mucha gente vio en la guerra una salida eficaz contra la crisis, pero necesitaban un buen pretexto para animar al Gran Público, y ese pretexto llegó con el bombardeo a Pearl Harbor por parte de Japón.
Por desgracia, la crisis actual tiene muchos matices similares, tanto con el asunto de la burbuja inmobiliaria, como con las desatinadas medidas neo-liberales que insisten en aplicar a una economía que a ratos cae en picado. Lamentablemente el neo-liberalismo ha convertido a la Super Potencia en un animal despiadado, más sediento de poder y riqueza que en 1939. Es en estas circunstancias que países como Corea del Norte, Irán, Siria, Palestina y su vecino Israel, caen como anillo al dedo a los intereses de las economías debilitadas, en busca de una salida que no comprometa al capitalismo, y que más bien lo aúpe.
Es muy interesante preguntarse qué posición debería asumir América Latina en ese contexto, cuáles son los peligros que debería afrontar en ese escenario, y ante todo, con el ejemplo de Estado Unidos en la Guerra anterior, cómo puede obtener beneficios de una situación tan compleja y lamentable, de cara a su libertad definitiva del Imperio, y de cualquier otro imperio emergente, como China o Rusia.
(1) http://crisis29pctp.blogspot.com/