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Jul

Revolución cubana, Autogestión y Cooperativas. Una visión desde la presente perspectiva cubana

Por Humberto Miranda Lorenzo
A Frank Delgado, por “Melesio”.
Ni odio contra los que no piensan como nosotros. Cualidad mezquina, fatal en las masas, y raquítica e increíble en verdaderos hombres de Estado, ésta de no conocer a tiempo y constantemente la obra e intención de los que con buen espíritu se diferencian en métodos de ellos. José Martí. [1]

autogestion cubaQuienes conocen (y sobre todo disfrutan) del  béisbol saben que el juego no termina hasta que caiga el último “out”. Por eso disiento de los enfoques “terminales” acerca de la Revolución cubana. No importa cuántas carreras debajo estemos, todavía nos quedan turnos al bate.
Justo ahora, en medio de una compleja situación (nada nuevo para cubanas y cubanos) se evidencian un sinnúmero de alternativas que podrían imprimirle un giro positivo al proceso más allá de la idea de “mantener” lo alcanzado. Centrarse únicamente en defender las conquistas lleva también a la trampa de defender un status de inmovilismo que deriva, sin remedio, en la muerte del proceso. Pero para “ir más allá” se requieren altas dosis de audacia, inteligencia colectiva y voluntad real de que el pueblo no solo “tome parte”, sino, y sobre todo, que protagonice y dirija el proyecto social de la Revolución.
Se ha hecho sentido común la visión sobre la necesidad de cambios en la economía, lo cual se ha traducido como “actualización del modelo económico”. Tales cambios son imprescindibles, pero pueden dejar de carecer de sentido en términos del socialismo, si no van de la mano de cambios en la estructura política presente que data de 1976.
La sociedad cubana ha cambiado, se ha diversificado. Han aparecido relaciones y actores económicos y sociales que en aquel entonces no existían o no impactaban el proceso. Han ocurrido importantes cambios culturales dentro de la sociedad, al tiempo que se han operado transformaciones en el paradigma del socialismo y en la ideología revolucionaria de amplio efecto en los ciudadanos y ciudadanas que formamos parte de esta sociedad.
A ello debe añadirse que a escala internacional la realidad, la coyuntura y el contexto han cambiado drásticamente. Si bien la Constitución y el sistema político que nos dimos en 1976 se correspondían con la plataforma técnica económica y con la estructura social existentes, en treinta y seis años se han registrado transformaciones esenciales.
No existe más ni la URSS ni todo el bloque económico y político en el que la Revolución se apoyó y con el cual estaba alineada. El proyecto de país se vio afectado y fue necesario un rediseño sobre la marcha, en retroceso y con una ofensiva que arreciaba desde Estados Unidos para que fuéramos los próximos en caer. En Miami se hacían maletas para el regreso triunfal, al tiempo que se coreaba “ya vienen llegando”. La ropa se estrujó en las valijas y la canción pasó de moda.
Desde fines de los 90 en nuestro contexto natural, Latinoamérica y el Caribe, han tenido lugar procesos de renovación social como la Revolución Bolivariana en Venezuela y las transformaciones en Bolivia y Ecuador cuyas propuestas han tenido amplia repercusión regional y global. En términos domésticos, han promovido en cierta medida nuevas maneras de concebir y llevar a cabo el socialismo.
Hay dos aspectos que no pueden ser ignorados. Uno es que el conflicto con Estados Unidos es un actor interno de la realidad cubana y está mediando en casi todos los sectores de nuestra vida. Segundo, y más importante aún, es innegable la valentía y consecuencia política, así como la inteligencia de la dirección del país para garantizar la sobrevivencia del proceso en medio de la debacle global de los 90.
Fue necesaria una reforma que abrió la maltrecha economía a la inversión de capital extranjero a través de empresas mixtas de conjunto con el estado. Se situó al turismo internacional como fuente principal de ingresos y liquidez financiera para palear la falta de créditos y sortear el bloqueo. Esas fueron medidas necesarias a la vez que riesgosas en tanto no eran asépticas socialmente y trajeron consigo regresiones en el terreno de las ideas y las convicciones.
Apareció el autoempleo (trabajo por cuenta propia) como forma de recolocación de masas de trabajadores sin espacio en la economía “formal”. Se estimularon formas y relaciones de mercado como palanca en busca de la eficiencia. Se permitió la libre tenencia y circulación del dólar norteamericano en la economía interna, pasando el envío de remesas desde el exterior a ser otro factor importante de ingreso de divisas.
Desde las Fuerzas Armadas se comenzó a aplicar el “perfeccionamiento empresarial”, primero como forma de contribución eficiente a los tan necesarios gastos en la defensa, y luego se fue extendiendo como experiencia al sector civil. De hecho, una buena parte del sector turístico está gestionado por una empresa perteneciente a las FAR.
La reforma económica de los 90, que fue mucho más amplia que lo anteriormente mencionado, contribuyó inmensamente a la sobrevivencia de la Revolución, aunque la causa fundamental de esa permanencia en el espacio y el tiempo radica, como siempre, en un pueblo que ha soportado las más difíciles condiciones en la vida cotidiana y en su mayoría se mantiene firme en sus ideales de independencia y justicia social. El pueblo cubano, por encima de todo, sabe lo que “no” quiere.
No obstante, las medidas aplicadas en los 90 tuvieron, como todo, otra cara de la moneda. Los principales baluartes de la vida digna de los cubanos y cubanas: la educación de alto nivel gratuita y universal, el sistema de salud de incomparables resultados y la seguridad social y ciudadana se vieron seriamente deprimidas y afectadas. El éxodo desde esos sectores, el deterioro de la base material y, sobre todo, el deterioro de lo que los tecnócratas gustan llamar “capital humano”[2] ha tenido efectos negativos, algunos de los cuales aún están por emerger.
En medio de la escasez más profunda aparecieron empresarios y turistas extranjeros oliendo a capitalismo exitoso. Al mismo tiempo que los ciudadanos nacionales fuimos privados del acceso a las instalaciones turísticas y recreativas, aparecía un sector social marginal (y marginado, pero activo) que fue creciendo y consolidándose como actividad económica “informal” (pero cada vez más organizada) y cuyos impactos sociales, aunque oficialmente se traten de desconocer o se minimicen, son extensos y profundos.
Por otro lado, el estado como propietario y gestor mayoritario de la economía, en un contexto de crisis y contracción, se veía obligado a reducir gastos y comenzar a desprenderse de personal y empresas sobrantes e incosteables. La realidad era diáfana, el estado no podía continuar gestionando centros de producción y servicios ineficientes, altos consumidores de energía, sin insumos ni repuestos para funcionar, sin capitales y sin perspectiva de mercados.
Debe señalarse que la vocación humanista de la Revolución no se vio resentida. En nuestro país no se adoptaron paquetes de medidas de ajuste estructural como los que el FMI y otros organismos testaferros del capital implantaron en muchas economías en el mundo. A los trabajadores no se les lanzó a la calle y se les abandonó a su suerte. Se implementaron planes de formación y capacitación conjuntamente con programas de asistencia social. Tamaño desafío se asumió con responsabilidad.
Sin embargo, en ningún caso se intentó la experiencia de que los trabajadores recuperaran las fábricas y centros de trabajo en los que ni el estado podía ni el capital extranjero estaba interesado en invertir. Una gran cantidad de centros de producción fueron cerrados, decenas de centrales azucareros dejaron de producir haciendo desaparecer la experiencia de siglos de producción de azúcar y una vida alrededor de los bateyes que quedó congelada en el tiempo y el olvido.[3]
Por esa época, y ante la imposibilidad de mantener las grandes empresas estatales en el agro, se implementó un proceso de cooperativización de las mismas consistente en dividir las áreas de cultivo y los medios de producción, otorgar la tierra en usufructo (manteniendo la propiedad en manos del estado) y vendiendo maquinaria y medios de trabajo sobre la base de créditos blandos. Surgían así las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC).
Yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado.
Silvio Rodríguez. “Resumen de noticias”.
Muchos trabajadores agrícolas se fueron a dormir una noche siendo obreros del campo y amanecieron siendo cooperativistas. Aunque lo más difícil de ese proceso no radicó en ese cambio tan brusco en su condición, sino en que, en su gran mayoría, las UBPC’s estaban ahogadas por trabas burocráticas, sin capacidad de decisión colectiva sobre la producción y sus destinos. Eran una reproducción de los esquemas organizativos verticalistas que dejaban poco espacio a la iniciativa y búsqueda de trabajo en red con estructuras homólogas.
Las UBPC’s se sumaron a otras formas de cooperativas ya existentes; las CCS (Cooperativas de Créditos y Servicios) y las CPA (Cooperativas de Producción Agropecuarias), surgidas ambas al calor del proceso revolucionario, aunque en períodos diferentes.[4] En todos los casos existen rasgos comunes que deben ser tenidos en cuenta.
En primer lugar, las cooperativas en el caso cubano son un fenómeno ligado a la Revolución, pues no se registran asociaciones de ese tipo a grandes escalas antes de 1959[5]. En la Isla, en términos de la economía, lo que no era un gran negocio, era un “chinchal”. Esta razón histórica explica en alguna medida la facilidad con que el trabajo por cuenta propia se extiende en nuestro país. La “ofensiva revolucionaria” de 1968 cortó un ciclo de reproducción de pequeños negocios individuales, pero reaparecieron con la reforma de los 90 y hoy se fortalecen en un segundo impulso a raíz de la “actualización”.
Cuando aparecen las CCS ya la economía cubana funcionaba gestionada por el estado y el país comenzaba a insertarse en el sistema de relaciones del bloque socialista liderado por la URSS. Las CPA surgen en una Cuba perteneciente al CAME y en un modelo de economía planificada centralmente. Ello condicionó la visión y la puesta en práctica de las mismas.
De una parte, debe señalarse que la Revolución cubana no practicó la cooperativización forzosa al estilo estalinista. Existen numerosas intervenciones del propio Fidel en las que llamaba al convencimiento, a la asociación voluntaria y al respeto a la decisión de los campesinos de agruparse o no en cooperativas.
Ahora bien, siempre fueron vistas como una forma de propiedad no estatal, nunca como una forma de gestión colectiva de la producción por parte de los trabajadores y además, su ámbito estaba reducido a la actividad agrícola. Nunca se concibió la forma de gestión cooperativa en el sector urbano ni en la industria. Eran un paso (casi un mal necesario) hacia “nuevas formas de producción”. Dicho en otros términos, un camino hacia la producción a gran escala en granjas estatales.[6]
El carácter socialista de la Revolución no fue una importación forzosa, como se ha pretendido acuñar por parte de sus enemigos. El capitalismo era el plan de la dependencia infinita, del gran casino de La Habana, del exportador de azúcar que importaba caramelos, del marine americano ebrio mancillando la estatua del Apóstol sin que sucediera nada, más allá de la indignación popular. El socialismo no llegó a nuestra isla montado en tanques soviéticos, sino que es el proyecto de sociedad que nos trajo a los cubanos y cubanas un país que no teníamos.
Del mismo modo es necesario entender que al triunfo de la Revolución el socialismo realmente existente, ya burocratizado, centralizado y estatista era la noción predominante a escala internacional y con la cual interactuamos, a la cual nos integramos. Muchos de los métodos y estructuras económicas y políticas adoptadas y, más aún, buena parte de la formación de nuestros cuadros resultaron de esa relación que, por encima de toda duda, fue estratégica para un proyecto social enfrentado a la mayor potencia imperial de la Historia.
Y si bien las reformas de los 90 constituyeron, en gran medida, una relectura del análisis leninista de la NEP, no puede afirmarse que la noción de Marx sobre trabajo libre asociado haya tenido el suficiente espacio en el debate y en el establecimiento de las estrategias de construcción social; y esto provee una explicación a la ausencia del cooperativismo y la autogestión como formas de gestión colectiva de la producción y los servicios y como alternativa en medio de la crisis. El socialismo era la centralización de todos los procesos en manos del estado y gestionado por sus instituciones.
El liderazgo histórico de la Revolución, encarnado hoy en la figura de Raúl, en el Informe Central al recién efectuado Congreso del PCC afirma:
