Por Luis Alberto Mendieta
Diciembre. Fiestas del primero al último día y así todos los años, mientras Quito esté en pie o llegue el fin del mundo, lo que ocurra primero. Que si fiestas de “fundición”, que pases de niño (y una que otra “niña”), navidad y noche vieja. Todo es baile y copas que se elevan con euforia y fruición.
Este año, entre fiesta y fiesta, la empresa privada, los partidos de derecha y extrema derecha organizaron un lindo partido de fútbol barrial para crear su propia versión de lo que ellos llaman “libertad de prensa”, mientras al gobierno le tocó entrar al partido sin querer queriendo. El encuentro terminó con la novedad de que los “Forajidos” de Rafaelito se dejaron meter tremendo golazo, orquestado sin mucho arte por “los Garrotes Montoneros” de Cynthia en el medio campo, para finalizar el encuentro con la manito de Maradona de Jorge Glas en un polémico autogol con sabor a golazo en el arco contrario. Estos son los hechos:
Por un lado, la derecha se resiste a que se le quite una herramienta muy poderosa, que ha sujetado con ambas manos hasta el día de hoy, usándola como herramienta de extorsión política e infernal máquina de retorcer la verdad, privatizándola de paso.
Por el otro, al gobierno, presuntamente de izquierda (¿centro-derecha-izquierda-derecha-izquierda-centro quizás? Quién sabe…), por obra y gracia de algún fanático del “equipo de trabajo” de la revo ciudadana, vaya usted a saber quién, el caso es que al tipo se le han quedado en la totuma los humos de alguna bebida (o sustancia) espirituosa, y ahora tiene en su corazoncito la ilusión de crear no sólo un reality show, sino una nación “Gran Hermano”.
Mientras tanto, el Corcho tendrá que bailar con la más fea. ¡Maravillas de la política! Es la primera vez que alguien tendrá que pelear contra una mala tan buena…
Es necesario quitar la “teta” a la fanática derecha sin duda alguna, pero además es imprescindible arrancarnos de la mente un estado todopoderoso, nuevo dueño de la verdad por ley o por decreto. Mientras tanto, la intelectualidad de izquierda mira el partido desde las gradas, cafecito en mano.
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