14
Oct

Que se vaya, por Alejandro Moreano

Siempre me negué a considerar al Régimen actual como expresión del carácter o el temperamento del Presidente. ¿Gobierno autoritario por que el Presidente es ególatra, y de temple despótico?
Sería algo tan absurdo como analizar al nazismo como manifestación de la esquizofrenia paranoide de Hitler. Sabemos muy bien que el régimen nazi fue la expresión concentrada de los Krupp, los Gerben y el gran capital alemán, interesados en un nuevo reparto colonial del mundo. El “pintor de brocha gorda” fue el títere del inmenso poder creado con la segunda revolución industrial, y al final, luego de la derrota, el chivo expiatorio necesario para salvar el pellejo a los jerarcas del gran capital, ninguno de los cuales fue siquiera mencionado peor condenad en los juicios de Núremberg.
Gramsci señalaba que hay que distinguir, entre los actos de la escena política, aquellos que son orgánicos en tanto expresión de las determinaciones de la estructura. Tales acontecimientos, insistía Gramsci, son los fundamentales, para definir una estrategia insurgente, por encima de los hechos que son o pura propaganda o meros cambios tácticos de las fuerzas del poder o “errores de los gobernantes”.
Pero he aquí que los “errores de Correa” se están convirtiendo en el contenido central de la política. Primero fueron los yerros en torno a la decisión de producir petróleo en el Yasuní, el área de mayor diversidad del mundo, luego de varios años de propaganda en contra de la explotación. Y de haber ganado prestigio mundial por tal posición. Amén de la decisión, la propaganda y las intervenciones de Correa fueron en extremo desacertadas y provocaron que amplios sectores de correístas cuestionen la decisión y se pronuncien por mantener la intangibilidad del Yasuní.
Ahora, la intemperancia de Correa lo lleva a lanzar denuestos contra las asambleístas de Alianza País que se pronunciaron en contra de la penalización del aborto y por reconocer los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en un acto de coherencia con su propia condición humana. Correa las llama traidoras y desleales y anuncia que no permitirá la “despenalización del aborto” y que renunciaría en caso contrario.
Prepotencia, egolatría, soberbia, arrogancia, intemperancia, megalomanía, intolerancia, despotismo…. sin duda. Pero también ofuscación, perturbación, ceguera, testarudez, obstinación, obcecación, torpeza, ineptitud, incapacidad que está ahondando diferencias con su propio partido –en el momento en que parecía haber alcanzado la plenitud del poder- y, sobre todo, incrementando el descontento general de la población y la fortaleza de una oposición de izquierda con un programa mínimo decisivo: no al Yasuní y al extractivismo en general, por la despenalización de aborto y el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, contra el Código penal y otras medidas que están gestando un estado policíaco, por la soberanía alimentaria, la reforma agraria y el agua para los campesinos, el desconocimiento de las leyes de Educación que conculcan la autonomía universitaria y otras conquistas docentes y estudiantiles.
Luchas todas que conllevan la unión de las fuerzas populares: los pueblos indios aglutinados en la CONAIE, ECUARUNARI y otras, los campesinos de la FENOCIN, Fetralpi….., las organizaciones feministas tales como Mujeres Populares y Diversas, Luna Creciente… los estudiantes, los movimientos ecologistas………
Correa está uniendo a la oposición de izquierda. La derecha no tiene nada que hacer en esta lucha salvo tratar de pescar a río revuelto…
La causa es la intemperancia del Presidencia? Ambigüedad de Gramsci?. No, por supuesto. La intransigencia de Correa es solo la mediación por donde se expresa de modo concentrado las contradicciones estructurales actuales de la sociedad. De hecho, en este período están en juego los contenidos centrales del proyecto económico que representa Correa. El cambio de la Vicepresidencia a Jorge Glass fue un síntoma del cambio de una política de estabilidad del régimen en base a ciertos programas sociales a una política de grandes negocios en torno al petróleo y la minería y con el respaldo de nuevos grandes consorcios económicos como los Eljuri, y que marcan la consolidación de la agroindustria como eje de la estructura agraria, las importaciones para sostener la llamada seguridad alimentaria en contra de los pequeños productores interesados en la soberanía alimentaria.
El nuevo régimen requiere afianzarse con una suerte de Estado policíaco de control vertical sobre la sociedad. Y allí la intemperancia de Correa juega su papel preponderante.

caricatura bonil

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