La experiencia práctica nos ha enseñado que el exceso de centralización conspira contra el desarrollo de la iniciativa en la sociedad y en toda la cadena productiva, donde los cuadros se acostumbraron a que se decidiera desde “arriba” y, en consecuencia, dejaban de sentirse responsabilizados con los resultados de la organización que dirigían. (…)
Esta mentalidad de la inercia debe ser desterrada definitivamente para desatar los nudos que atenazan al desarrollo de las fuerzas productivas. Es una tarea de importancia estratégica (…)[7]
Desde esa perspectiva cabe entonces aventurarse a proponer otros caminos no solo deseables, sino posibles. Entendiendo desde el principio que el peor enemigo de cualquier emprendimiento social es la absolutización y el reduccionismo. Tan nefasta ha sido la absoluta estatización y burocratización de todos los procesos económicos y de la vida en general, como plantear que LA solución ahora está en más capitalismo, o en el “cuentapropismo” (con toda la carga de individualismo que entraña), del mismo modo que pensar que las cooperativas y la autogestión son la única receta posible para salir del atolladero económico y mantener viva la Revolución. Habrá que dar espacio y cabida a toda una serie de posibilidades y, más importante aún, conectar todas esas experiencias entre sí y a escala social.
El propósito de cualquier propuesta no deberá ser otro que articular la diversidad de formas de producción para consolidar una hegemonía socialista que haga realmente irreversible la Revolución, para que la sangre y el sacrificio que ha costado no sean en vano. Es necesario crear un marco, como se ha hecho, para que el capital invierta en determinados sectores de la economía. Es necesario proporcionar, como se está haciendo, un entorno favorable al trabajo por cuenta propia. Y también es necesario acabar de desterrar los temores y estereotipos en torno a las cooperativas y la autogestión y darle, allí donde sean aplicables, los espacios y la legitimidad que le corresponden para fortalecer la producción colectiva lo cual, sin dudas, contribuirá al objetivo fundamental de nuestro proyecto: el socialismo.
En el Informe Central al VI Congreso del Partido se puede encontrar respaldo a esta idea, teniendo en cuenta que las empresas en gestión cooperativa formarían parte del sector “no estatal” de la economía y que producir de manera colectiva, si bien no constituye de por sí EL socialismo está al menos más avanzado en ese camino que el trabajo individual o en una entidad gestionada por un capitalista.
Allí Raúl señala:
El incremento del sector no estatal de la economía, lejos de significar una supuesta privatización de la propiedad social, como afirman algunos teóricos, está llamado a convertirse en un factor facilitador para la construcción del socialismo en Cuba, ya que permitirá al Estado concentrarse en la elevación de la eficiencia de los medios fundamentales de producción, propiedad de todo el pueblo y desprenderse de la administración de actividades no estratégicas para el país.[8]
Cuando se implementa la estrategia económica de los 90 y nuestro país se abre a la inversión extranjera quedó bien claro que la propiedad continuaba en manos del estado cubano y la gestión se compartía en los porcientos que demandara cada situación, incluso, han existido casos en los que la gestión corre totalmente a cuenta del capital foráneo.
Resulta entonces de sumo interés la experiencia pues se tuvo mucho cuidado de no afectar la soberanía nacional, la soberanía del pueblo cubano sobre el territorio y su capacidad instalada. Es un precedente que puede servir para comprender que no es necesario transferir la propiedad, sino descentralizar la gestión y la toma de decisiones hacia los emprendimientos en régimen de cooperativas sin que ello afecte la propiedad del pueblo.
Desde luego, con todo y que se vislumbra hoy un espacio apropiado para la implementación de la producción en cooperativas no solo en el sector agrícola sino también urbano e industrial, es necesario tener en cuenta algunos desafíos que se avizoran en el más corto plazo.
La experiencia
En primer lugar, ya se ha expresado, la experiencia de este tipo de gestión es limitada, lo cual se suma al rechazo que aún prevalece tanto en algunos sectores vinculados a la toma de decisiones, como en quienes están vinculados al trabajo individual y la apropiación privada y han conformado ya grupos de intereses contrarios al trabajo y la apropiación con carácter colectivo. El desinterés de trabajadores hoy ocupados en el sector estatal en integrarse a una cooperativa o continuar con formas colectivas de trabajo puede estar relacionado, en alguna medida, con el desconocimiento de la actividad y de los beneficios individuales y colectivos reales que pueden obtenerse.
Es necesario implementar, junto a la práctica de las cooperativas en el sector urbano e industrial, procesos de formación y capacitación que tomen en cuenta experiencias ya existentes tanto fuera como dentro de Cuba.
En el caso cubano hay un amplio caudal en la Universidad de Pinar del Río con desarrollos teóricos de fondo y prácticas ya establecidas. En la Universidad Central de Las Villas también se puede encontrar vasta información comenzando por el legado de Víctor Figueroa y los trabajos de todo el grupo de economistas y profesionales dedicados a esos empeños, en la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y el Instituto de Filosofía (ambos del CITMA) en La Habana, el Centro de Estudios sobre Desarrollo Local (CEDEL), el Centro de Estudios sobre la Economía Cubana, las investigaciones desde la sociología del trabajo, los aportes de intelectuales revolucionarios quienes, aún sin vínculos académicos o institucionales brindan aportes significativos, así como en numerosas asociaciones y organizaciones sociales. El Centro Memorial Martin Luther King Jr., brinda capacitación, formación y acompaña procesos de ese tipo.
Un experimento exitoso y digno de estudio y aprendizaje es el de la Oficina del Historiador de La Habana. En medio del período más agudo e incierto económicamente se implementó un plan de gestión cuyo fin último es “la felicidad de los más necesitados”, algo que logra con creces. En el Centro Histórico de La Habana Vieja los principales inmuebles continúan siendo patrimonio público, pero se gestiona de manera autónoma sin desconexión del aparato del estado. Existe una relación simétrica y ordenada de los niveles locales, sectoriales y nacionales y el beneficio social es palpable.
A todo lo anterior debe añadirse la experiencia acumulada por el desarrollo cooperativo en el sector agropecuario en el país, nada desdeñable, tanto en sus desaciertos como en sus muchos aciertos. La ANAP, el Ministerio de la Agricultura, el Ministerio de la Industria Azucarera, son ejemplos de instituciones con larga trayectoria y que pueden aportar capacitación y formación.
Por otra parte, en América Latina se encuentra un universo de emprendimientos en los que trabajadores han recuperado sus empresas y las han puesto a funcionar de manera colectiva (Movimiento de Empresas Recuperadas de Argentina), las cooperativas de construcción de viviendas en Uruguay (FUCVAM), el cooperativismo social en Brasil o el movimiento cooperativo venezolano, tan importante en el avance socialista del proceso bolivariano.
Están a la disposición estudios, experiencias prácticas y un grupo de especialistas y personal capacitado dentro y fuera del país como contribución inicial. Se cuenta con la base para comenzar a trabajar en esa dirección, una base sólida de orientación anticapitalista, revolucionaria y socialista de la que podemos aprender y que no pone en peligro la Revolución, todo lo contrario.
La legislación
Otro reto importante radica en la falta de una legislación y las regulaciones pertinentes para su puesta en práctica. El marco legal y fiscal vigente no contempla el funcionamiento de empresas en régimen autogestivo o cooperativo en los sectores urbano e industrial.
En el Informe Central al Congreso del Partido, Raúl se refería al nuevo contexto en el que deberá tenderse a un proceso de descentralización, sin embargo debe ser sin prisas innecesarias y en un marco regulatorio adecuado. “Para descentralizar y cambiar la mentalidad, -afirma- es requisito obligado elaborar el marco regulatorio que defina con claridad las facultades y funciones de cada eslabón, desde la nación a la base, acompañadas invariablemente por los procedimientos de control contable, financiero y administrativo.”[9]
Cabría añadir que dicho marco regulatorio deberá buscar un funcionamiento controlado de la descentralización de las decisiones, pero en ningún caso repetir mecanismos burocráticos de control que terminen impidiendo el desenvolvimiento natural de los procesos económicos y de la vida en general.
Habrá que repensar el rol de las asociaciones de trabajadores en las nuevas condiciones de una cooperativa o una empresa gestionada colectivamente, ya que en esos casos la asamblea tiene una importancia crucial y las organizaciones tradicionales como los sindicatos, han ejercido una función de “polea transmisora” entre las esferas de toma de decisiones y las masas trabajadoras, pero no se han constituido en un mecanismo de participación real en las decisiones.
Nuestras estructuras políticas y legislativas no tienen, ni en “la letra” ni en el funcionamiento práctico mecanismos en los cuales los trabajadores elijan a sus directivos, decidan en colectivo la producción, el manejo de los presupuestos, las contrataciones, los fondos salariales, las inversiones, los mecanismos de estimulación y toda la vida de la entidad productiva. Nuestras empresas y centros de trabajo no están diseñados sobre la base de cargos por elección sino que los cuadros y directivos son designados desde una instancia superior.
Sin embargo, para las cooperativas y las empresas en gestión por parte de los trabajadores es crucial el proceso de decisión colectiva y democrática. Por lo cual se hace necesaria una revisión y la propuesta de estructuras que permitan tales mecanismos allí donde se pongan en práctica estas experiencias.[10]
Hay otra derivación que precisa al menos, hacerla visible. Las empresas autogestionadas y las cooperativas en la ciudad son en alguna medida un horizonte utópico en tanto todo está por plasmar, analizar y poner en práctica. Pero ya está teniendo lugar y con una velocidad poco frecuente para nuestra sociedad, el proceso de independencia empresarial del estado y la consolidación del trabajo individual, incluso, la contratación de fuerza de trabajo fuera de los marcos del estado.
Cómo quedarán las organizaciones de trabajadores es una cuestión vital. Las tradicionales no están en su mejor momento y han perdido capacidad de negociación y decisión en cuanto al destino del trabajo. Y habrá que dejar claro cómo los trabajadores van a estar amparados y organizados. El presente e indiscutible liderazgo histórico de la Revolución no es eterno y los plazos biológicos se acortan. Entonces se hace necesaria una reestructuración del universo del trabajo de manera que el socialismo se consolide y perdure.
El nuestro es, según sus leyes, un estado de “obreros y campesinos”. Hay que poner en la mesa de debate cómo nos vamos a organizar en las nuevas condiciones, cómo defenderemos nuestros puestos, nuestros derechos. Hasta ahora la sociedad se ha articulado en torno a consensos, basados fundamentalmente en el prestigio histórico y la ética de la dirigencia política. Pero no son frecuentes los mecanismos de interpelación de las decisiones partidistas o estatales. Hemos crecido en la confianza hacia nuestros líderes.
Sin embargo, de algún modo, eso deja a la sociedad indefensa a la hora de establecer diálogos, cuestionamientos y articulaciones, sobre todo en la presente coyuntura en la cual la óptica del capital va a estar más presente en las empresas y en el trabajo individual. ¿Qué sucederá si una empresa ya sin la asistencia del estado entra en quiebra? ¿Cómo se manejarán los temas laborales y las jerarquías en los negocios individuales? ¿Cómo la sociedad va a tratar no solo las desigualdades, sino y sobre todo, las manifestaciones de explotación de la fuerza de trabajo? ¿Cómo se legislarán los incumplimientos entre empresas, entre ellas y el estado? ¿Cómo se negociará la contratación de la fuerza de trabajo en las nuevas condiciones?
Con esa mesura a la que llama la dirección del país, pero sin posposición, debe pensarse en leyes generales y complementarias y en la instrumentación del marco que legitime y propicie el camino hacia la producción en colectivo ya sea en cooperativas o en empresas autogestionadas por los trabajadores y, más aún, que impidan el retorno a relaciones de explotación del trabajo por el capital.
La tarea de buscar las vías que conduzcan al incremento sostenido e irreversible de la participación de los trabajadores en la toma de decisiones (y la sociedad en general a más largo plazo) es impostergable para garantizar un curso de cambios que consoliden el rumbo hacia el socialismo en la Cuba de nuestros días.
Y es importante darle toda la atención posible pues en el contexto de la actualización de nuestro modelo económico los espacios y gobiernos locales verán incrementados sus ámbitos de acción. No podrá ocurrir un proceso real de descentralización sin la transferencia de decisiones importantes a escala local. Existe un entramado de relaciones sectoriales, ministeriales y estatales que debe ser radicalmente modificado y actualizado para que en los espacios locales haya un mayor margen de decisión incluidos temas como el presupuesto y la inversión, lo cual también implica una actualización de nuestro modelo político en el sentido estructural y de funcionamiento, pues para estos casos los cargos por elección deberán tener un peso más significativo a los efectos de la representación y la toma de decisiones.
El dinero
Por otra parte, nuestro sistema bancario y crediticio funciona hoy sobre la base de la “cuenta única” mediante la cual el Banco Central controla de forma centralizada los activos financieros del país. Este factor se convierte en otro de los importantes desafíos para dinamizar nuestra economía, pues para la recomposición de la actividad económica y empresarial es preciso establecer un marco dinámico y seguro para el manejo del crédito, tan necesario para el funcionamiento de cualquier emprendimiento económico, así como del reajuste de las tasa de cambio en las transacciones entre empresas y entre ellas y el estado.
Sobre todo en sus etapas iniciales, las nuevas cooperativas o entidades en régimen de gestión colectiva no centralizada (al igual que los trabajadores por cuenta propia) necesitarán créditos financieros que les permitan comenzar a funcionar. De una parte ello tropieza con el obstáculo de que nuestro país está sometido a un férreo bloqueo económico y financiero que pasa por la congelación de activos en el exterior y el castigo a bancos en los cuales Cuba tenga cuentas.
Nuestra economía se ve afectada por la falta de acceso a créditos desde los organismos financieros internacionales. Y al margen de la independencia que nos otorga, pues nuestras políticas no están sujetas a la vena del FMI o del Banco Mundial, la falta de créditos condiciona a trabajar “al día”, con baja liquidez y sobre la marcha.
La cuestión de cómo encarar los créditos iniciales para la gestión económica no estatal pasa, entonces, a un primer orden. No tiene una respuesta sencilla y será necesario utilizar la inteligencia colectiva para enfrentar el reto.
El dinero y los recursos
Este tema conduce la reflexión hacia otro punto nodal: el problema de los recursos. Y antes bien, debe tenerse en consideración que existe una diferencia entre la gestión de los fondos y la de los recursos. Un asunto es el relativo a la obtención de fondos para la inversión y otro (muy relacionado, pero diferente) la compra de los recursos (materias primas, tecnologías, medios de trabajo, insumos, etcétera).
La Revolución adoptó desde el mismo comienzo la política del monopolio del estado sobre el comercio exterior teniendo en cuenta que nuestra economía es abierta y dependiente en gran medida del intercambio externo, sobre todo de las importaciones[11]. Era necesario, pues, que el naciente y agredido estado tuviera en sus manos el control sobre lo que se debía o no comprar fuera de fronteras, así como qué y hacia dónde exportar, pues el bloqueo también afectó los mercados tradicionales a nuestros productos.
A lo largo de todo el período revolucionario se ha conformado un sistema institucional que conduce el comercio exterior del país y que ha incluido un conjunto de ministerios, comités estatales[12] y otros organismos de la administración central del estado encargados de regular tal actividad.
En el escenario de estabilidad económica y política que brindaba la articulación con el extinto bloque socialista de Europa del Este, la planificación central permitía prever en un quinquenio todo lo necesario para el funcionamiento “armónico” de la economía. Pero en menos de un año Cuba perdió el 85% de su comercio exterior y el 75% de su capacidad importadora y se perdió la plataforma de inserción económica del país.
En las nuevas condiciones, luego del largo período especial y el reordenamiento (aún en curso) de las fuentes de ingreso y de la economía en general, la dinamización de la base productiva del país pasa por un reajuste de nuestros mecanismos de importación y comercio exterior.
No son pocos los casos en los que se cuenta con fondos para determinado proyecto o emprendimiento y a veces estos se pierden pues no se accede a los recursos. No solo por toda la trama diabólica del bloqueo, sino también por la rigidez de planes centralizados que precisan de una antelación para la contratación de recursos que detiene el movimiento y la dinámica del trabajo diario.
Por encima de todo, el control del estado sobre las importaciones implica soberanía. Ahí está la historia reciente de América Latina cuando se aplicaron las recetas del ajuste estructural dictado por el FMI y el Banco Mundial y se abrieron las economías a las importaciones directas sin los controles adecuados y terminaron comprometiendo las soberanías nacionales. Ahí está la historia reciente de tratados de libre comercio que han devastado las economías nacionales de los países del Sur.
Pero la presente estructura debe cambiar a favor del dinamismo y la captación de fondos para la adquisición de recursos. Como parte de la actualización de nuestro modelo económico el estado ha planteado que destinará alrededor de 138 millones de dólares para la compra de insumos que deberán potenciar el trabajo por cuenta propia. Sin embargo, esto no será suficiente mientras se mantenga un entramado como el actual basado en la decisión centralizada sobre la base de las “necesidades del país”, pero que no cuenta con los mecanismos adecuados para tomar en consideración las necesidades y criterios de sus actores sociales, de los sujetos que dan vida a la economía y la sociedad en general.
La nuestra, como se aprobó en los “Lineamientos”, continuará siendo una economía planificada. Ahora bien, el modo en que tendrá lugar debe tener en cuenta la necesidad de la autonomía de los espacios locales, la articulación en red de las empresas (estatales y no estatales) también de manera autónoma y sin la carga burocrática sectorial en que las entrampan sus ministerios; la dinamización de la búsqueda de los insumos y recursos y el establecimiento de espacios en los que las entidades económicas puedan operar e intercambiar productos y servicios[13].
Tres reglas de juego
Hay tres aspectos esenciales que deben quedar esclarecidos desde el inicio y que pudieran contribuir al desarrollo progresivo del sector cooperativo y de empresas en cogestión o autogestión: el control sobre las inversiones, el control sobre la propiedad y el control sobre la contratación de fuerza de trabajo. Los tres deberán ser manejados de manera colectiva y tripartita.
Uno de los factores que deciden el curso de cualquier actividad económica, incluso sus impactos sociales, radica en la dirección que toman las inversiones. La descentralización de la gestión económica puede resultar más efectiva cuando se sabe qué se invierte y en qué se va a invertir, en consenso por parte de la entidad económica, las instituciones estatales correspondientes y el gobierno local.
En el mes de junio del presente año el Centro Memorial Martin Luther King Jr. realizó un taller sobre desarrollo local en las actuales condiciones. Como parte del mismo se realizó una visita al proyecto de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Luego de una introducción a cargo del Dr. Eusebio Leal tuvo lugar un fructífero intercambio con cuadros principales del proyecto. Del diálogo emergieron varias ideas “claras y distintas”.
Los inmuebles en los que actúa el proyecto son patrimonio público, no hay un proceso de apropiación ni del territorio ni de las edificaciones, pero son gestionados por la Oficina del Historiador en régimen de usufructo renovable cada cierto período de tiempo. La entidad busca sus propias fuentes de ingreso, incluso tiene su propia esfera de colaboración internacional, a través de la cual se gestionan partidas de presupuesto que permiten aportes sustantivos para la ejecución de obras.
Entre esas fuentes de ingresos se encuentran actividades comerciales (turísticas, gastronómicas, hoteleras y de otro tipo) a cargo del proyecto y la contribución (especie de impuestos) a otras entidades que operan comercialmente en el área. Todo lo anterior ocurre de manera planificada y coordinada con las entidades estatales correspondientes.
La Oficina del Historiador tiene que presentar cada año un plan de inversiones que se consulta con el Ministerio de Economía y Planificación y en el cual se proponen los destinos de las nuevas partidas de presupuesto teniendo en cuenta las necesidades del proyecto, la localidad y del país. En esa propuesta deben quedar claros los impactos sociales de las inversiones, cuánto de beneficio habrá para los habitantes de la zona, cuánto se incrementará la actividad económica, fuentes de empleo, programas de asistencia social, educacionales, de salud y otros.
Desde que el proyecto comenzó a funcionar con mayor fuerza, a partir de los 90, el crecimiento económico ha sido sostenido y notable y el bienestar social en todos los terrenos es visible. Ha aumentado el número y calidad de escuelas, sobre todo primarias, se han recuperado las escuelas de oficios, se reabrió la Universidad de San Gerónimo la cual forma especialistas de alta calificación para el rescate del patrimonio, bajo el principio del vínculo a dichas actividades. La obra más sensible se encuentra en el Convento de Belén donde un gran número de ancianos de la zona tiene acceso a la más esmerada atención y sus vidas han cobrado sentido. Allí existen talleres de todo tipo para actividades propias de los ancianos y donde se sienten útiles e íntegros. Hay salas de fisioterapia con el mejor equipamiento posible, una óptica con su fábrica de lentes para las personas de la tercera edad. Todo, absolutamente todo, gestionado por y desde la Oficina del Historiador.
Entonces, existe al menos una experiencia en la que la entidad es quien decide y gestiona los recursos y coordina las inversiones con los organismos competentes sin que hasta el momento se haya reportado alguna desviación, mal empleo de los recursos, apropiación ilícita o, como se analizan cada mes por el Partido en sus organizaciones de base: irregularidades, indisciplinas o ilegalidades, por el contrario, el beneficio real a las personas reales es notable.
Nuestro estado tiene todo un sistema de instituciones (Ministerio de Economía y Planificación, Ministerio de Finanzas y Precios, Contraloría General de la República, Ministerio de Auditoría y Control, Banco Central, y muchos otros) que participarían como estado en el control sobre las inversiones, del mismo modo que los gobiernos locales en los que dichas inversiones tendrían lugar.
Esa misma tríada, estado-gobierno local-entidad económica, funcionaría para mantener el control sobre la propiedad. La Revolución logró convertir la mayor parte de nuestro territorio y sus bienes en propiedad pública y no es tiempo de comenzar a experimentar retrocesos en ese sentido. Por lo que se hace necesario mantener la vigilancia de modo que ninguna empresa o entidad económica ya sea estatal o no estatal pueda alienar la propiedad sobre el área que ocupa o transferir bienes sin la debida verificación.
Y lo mismo sucedería con el tema de la explotación de la fuerza de trabajo. En las nuevas condiciones en las que se desenvuelve el país, habrá que prestar atención a la implementación de la contratación de la fuerza de trabajo. Por lo que el estado, las organizaciones de trabajadores, los gobiernos locales y las organizaciones políticas podrían tener un rol decisivo para que la contratación se flexibilice, pero no derive hacia dominación del capital sobre el trabajo. Las numerosas imágenes sobre manifestaciones de trabajadores (tanto del primero como del tercer mundo) desahuciados y en protesta contra las medidas de ajuste del capital son parte de los que las cubanas y cubanos no queremos.
La Revolución no vaciló en darle las armas al pueblo para defender sus sueños, algo que a ningún otro gobierno del hemisferio se le ocurriría, y justo ahí radicó uno de los pilares de la consolidación del proceso y una de sus mayores fortalezas. Hoy, con la misma confianza, es necesario entregarle las fábricas a los trabajadores, algo que a ningún otro gobierno del mundo se le ocurriría, para generar un escudo económico que haga irreversible la independencia y el socialismo. Y si bien las cooperativas y la gestión de las fábricas por los trabajadores no son el único camino, son un buen comienzo.
La Habana, Julio 2011.
- Humberto Miranda Lorenzo es Doctor en Filosofía, investigador del grupo GALFISA del Instituto de Filosofía del CITMA, en La Habana.

 


[1] José Martí: Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975, T.22, p. 58, #94
[2] A falta de visión suficiente para darse cuenta que son seres humanos participando en un proceso de transformación.
[3] Nunca he podido encontrar una respuesta lógica (caso que exista) a la cuestión de por qué pueden introducirse relaciones abiertamente capitalistas sin que se afecte el rumbo socialista de la Revolución, de hecho, para “defender las conquistas” de ese socialismo, y nunca se haya probado una experiencia de gestión obrera porque eso es “anarquismo” o “yugoslavo” (depende de quién lo diga) y en ambos casos los adjetivos solo califican algo que puede resultar “peligroso” para la Revolución.
[4] No me extenderé en este sentido pues existe abundante literatura que explica y analiza la estructura y funcionamiento de dichas formas de organización, por ejemplo, el más reciente trabajo de Armando Nova González: “Las cooperativas agropecuarias en Cuba: 1959-presente. En “Cooperativas y Socialismo. Una mirada desde Cuba”. Compilado por Camila Piñeiro y editado por Caminos, La Habana, 2011. Así como el trabajo de Juan Valdés Paz: “Los procesos de organización agraria en Cuba 1959-2006.” Fundación Antonio Núñez Jiménez de La Naturaleza y el Hombre, La Habana, 2009.
[5] Los “Ómnibus Aliados” fue lo más cercano a una cooperativa, pero no se puede afirmar que existía como actividad económica generalizada.
[6] Ver Valdés Paz, Obra citada, pp. 146-147.
[7] Raúl Castro: Informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. La Habana, Abril 16 de 2011. P. 7
[8] Raúl Castro: Informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. La Habana, Abril 16 de 2011. P. 6
[9] Raúl Castro: Informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. La Habana, Abril 16 de 2011. P. 7
[10] Anoto al margen el desafío que constituye superar la herencia de reuniones inútiles e infinitas, plagadas de formalismo que, en el plano laboral, han sido en ocasiones el único modo de concebir el trabajo. Los nuevos emprendimientos tendrán que sacudirse fuerte ese pesado fardo de reunionismo y colocar a la Asamblea como un espacio de real de construcción social y toma de decisiones.
[11] Carlos Rafael Rodríguez en su obra “Cuba en el tránsito al socialismo: 1959-1963”, Ed. Ciencias Sociales, La Habana 1982, realiza un análisis de la estructura social cubana previa a la Revolución en el cual se evidencia que el sector más poderoso de lo que pudiera llamarse la “burguesía nacional” era lo que él denominaba la “burguesía importadora”. Por una parte condicionaba la economía de la Isla a las importaciones, especialmente, como es obvio, desde los Estados Unidos y, además, generó un espíritu de obstaculización de cualquier intento de desarrollo e inversiones en proyectos de industrias y recursos nacionales.
[12] Instituciones con rango de ministerio adaptadas a las relaciones con la URSS y los países del CAME. Fue el caso del CECE (Comité Estatal de Colaboración Económica).

[13] Cabría prestar atención al hecho de la existencia del ALBA, del Tratado de Comercio entre los Pueblos (TCP) y algunas instituciones creadas al calor de dichos acuerdos, las cuales pudieran ser un vehículo excepcional para la formación de redes económicas regionales dedicadas a aquellas actividades no contenidas en los sectores estratégicos a cargo de los estados que, como efecto “colateral” tienen el bono de estar vinculadas a movimientos sociales revolucionarios como el MST, Vía Campesina, CLOC y muchas organizaciones, movimientos y redes a lo largo de toda la región

22
Jul

LA POLÍTICA MEDIÁTICA DE LA “VICTIMIZACIÓN”, por Alberto Maldonado

Alberto Maldonado S.

Periodista – Ecuador

 

Especial para Cuadernos en el tiempo nuevo.

Ramiro Mantilla. Editor.

 

El Comercio (el principal diario sipiano del Ecuador) trae, en su edición dominguera (julio 16/2011) una página entera dedicada a cuatro periodistas estrella que, según el periódico capitalino, han tenido que salir de sus medios por presiones del ejecutivo (Gobierno) Pienso que, de esa manera, el diario pretende “comprobar” que en Ecuador, bajo el gobierno de Rafael Correa, no hay  ni se respeta la tan mentada libertad de prensa.

 

¿Tiene algún signo de verdad esa afirmación? Para la gran prensa ecuatoriana (impresa, radial y televisada) es un hecho que no admite discusión Efectivamente, los cuatro actores (Carlos Vera, Jorge Ortiz, Juan Carlos Calderón y Emilio Palacio) han tenido que abandonar “sus” respectivas empresas (Televistazo-Canal 8 de Quito, Teleamazonas- Canal 4-Quito, diario Expreso-Guayaquil y El Universo de la misma ciudad de Guayaquil, respectivamente)  y los cuatro han tenido un lugar común: el haberse alineado como los porta estandárteres de la oposición mediática ante el Gobierno de Rafael Correa. Sin duda, es hasta de sentido común, que el Gobierno haya sentido algún alivio cuando los cuatro dejaron sus púlpitos antigubernamentales, en sus respectivos tiempos. Pero, de ahí, a afirmar que son cuatro casos emblemáticos de una actitud contraria a la libertad de expresión, ciertamente que hay un abismo.

 

Quizá unos cortos comentarios de los cuatro casos nos lleven a mejores conclusiones, de lo que trato de decir y de asegurar. Me anticipo y reitero: en estos análisis tengo nada personal en contra de los cuatro periodistas; es más, con algunos de ellos guardo una especial consideración personal. Tampoco admito que tenga algo que ver, o deba algún favor, al actual Gobierno de Correa. Dicho lo cual, paso a este ligero ensayo.

 

Don Carlos Vera es, desde hace años, un mediano empresario (o ejecutivo, no sé) de medios de comunicación propios. No se le puede encasillar en el nivel de un simple periodista al servicio de una empresa (Canal 8-Quito) También, desde hace años, ha demostrado sus particulares puntos de vista ideológico-políticos. Y (desde mis particulares puntos de vista) Carlos Vera está alineado con la derecha política; yo diría, con la ultra derecha ecuatoriana, desde hace rato. Otra cosa es que, en sus propuestas políticas, haya tenido el suficiente respaldo ciudadano. Recordemos que, hace poco, Vera propuso la remoción del propio Presidente Rafael Correa, mediante el recurso constitucional de la revocatoria del mandato. Su propuesta se empantanó; y muchos aseguran que Vera estuvo lejos de reunir el número de firmas de ciudadanos debidamente empadronados, que patrocinaran esta demanda constitucional

 

Con un cariz más profesional que Vera, Jorge Ortiz ha sido un cuestionador permanente del actual Gobierno. Quizá él cometió el error de considerar que, porque los dueños del Canal 4-Teleamezonas, se habían declarado enemigos irreconciliables del actual Gobierno, tenía luz verde para dar rienda suelta a sus críticas y cuestionamientos. En un momento determinado, Jorge Ortiz resultó “un estorbo” para los propósitos de compra-venta del canal, según lo determina la actual Constitución, ya que prohíbe que los banqueros puedan seguir de propietarios de grandes medios de comunicación. Y todo el mundo sabía que el Banco Pichincha era el socio mayoritario del Canal 4-Quito

 

Juan Carlos Calderón, en cambio, es un joven periodista profesional que se ha especializado en los capítulos de investigación y periodismo interpretativo. Como tal, descubrió, en el diario Expreso, que el hermano mayor del Presidente (Fabricio Correa) como empresario de construcción de obras públicas, había conseguido contratos por unos 80 millones de dólares. Hasta aquí, todo aceptable en un periodista investigador. Solo que después, mucho después, Calderón, con otro escribiente, de apellido Zurita, publicaron un libro (titulado El Gran Hermano) y en él, asumieron como propias las versiones que han sido reiteradamente rechazadas por el Presidente Rafael Correa; entre ellas, que si conocía que su hermano mayor se valía de  su parentesco con el Jefe de Estado para conseguir tales contratos. Hay una demanda por este asunto (propuesta por el Presidente) pero, diario Expreso y Calderón resolvieron dar por terminada su relación laboral, de mutuo acuerdo. Hoy, Juan Carlos Calderón dirige la revista Vanguardia que, hasta hace poco, el colombiano-ecuatoriano, Omar Ospina, fue su director; y como tal, ensayó sus dardos contra Correa.

 

El caso más sonado es el del Sr. Emilio Palacio, un  ensayista de opinión que, desde las columnas del diario El Universo de Guayaquil, ha mantenido una línea de absoluta oposición al actual Gobierno, línea política que es también del periódico, desde hace años. Por supuesto, tanto El Universo como el señor Palacio tenían pleno derecho a oponerse al actual Gobierno y a su Revolución Ciudadana. A lo que tenían ningún derecho es a utilizar su columna para sostener cualquier acusación. Y la última fue que, a futuro, Rafael Correa tendría que responder criminalmente por haber ordenado que fuerzas militares dispararan contra indefensos pacientes del hospital policial, en el no menos famoso 30 de septiembre del 2010. Esta aseveración le valió a Correa para presentar una demanda penal-civil, contra Palacio y tres de los personeros de ese medio de comunicación (los hermanos Pérez Barriga y el señor Pérez Lapenti, herederos y administradores actuales de El Universo)

 

Al margen de que el Juez de Delitos Penales (Juan Paredes) acaba de darle la razón al Presidente Correa (los inculpados están sentenciados a 3 años de prisión correccional y a 40 millones de dólares) los cuatro casos no pueden ser mezclados; peor, mucho peor, señalados como emblemáticos de que el Gobierno actual los ha perseguido y ha logrado que salgan de sus puestos de trabajo. Con ellos (según mi criterio) se ha operado la vieja sentencia popular de que el “diablo paga mal a sus devotos”

 

Me explico: De lo que se sabe, Carlos Vera se separó de Canal 8-Quito por su propia voluntad y para dedicarse de lleno a su labor política de ultra derecha. Estaba en su derecho. Y consideró que para tener entera libertad de acción, debía separarse de la empresa comunicacional.

 

Quizá, el caso más dramático es el de Jorge Ortiz y Teleamazonas (Canal 4-Quito) Mientras fue su vocero de opinión y de información, fue leal a sus principios y a la línea política del medio. El problema surgió cuando –de acuerdo a la actual Constitución-el dueño del Banco Pichincha (Fidel Egas) debía vender sus acciones del referido Canal. Y para los oferentes (un empresario peruano) Ortiz resultaba una piedra en el zapato de la transacción. Naturalmente, la cuerda se rompió por el lado más flaco; y Jorge Ortiz pasó a la desocupación. No conozco si le pagaron alguna indemnización; pero Ortiz supo, por lo menos, dar una lección de bon homía, tan olvidada en estos tiempos.

 

Del caso Juan Carlos se conoce poco. De un periodista estrella de diario Expreso, apareció de pronto como Director de la revista Vanguardia. Pero no se ha sabido que el Gobierno haya ejercido alguna presión para su separación de Expreso, ya que pasó a director de un medio que ha sido (¿sigue siendo?) más virulento que el periódico.

 

De Don Emilio Palacio, en cambio, se van descubriendo actitudes y antecedentes. Hace pocos años se identificaba como un “troskista radical” y censor y crítico del movimiento sindical ecuatoriano. No es un periodista profesional sino un “sociólogo” (si es que es) que encontró en El Universo, un cobijo y un campo de acción propicio a sus reales propósitos. Como suele ocurrir en estos casos (sino, que le consulten al exguerrillero Teodoro Petkof y su feroz oposición a Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana) resultó ser más papista que el papa. Le fue muy bien, en principio, ya que no solamente llegó a ser un  “periodista de opinión” de absoluta confianza de  El Universo sino a apreciables aumentos salariales: de 4.000 dólares mensuales, últimamente pasó a 10.000 mensuales. Pero, al parecer, esta vez le salió el tiro por la culata. Metió a los herederos de Carlos Pérez Perasso (que fue director de El Universo y un hombre de mentalidad abierta) y se negó a una rectificación de sus afirmaciones. Pretendió pasarse de vivo al renunciar a su cargo de editor de opinión (¿renuncia con piola?) y propuso  que el propio Presidente redacte la disculpa que exigía para retirar la acusación (y por lo tanto, dejar en nada el juicio), lo cual fue considerado como un agravio al sentido común.

 

Tenaz es el término que mejor refleja la actitud poco menos que fundamentalista que han reflejado los medios que se identifican con el sistema imperante y que yo los considero “sipianos” (de la SIP-CIA) No hay día en que estos medios (impresos, radiales y televisivos) no critiquen y “denuncien” al Gobierno de la “Revolución Ciudadana” El Comercio de Quito, siguiendo sus mejores tradiciones (José Peralta los denuncia como uno de los inspiradores y promotores del asesinato y arrastre de los Alfaro (1912) que introdujeron en este país, la revolución liberal) no descansa en ese afán de encontrar “todo mal” Y para este medio comunicacional tienen mucho más valor las voces disonantes antes que las mayorías democráticas. Tienen más voz los voceros o abogados  de los defensores de la “democracia y la libertad” que son dos términos que ellos suelen proclamarse dueños absolutos.

 

Es la aplicación de la política retrógrada que es implementada por los medios masivos de comunicación del sistema contra todo gobierno, por más tibio que sea, pero que plantee reformas que toquen los privilegios de las oligarquías criollas; oligarquías que han estado muy acostumbradas a mandar y a que nadie les mande. Son , en definitiva, una vanguardia del sistema neoliberal imperante, en el mudo entero. Y lo hacen con total desparpajo, sin pararse a pensar siquiera que esa actitud, les ha llevado a perder credibilidad; una credibilidad que antes (hace unas décadas) les permitía mantener a las sociedades sumisas.

 

Quito, julio 21/2011

Nota adicional: Pudiera pensarse que, durante el actual Gobierno (desde enero del 2007) se ha legislado para tratar de condenar a los medios y sus sirvientes de opinión. La legislación viene desde hace décadas; ha sido poco aplicada, entre otra razones, porque exige un alto grado de egresos (en abogados, peritos y “gastos judiciales”) y gran dosis de paciencia, ya que un juicio, en tres instancias, puede durar años. Pregunto: ¿algunos de los que hoy reclaman airados por la sentencia expedida, reclamaron también cuando, por ejemplo, fue condenado el articulista del diario sipiano El Comercio de Quito, Dr. Rodrigo Fierro, enjuiciado nada menos que por el dueño del país (ya fallecido) ingeniero mecánico León Febres Cordero R.?

22
Jul

El caso de Emilio Palacio, por Guillermo Navarro Jiménez

emilio palacio, caso emilio placio

Como era previsible, la sentencia o cualquier sentencia que hubiese sido dictaminada por cualquier juez, por atropello a la dignidad, al honor o a la intimidad de una persona, indiferentemente si se tratase del Presidente de la República o de cualquier otro ciudadano, ha provisto de armas a los medios de comunicación social para armar una matriz de opinión, supuestamente, en defensa de la libertad de expresión. Igualmente, era previsible que intelectuales, antaño militantes, pasajeros pero militantes al fin de la izquierda política e ideológica ecuatoriana, por el nerviosismo propio de su condición psicosocial que les induce al sometimiento ante el poder que ayer decían combatir, se sumen al coro de los supuestos defensores de la libertad de expresión. Todos estos corifeos, a pesar de la seguridad con la que opinan en contra de la sentencia emitida en el caso de la demanda planteada por el Presidente de la República en contra del periodista Emilio Palacio y los directivos del diario El Universo, ni por asomo reflexionan sobre las causas que determinan este tipo de conflictos y falsas soluciones. Olvidan, deliberadamente o no, sobre una realidad incontrovertible: que la sentencia es sólo el efecto de un comportamiento, de una conducta inaceptable, enraizada en determinados comunicadores, los cuales, prevalidos por su condición y por la capacidad de la que disponen para difundir su pensamiento en los medios que los emplean, precisamente para ello o por ello, en forma constante agreden al conjunto social o a ciudadanos en particular, hasta ayer, casi seguros de que gozaban de impunidad ante tal reprochable e inaceptable conducta.

Pero no sólo ello, hoy acuden presurosos a triquiñuelas sobre el uso del lenguaje, para tratar de convencernos de que el texto de Emilio Palacio no implicaba una acusación cierta. Que la directa acusación de crímenes de lesa humanidad, que no prescribe como lo expresara Emilio Palacio, no es una acusación gravísima, una calumnia de marca mayor. Para tratar de esconder la felonía, ocultan que de acuerdo al Estatuto de la Corte Penal Internacional, artículo 7, establece:
"Crímenes de lesa humanidad
1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "crimen de lesa humanidad" cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque:
a) Asesinato;
b) Exterminio;
c) Esclavitud;
d) Deportación o traslado forzoso de población;
e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional;
f) Tortura;
g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable;
h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte;
i) Desaparición forzada de personas;
j) El crimen de apartheid;
k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física".
Si conciudadanos, sólo a este contenido se refirió la acusación que realizó Emilio Palacio al Presidente Correa.

Luego de esta lectura, ¿Habrá alguien que considere que este tipo de acusación, no constituye una gravísima calumnia?. ¿Habrá alguien que considere que por este tipo de acusación, por la sola condición de ser periodista, no debe responder un ciudadano? ¿Habrá alguien que no entienda que el desenlace al que hacemos referencia, no es más que una consecuencia de una acción irresponsable, calumniosa? ¿Habrá alguien que dude sobre la necesidad imperiosa de que los comunicadores, los periodistas, todos los eferentes de mensajes comunicacionales nos sometamos a normas de conducta, a normas deontológicas? ¿Habrá alguien que considere que la libertad de expresión no tiene límites? ¿Habrá alguien que dude sobre la necesidad imperiosa de que la Ley de Comunicación contenga taxativamente las normas deontológicas que todos deberemos respetar? ¿Habrá alguien que dude que la responsabilidad ulterior es un principio a considerar?
Seguro que si lo hay, ya empezaron, ya se inscriben en la campaña mediática que, para tratar de justificar sus atropellos, en forma deliberada distorsiona la normativa nacional o internacional, y afirma, sin rubor alguno, que, según ellos, el alcance de sus acciones incluye potenciales afectaciones a la intimidad de los funcionarios escrutados. Lo que no dicen, lo que ocultan es que el mayor escrutinio público  al que deben someterse los funcionarios públicos, en lo referente a la intimidad, sólo procede cuando esta intrusión  está ligada, vinculada a su gestión pública. Por lo que y en consecuencia, la agresividad y la calificación pública que ejercen y asignan a actos privados no ligados a la gestión pública, debe ser denunciada por constituir un comportamiento por el cual deberán responder, incluso ante la justicia.
Por todo ello, es necesario afirmar que la demanda del Presidente de la República y la subsecuente sentencia, como lo plantean los medios de comunicación social, los comunicadores comprometidos con el poder mediático y los intelectuales que migraron bajo el ala del poder, no constituye el elemento central de este debate. Que tampoco lo es una supuesta restricción a la libertad de expresión. Que el tema central es la necesidad de que todos asumamos normas de conducta que permitan mejorar la acción comunicativa, la calidad dialogal de la sociedad en su conjunto. Ya que, sólo con ello y sólo entonces evitaremos atropellos de los comunicadores que desatarán demandas. Sólo con ello y sólo entonces los medios y los comunicadores no generarán conflictos, de los cuales luego tengan que arrepentirse.

 

Quito, 21 de julio del 2011

18
Jul

Robo del Códice Códice Calixtino de la Catedral de Santiago de Compostela

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Santiago de Compostela, España – Un extraño robo ocurrió en la Catedral de Santiago de Compostela, donde desapareció el Códice Calixtino, que se considera como un tesoro histórico, por las narraciones que guardan relación con las peregrinaciones del Apóstol Santiago hasta la península Ibérica, junto al legado patrimonial dejado en las páginas de los manuscritos.

De acuerdo a la policía, el robo fue premeditado y ningún funcionario de la catedral se percató de la desaparición del manuscrito hasta el martes en horas de la noche, dando inicio a una búsqueda por todo el templo católico sin lograr éxito. El manuscrito está fechado cerca del siglo XII y su custodia se realizaba en la misma catedral bajo estrictas medidas de seguridad.

La finalidad del hurto estaría en la posible venta del texto, situando su precio base en 100 millones de euros, por tratarse de un libro único en su publicación al no existir más copias del documento. La policía se encuentra indagando los canales de venta formales e informales con el fin de interceptar la posible salida del país del texto. Además, según historiadores y varios académicos, esta pérdida, de por sí, ya es una pérdida irreparable por los posibles daños que pudiese sufrir por la extracción del documento sin las medidas de seguridad necesarias.

Fuente: Wikinoticias

14
Jul

¡Es el trabajo asalariado, estúpido!

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Una recaída en la recesión económica está en marcha en el mundo industrializado. Los niveles reales de desempleo en Estados Unidos están por las nubes. No se trata ya de cesantía a corto o mediano plazo, sino del aumento de un desempleo crónico, que supera los dos años y alcanza hasta los cuatro años y que rememora los niveles de desempleo durante la Gran Depresión de los años 30 del siglo 20, y quizás por eso la Oficina de Estadísticas Laborales de Washington ha decidido reincorporar en sus estadísticas a los cesantes que están más de dos años sin empleo (1). En junio pasado la tasa oficial de desempleo en Estados Unidos fue de 9.2 por ciento. La tasa ampliada, llamada U6, estaba por encima del 17 por ciento, y si se utiliza la antigua definición de desempleo del Departamento del Trabajo estadounidense (SGS-Alternate, abandonada en 1994 pero utilizada aún por economistas para calcular la cesantía a corto, mediano y largo plazo) es de 22.8 por ciento de la fuerza laboral del país (2).  Y dejaremos de lado el subempleo o empleo a tiempo parcial, que afecta a una creciente proporción de trabajadores y en las estadísticas oficiales es considerado como “empleo” a tiempo completo.

La situación es similar en países europeos no afectados directamente por la “crisis de la deuda”, como Francia o Gran Bretaña, donde las estadísticas oficiales tampoco computan el desempleo a largo plazo, la exclusión definitiva del mercado laboral y el subempleo. Pero la situación laboral es y será mucho peor en los países afectados por la crisis de la deuda y que están siendo obligados a aplicar severos programas de austeridad, como Grecia (16 por ciento de cesantía sin computar el desempleo a largo plazo y la imposibilidad para los jóvenes de incorporarse al mercado laboral) o España (21 por ciento de desempleo oficial), para citar dos casos.
Y el crecimiento anémico de la economía real apunta a que lejos de disminuir la cesantía aumentará en los meses venideros.
Más desempleo, mayores ganancias
El 5 de julio pasado el diario The Wall Street afirmaba que mientras la economía estadounidense está pasando por una de “sus más lentas recuperaciones desde la Gran Recesión”, las grandes empresas están listas para reportar “sólidos ingresos para el segundo trimestre, exponiendo una dicotomía entre el comportamiento de las corporaciones y la salud general de la economía”.
Dicho de otra manera, mientras que los salarios y beneficios laborales constituyen actualmente el 57.5 por ciento de la economía –en baja respecto al 64 por ciento que esta parte representaba hasta mediados de la década pasada, según la agencia AP-, y el desempleo se mantiene o es superior a los niveles de la Gran Recesión del 2008-2009, las grandes empresas están ya en la fase de auge que en la salida de recesiones anteriores manifestaban una fuerte recuperación económica.
A esta presentación de aumentos en las ganancias trimestrales se añade el hecho de que en Estados Unidos las empresas están ‘sentadas” en más de un billón y medio (1 500 000 000 000) de dólares porque –según el economista y Nóbel Paul Krugman (3)- no “ven” una demanda de parte de los consumidores. Mientras tanto los bancos disponen de reservas excedentes por otro 1.5 billón que no están prestando.
El analista Stephen King escribe en The Independent (4) sobre la falta de creación de empleos y el anémico crecimiento (2.0 por ciento) de la economía estadounidense que persiste desde la presidencia de George W. Bush en Estados Unidos, y señala que las empresas que están “sentadas” en ese billón y medio de dólares prefieren ahorrar ese capital en lugar de invertirlo, destacando que cuando deciden invertir prefieren hacerlo en China y Brasil en lugar de su propio país.
En el caso de las “economías avanzadas”, exceptuando el especifico caso alemán, no se trata de una “recuperación económica sin creación de empleos”, como avizoraban algunos economistas para la “salida” de la Gran Recesión del 2008 y 2009, sino de una vigorosa “recuperación de beneficios” de la clase capitalista en medio de un evidente estancamiento económico que amenaza convertirse en una nueva recesión global por la aplicación generalizada de políticas fiscales de austeridad, por el creciente desempleo y subempleo, y la consiguiente baja del consumo.
¿Por qué las economías capitalistas no crean empleos?
Ya no se puede dudar de los efectos que sobre el empleo produjo la revolución informática y la automatización de la producción, que en las últimas cuatro o cinco décadas permitieron aumentos inimaginables en la “productividad” –la producción de bienes o servicios respecto a la cantidad de mano de obra empleada en ella- y aseguraron la rentabilidad de las empresas transnacionalizadas en sectores cada vez más concentrados y sometidos a una competencia extrema.
La contraparte de esta revolución en el modo de producir fueron los despidos masivos en los centros industriales del capitalismo y, con la liberalización del comercio y las inversiones desde hace poco más de una década, la mudanza también masiva de la producción industrial de artículos de consumo hacia países de Asia, en particular China.
Este proceso para reducir los costos de mano de obra, que al comienzo afectó a la producción industrial de bienes de consumo directo, se ha ido propagando a ramas de la producción de bienes de capital, como las maquinarias y componentes de los mecanismos destinados a la producción.
En los países avanzados, como puede observarse desde hace más de tres décadas en Japón, Alemania, Estados Unidos, Canadá y Francia, entre otros más, la carrera de las empresas por reducir costos laborales para obtener la máxima rentabilidad posible llevó inexorablemente a reemplazar donde fuera posible los trabajadores y los empleados de servicios por la maquinaria e informática de todo tipo imaginable: las sofisticadas excavadoras, grúas, topadoras, los camiones gigantes y demás maquinarias sustituyeron a millones de trabajadores de la construcción, la minería y la explotación forestal, para citar tres casos.
Esto podría extenderse a prácticamente todas las ramas del sector primario, de la minería a la pesca y la agricultura, que tuvieron que adaptarse a la aplicación de métodos industriales generados por esta revolución científico-técnica, lo que explica que para crear un empleo real en esas ramas se requiere de una millonaria inversión en maquinaria y equipos. Y lo mismo sucedió con el sector secundario, las industrias productoras de bienes.
El sector terciario, los servicios, se suponía iba a ser la panacea del empleo que reemplazaría con salarios decentes y empleos estables a los desaparecidos empleos industriales. En efecto, durante las últimas décadas el crecimiento de ese sector fue reemplazando en términos de creación de empleos a los declinantes sectores, como la agricultura, minería y la industria.
Pero en realidad la informática se infiltró en todas las esferas de los servicios -con las computadoras, impresoras, copiadoras y sofisticados sistemas de telecomunicación que multiplicaron la capacidad de trabajo en las oficinas de todo tipo; en los bancos con la recepción y el retiro de dinero a través de “cajeros automáticos” y no de las cajeras o cajeros de carne y hueso; lectura óptica de precios que redujo el número de cajeras en los centros de comercio, por ejemplo- con el consiguiente efecto de reducir el número de puestos y el nivel de los salarios. Y el alto desempleo unido al empobrecimiento de la clase trabajadora hizo que se multiplicaran en la última década los empleos muy mal pagados en los McDonald y Wal-Mart de este mundo.
La retroalimentación de los efectos coyunturales y estructurales
En suma, en los países capitalistas avanzados donde las grandes empresas privadas están “sentadas” en billones de dólares no hay demanda  de los consumidores que permita la reactivación de la economía real porque no es posible ni rentable, en términos capitalistas, generar una masa crítica de nuevos empleos con salarios decentes, o aumentar los salarios en términos generales, para elevar el consumo de bienes.
Y como no hay falta de capitales para inversiones en el sector privado se puede dudar de la coherencia de querer aplicar, como proponen muchos respetados economistas, las recetas keynesianas, de que las inversiones públicas sustituyan la ausencia de inversiones de capital del sector privado.
Más aun, las inversiones públicas para la construcción y reparación de las infraestructuras no tienen efecto multiplicador en materia de empleos porque esa rama de la construcción, que hace tiempo ha pasado a manos del sector privado en todo el mundo capitalista, ha hecho todo lo posible para aumentar al máximo el empleo de maquinaria y reducir al mínimo el número de trabajadores empleados. Y a menos que el sector público se involucre en le reactivación de otras ramas y sectores dominados por la inversión privada, asumiendo un papel gestor de la economía como se está viendo el países de Sudamérica, la creación de empleos seguirá siendo un objetivo ilusorio.
A los problemas estructurales del capitalismo avanzado se unen los problemas coyunturales, la deuda pública producto de la socialización de las pérdidas del sector financiero y de los planes de reactivación de la economía durante la pasada Gran Recesión, y el papel dominante que está jugando el capital financiero para apropiarse de una renta en todas las situaciones posibles.
En suma, el capitalismo y el trabajo asalariado son inseparables. El trabajo asalariado permite al capitalista crear la plusvalía y los salarios constituyen el único medio por el cual, a través del consumo, los capitalistas pueden realizar esa plusvalía. No hay capitalismo sin trabajo asalariado, y menos aun puede pensarse en un capitalismo pujante con tasas de desempleo crónico, con un empobrecimiento creciente de todas las clases trabajadoras y los jubilados, y perspectivas nulas de trabajo para los jóvenes como las actuales.
Si los partidos políticos tradicionales “no quieren ver” esta situación, porque están aliados con la oligarquía financiera y los monopolios de los grandes medios de comunicación, como dice el analista Max Keiser (5), los jóvenes y menos jóvenes indignados y por indignarse están empezando a verla muy claramente, como lo expresan sus frases en las recientes manifestaciones en España: "Tu 'Botín', mi crisis"; "Democracia ¿dónde estás?"; "Esta crisis no la pagamos"; "Zapatero, lacayo de los banqueros";"Contra la privatización de los servicios públicos"; "Tejiendo barrios, cambiando el presente"; "Manos arriba esto es un contrato"; "La patronal nos quiere esclavizar"; "¿Izquierda o derecha? Este país está envejecido. Busquemos una alternativa"; "Un banquero se balanceaba sobre la burbuja inmobiliaria..."; "Se vende: Estado del Bienestar": "Pienso, luego me indigno"; "Me gustas cuando votas, porque estás como ausente", "Sin vivienda no hay viviendo", "Se alquila esclavo económico", "Rebeldes sin casa", "Sin miedo habrá futuro", "Más educación, menos corrupción".
La Vèrdiere, Francia
- Alberto Rabilotta es periodista argentino.
Notas:
4.- http://www.independent.co.uk/news/business/comment/stephen-king/stephen-king-unemployment-picture-shows-that-the-us-economy-has-lost-its-vigour-2311791.html?service=Print
7
Jul

Somos mala especie

 

Bertrand Russell sostenía que la envidia es una de las más potentes causas de infelicidad. Siendo universal es el más desafortunado aspecto de la naturaleza humana, porque aquel que envidia no sólo sucumbe a la infelicidad que le produce su envidia, sino que además alimenta el deseo de producir el mal a otros. <br> http://es.wikipedia.org/wiki/Envidia

Bertrand Russell sostenía que la envidia es una de las más potentes causas de infelicidad. Siendo universal es el más desafortunado aspecto de la naturaleza humana, porque aquel que envidia no sólo sucumbe a la infelicidad que le produce su envidia, sino que además alimenta el deseo de producir el mal a otros. http://es.wikipedia.org/wiki/Envidia

Acabo de concluir la breve crónica sobre la “Revolución Ciudadana” y sus primarias, que he venido publicando en mi blog. Sin duda quedó mucho por decir, pero en atención al medio utilizado (como ustedes saben, los textos demasiado largos en Internet agotan y dispersan la concentración), he preferido resumir en la medida de lo posible.

El grave conflicto que implica juzgar un gobierno al que pertenece cualquier persona que ejerza un cargo público, es una “limitante” que afortunadamente no me atañe. Pero pienso en la miríada de personas que, por proteger su empleo y en consecuencia a su familia, prefieren callar lo evidente, prefieren lassez faire, (y no me vengan con los “egoísmos responsables” de Adam Smith) porque el que agacha la cabeza y se queda chito, pasa bien y quizás con el tiempo, sigue trepando. No es una acusación personal: es simplemente declarar los hechos, explicitar lo evidente.

¿Para qué?

En una sociedad envidiosa, egoísta y zancadillera como la nuestra, somos cangrejos y aquí nadie se sale de la olla. No es el gobierno: no es el alcalde, ni el presidente de turno, ni el yanqui a cargo de gringolandia, sea pintón o maduro, no. SOMOS NOSOTROS.

Porque odiamos ver brillar al resto y nos quedamos callados ante la injusticia: Nos conviene permanecer en silencio para 'evitar' problemas. Porque somos cobardes.

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Fuente:iberoamericana-covarrubias.com

Porque queremos llegar muy alto pero en teleférico, sin despeinarnos.

Pero ustedes se preguntarán:

¿Para qué toda esta andanada de insultos?

No son insultos, es mostrar una simple realidad cotidiana. Lacerante pero real. Otra cosa es que nuestra realidad sea insultante.

Es que TODOS somos así. ¡Todos queremos llegar a la cima en teleférico y una revolución o simplemente el progreso personal no se ejecutan a caballo del sofá, control remoto en mano! Hay que integrarse, aunque sea para discutir, que algo saldrá de bueno de todo ello. Hay que remangarse la camisa por construir a pulso el país que queremos: sudar camiseta para no quejarnos luego de que las cosas andan mal, de que el gobierno es infame, de que marchamos en nuestro propio terreno y todas las frases prefabricadas de siempre, lanzadas desde el ángulo oscuro.

Es allí donde cabe la pregunta: ¿Por qué es PECADO CAPITAL discrepar si uno está dentro del gobierno, o del partido gobiernista? Porque somos mediocres, porque (como guaguas) carecemos de la madurez para aceptar una crítica, sea buena o mala. Porque nos gusta la gente agachada, aindiada en el sentido de Icaza, que aguanta callada que le pateen el cuerpo y el alma. Porque siempre jugamos a dos bandas y nos aterra que nos pillen en pecado. Porque nos gusta que nos digan cosas lindas, que nos mientan, que nos digan que estamos guapos aunque estemos horribles y a punto de tomarnos la foto.

Pero discrepar creativamente es construir y eso es difícil de entender si uno está en el ángulo oscuro de la mezquindad.

Porque quiero dejar atrás la envidia, por eso escribí esta crónica: porque no quiero que me den jugando el partido, porque me gusta hacerlo, y porque quiero y puedo sudar mi camiseta tricolor.

7
Jul

El mundo sigue girando...

tree-kid

Siembra un árbol, y cuidalo, si quieres cobijarte algún día bajo su sombra.

 

Tomo las palabras de un amigo al que conocí en el trajín político para el título de esta portada. Las iniciativas políticas van y vienen constantemente. Unas prosperan y evolucionan hasta límites inesperados, mientras otras se quedan atrás, y se recuerdan alguna tarde entre amigos como una anécdota, con un café o un martini de por medio, quizá con algo de nostalgia de lo que pudo ser y no fue, como dice la canción.

Sigue girando sin duda, pero ante todo muta, cambia, y con un poco de afán, evoluciona. Ese es el objetivo precisamente en esta nueva etapa del blog: mejorar, subir en la espiral del conocimiento de una sociedad compleja, en la que la naturaleza humana juega el rol de piedra angular. No se trata de caer en sentimentalismos, o menos en adolescencias políticas como la de culpar a José o a Juana de la media tinta o el fracaso de cualquier proyecto político, porque en el fondo es la sociedad en su conjunto (con su cultura, su madurez social y política) la que determina sus productos: si la sociedad está preparada para el reto, sus miembros lo asumen como propio, planean la mejor forma de ejecutarlo y echan a andar con entereza aquello que sus corazones y sus mentes crearon, con tenacidad y perseverancia.

Pero para llegar hasta la cima de esa montaña hay que conocer el camino, y el único medio posible, en este caso, es el conocimiento de nuestra realidad política y social, a través de la voz de cada uno de sus líderes, de sus ideólogos, en su lucha diaria por armar un rompecabezas cuyas piezas incluso aún no existen en algunas partes del paisaje que se pretende completar. La construcción intelectual que políticos e intelectuales proponen, crea las piezas resultantes, justo por su capacidad de prevenir al grupo sobre la ausencia de estas. Precisamente ese es el objetivo de este blog: contribuir en la construcción de las piezas que faltan para armar el enorme rompecabezas de la realidad política ecuatoriana, con su estremecedora realidad, sin perder de vista las piezas que le faltan a la especie humana para completar un mapamundi que a veces raya en la demencia.

Lo mejor de todo, es que este juego se enlaza de la manera más entretenida con otro divertimento para privilegiados: el ajedrez político, el anfiteatro donde se emplean, o se usan de papel sanitario, los conceptos que se construyeron en la etapa previa. ¿Hasta qué punto el socialismo, por ejemplo, ha aterrizado en el ajedrez político local, para lograr armar el rompecabezas que nos propusimos inicialmente?

Es allí, estimad@s lectores y lectoras, donde encaja la sociedad, política por naturaleza, desnuda en sus instintos, tal como siempre, desde que el homo sapiens posó sus desnudos pies sobre esta enorme esfera azul. Es allí donde las iniciativas políticas se nutren, crecen y fructifican, o mueren de hambre y olvido.

Bienvenid@s al blog.

LAM

 

4
Jul

La cultura del papel

Es curioso observar la dificultad que tienen hoy en día los curadores europeos para conservar la enorme documentación que han generado cientos de generaciones occidentales a partir de la introducción del papel en el Viejo Continente, como instrumento de conservación de la memoria colectiva, con el refinamiento posterior de  la máquina de Gútemberg.

 

En estos últimos años, han creado diversos métodos, realmente ingeniosos algunos de ellos, que permitirán a las generaciones siguientes, y por supuesto a la actual, observar el pasado, documento en mano, manipulable y susceptible de análisis físico en sorprendente nivel de detalles. El objetivo es mirar a través de la opinión documentada de miles de escribanos o impresores, muy ufanos en dejar constancia de la historia, o simplemente de sus negocios, componendas, contratos y por supuesto, obras maestras de la literatura.

 

Naturalmente queda en manos del investigador el  contrastar lo documentado con la memoria oral, que por desgracia no siempre concuerda con lo suscrito, pero ayuda a sacar en limpio los hechos genuinos, o al menos a tener una idea más cabal de ellos.

 

Otras culturas comprendieron la dificultad de heredar el conocimiento al porvenir y se decantaron por otros medios que, curiosamente, bajo la visión de la cultura imperante, parecieran no sólo primitivos, sino absurdos. Sin embargo, resulta que al cerrar caja, los resultados más eficientes ¡Oh ironía del pensamiento científico!, fueron aquellos que utilizaron los caldeos, los mayas, los egipcios: la vulgar roca, por su durabilidad y dureza. Vale tomar en cuenta que a los Incas el tiempo les quedó demasiado apretado como para ponerse a relatar su epopeya, o al menos eso nos hicieron creer, pero se dieron modos para crear una memoria viva en su sociedad, que perdura hasta nuestro siglo… El caso es que la piedra nos ha permitido dilucidar un pasado remoto y entenderlo en la medida en que consienten los retazos de historia allí descritos, pero es que en realidad aún hoy en día es imposible crear un registro completo de los millones de sucesos que ocurren a diario y que merecerían anotación.

Aprovecho para echar a volar la imaginación y conjeturar cómo podrían ingeniárselas unos arqueólogos de aquí a mil años para encontrarle significado a un “disco brillante y tornasolado”, a no ser (según miramos cualquier objeto antiguo hoy en día, por supuesto), como un adorno ceremonial de las-hembras- de-la-especie, previo a la conflagración apocalíptica, parte del período Pre-Destructio-Bio-Nuclear-Homini.

 

 

¿A dónde voy? Para empezar, la historia siempre fue escrita por aquellos que detentan el poder, de modo que eternamente conservará, en mayor o menor medida, sesgos creados por intereses particulares. Segundo, que la civilización actual está convencida de su permanencia, y ha construido artefactos que aparentemente conservarán la memoria colectiva para siempre, sin considerar que quizá en mil años sea muy difícil encontrar un enchufe de 110 voltios, 60 hercios, para disfrutar en pantalla gigante la descripción del vibrante mundo actual: porno, películas de acción y hectolitros de sangre.

 

¿No será que en definitiva afilamos demasiado los dientes para devorar el presente, dejando al futuro que se las ingenie para buscar el enchufe?

Quizá no es tan cierto aquello que dicen: el papel aguanta todo…

 

4
Jul

Terminator: El fin del mundo patrocinado por Monsanto y la manipulación genética

En 1998, el grupo ETC (entonces llamado RAFI) denunció la existencia de patentes sobre una tecnología que llamó Terminator. Se trata de una tecnología transgénica para hacer semillas suicidas: se plantan, dan fruto, pero la segunda generación se vuelve estéril, para obligar a los agricultores a volver a comprar semilla en cada estación. Fue desarrollada por la empresa Delta & Pine (ahora propiedad de Monsanto) con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Monsanto no es la única: cinco de las seis trasnacionales que controlan las semillas transgénicas plantadas a nivel mundial tienen patentes tipo Terminator. Syngenta es la que tiene mayor número de ellas.

Las empresas que desarrollaron esta aberrante tecnología la llamaron "Sistema de Protección de la Tecnología", porque es para promover dependencia e impedir que se usen semillas sin pagarles regalías por patentes. En sus primeros folletos de propaganda, aseguraban también que es para que "los agricultores del tercer mundo dejen de usar sus semillas obsoletas". En ese momento, mostraban claramente sus intenciones: terminar con las semillas campesinas y el irritante hecho de que la mayoría de los agricultores del mundo (campesinos, indígenas, agricultores familiares) usan sus propias semillas en lugar de comprárselas a ellas.

La tecnología suscitó un rechazo enorme e inmediato por parte de los movimientos campesinos y organizaciones sociales, y declaraciones de oposición de instituciones públicas de investigación y del entonces director de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, que afirmaron que es una tecnología indeseable. En el 2000, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB), adoptó una moratoria global contra la experimentación y uso de la tecnología Terminator, que sigue vigente. Posteriormente, varios países comenzaron a discutir legislaciones nacionales para asegurar el cumplimiento de la moratoria. Brasil e India, prohibieron en sus leyes nacionales el uso de la tecnología Terminator.

Pero Terminator es uno de los sueños más preciados de las trasnacionales semilleras y no han renunciado a él. Les daría una gran ventaja para aumentar sus monopolios y la dependencia de los agricultores. Poco después de la prohibición en Brasil, los grandes latifundistas de ese país, clientes y compadres de Monsanto, Syngenta y demás trasnacionales de transgénicos, presentaron una propuesta legislativa para eliminar la prohibición, rechazada en varias comisiones, pero aún en trámite.

Además, las trasnacionales de transgénicos se movieron agresivamente para terminar la moratoria de Naciones Unidas contra Terminator, proponiendo a través de gobiernos amigos como Canadá, un párrafo para evaluar la tecnología Terminator "caso por caso", que daría fin a la moratoria en la octava Conferencia del CBD en Curitiba, Brasil, en 2006.

En la sesión de CDB en 2006, México apoyó terminar la moratoria, irónicamente a través de un representante de la Comisión Nacional de Biodiversidad. Casualmente, es la misma persona que ahora desde la Comisión Nacional Forestal promueve proyectos REDD, también con un efecto devastador para las comunidades. Fue aislado por el resto de países de todo el Sur global.

En 2006 en el CDB en Curitiba, la Vía Campesina y organizaciones de todo el mundo se levantaron y protestaron masivamente para defender la moratoria internacional. En particular, las acciones de las mujeres de la Vía Campesina, que interrumpieron las sesiones de la ONU en una conmovedora acción pacífica en defensa de las semillas, determinó que el CDB mantuviera y reforzara la moratoria contra la tecnología Terminator.

No obstante, las trasnacionales siguen atacando y disfrazan sus razones, vías y representantes. Ahora afirman que Terminator es para la "bioseguridad", una falsedad.

En la decima Conferencia del CBD en octubre 2010 en Nagoya, Japón, nuevamente el gobierno de México intentó eliminar la moratoria global contra Terminator, ahora como si fuera un tema administrativo, de decisiones que ya no tenían vigencia. No lo logró porque muchos otros países lo impidieron, pero mostró sus intenciones y a quién le es fiel.

En Brasil, a la propuesta de los latifundistas se sumó la del diputado Cándido Vaccarezza del partido gobernante (PT), para eliminar la prohibición de Terminator. La propuesta de Vaccarezza fue redactada por una abogada que trabaja para Monsanto, según denunció con pruebas fehacientes el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil en diciembre 2010. La propia abogada tuvo que reconocerlo. La propuesta está actualmente en discusión en una comisión del Congreso, creada especialmente para agilizar su discusión.

Los movimientos y organizaciones están alertas. En junio 2011, en la 10ª. Jornada de Agroecología de la Vía Campesina, en Paraná, Brasil, los más de 4000 participantes de todo el país, expresaron su rechazo a esta propuestas. Una semana después, se presentaron y rechazaron estos intentos de legalizar Terminator, en las reuniones internacionales de preparación de los movimientos sociales y sociedad civil hacia la conferencia mundial Río+20, en Río de Janeiro, con cientos de delegados participantes.

Brasil presidirá el próximo año la Río+20, una conferencia mundial de ONU que debe revisar los compromisos ambientales, a 20 años de la Cumbre de la Tierra en 1992. Además, Graziano de Silva, que viene del gobierno brasilero, acaba de asumir la dirección de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO). Lo menos que puede hacer Brasil para ser responsable con ambos cargos, es mantener la prohibición contra Terminator a nivel nacional e internacional, por ser una de las mayores amenazas a la soberanía alimentaria y a la biodiversidad. Cualquier otra cosa, sería un suicidio.

Silvia Ribeiro es investigadora del grupo ETC

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