23
Mar

Juan Paz y Miño: ¿Cuál es la Fecha Nacional?

pazyminoEste 2009 es el “Año del Bicentenario”. Se recuerda a la Revolución del 10 de Agosto de 1809 ocurrida en Quito, liderada inicialmente por una elite criolla, que desconoció al presidente de la Audiencia, Conde Ruiz de Castilla y que instaló una Junta de gobierno, todavía revestida de fidelidad al Rey. Se trató de un verdadero golpe de Estado, que inició el proceso de la independencia del actual Ecuador, que solo se alcanzó definitivamente 13 años más tarde.

La Revolución de Quito a su vez se extendió entre 1809 y 1812. Tras la primera Junta, tuvo dos momentos impactantes: el primero, la matanza de los próceres el 2 de agosto de 1810 y, el segundo, a partir de una nueva Junta, la reunión del Congreso de los Diputados, que estableció el Estado de Quito, creó sus funciones y aparatos y dictó la primera Constitución el 15 de febrero de 1812.

La Revolución de Quito no confrontó a unas autoridades con otras, como ocurrió en Bolivia, con las revoluciones pioneras de Chuquisaca y La Paz, anteriores a la quiteña. Bolivia celebrará, en mayo y julio, su Bicentenario. En Quito, en cambio, se suplantó la autoridad española por la de los criollos locales que la desconocieron y formaron un gobierno propio. El asesinato de los próceres fue un escándalo continental, que repercutió para que la Revolución de 1809 se convirtiera en un referente de la época. En Chile nació el nombre de “Quito, Luz de América”. Simón Bolívar se refirió a los sucesos quiteños y particularmente a la muerte de los próceres de agosto, como un hecho que había marcado la “guerra a muerte” contra los españoles. Y en el año 1810 se sucedieron revoluciones en México, Caracas, Bogotá, Santiago de Chile y Buenos Aires. Excepto en México, se instalaron en las otras ciudades Juntas similares a la de Quito.

Casi todas las Constituciones del Ecuador recogieron como fecha magna la del 10 de agosto. Era la fecha nacional. Fue la fecha que arrancó las luchas libertarias del pueblo ecuatoriano, que continuarían incluso después de la Independencia, a lo largo de los siglos XIX y XX y que persisten en nuestros días. El Bicentenario es una ocasión para revivir, aquilatar, pensar y afianzar la necesidad de que la revolución continúe, sobre la base de sus conceptos originarios: soberanía, libertad, representación, constitucionalismo.

Pero el Bicentenario también debe ser un motivo para afirmar que la fecha patria por excelencia es el 10 de agosto de 1809. Es necesario decirlo claramente. Porque son ciertas posturas regionalistas, las confrontaciones políticas y la falta de comprensión (y conocimientos) sobre la historia nacional y latinoamericana, los factores centrales que han conducido a que se adopten posiciones ambiguas, dudosas y hasta negadoras de la Revolución de Quito, que no lleva solo el nombre de la ciudad en la que se originó, sino el del país que entonces existía, que se llamaba Real Audiencia de Quito. Nombre que también, por cuestiones políticas y regionalistas, no se mantuvo al momento en que se fundó la República del Ecuador, el 13 de mayo de 1830.

9
Feb

Juan Paz y Miño: Bicentenario y política

pazyminoNo hay duda que la vida política y la situación de la economía son los dos grandes ejes que llenan las informaciones y el ambiente nacional. Ahora, con la inscripción de todas las candidaturas, los políticos “revivirán” como figuras centrales de los noticieros, para bien o para mal del país. Y me inclino a pensar que para mal. Porque el discurso de los políticos ecuatorianos (mas todavía conociendo a algunitos…), será nuevamente el tradicional: ofrecimientos de cambio, ataques interpersonales, halagos para el pueblo, autoproclama de ser los “verdaderos” representantes de los intereses nacionales, etc. y, sobre todo, ataques al gobierno, porque sin esa condición, corren el riesgo de ser acusados como “gobiernistas” o por lo menos “continuistas”.

Esa “cultura política” del Ecuador es una herencia del pasado y no será fácil revertirla. Debieran cambiar una serie de estructuras del país, para que los políticos adquieran racionalidad analítica, sustento argumental, proposiciones objetivas y, ante todo, fundamentos basados en un mínimo conocimiento histórico. El lenguaje y los métodos populistas, por ejemplo, no cambiarán mientras la pobreza, la miseria, el subempleo y el desempleo continúen como realidades condicionantes para el discurso “ofertista” de los candidatos.

Siendo este el Año del Bicentenario del 10 de Agosto de 1809, ¿qué valor le dan los políticos? Hace cien años, Eloy Alfaro tomó con seriedad la fecha. La celebró como elemento base de la identidad nacional. Dejó en claro que era la fecha magna de la patria. El monumento a la Independencia, en la Plaza Grande de Quito, quedó como homenaje simbólico, junto a otros monumentos y programas. En 1900, el Himno, la Bandera y el Escudo que tiene el Ecuador fueron consagrados, en forma definitiva, por Alfaro.

Los conceptos de soberanía popular, representación de los pueblos, autonomía, e independencia, el pensamiento ilustrado, la edificación del primer Estado con ejecutivo, legislativo, judicial y ejército propios, la primera Constitución, una amplia movilización popular, el ejemplo en Hispanoamérica, la lucha por la libertad, el sentido de identidad nacional y hasta la dolorosa muerte de los grandes próceres, constituyen los hitos históricos del proceso revolucionario entre 1809-1812. No se puede explicar la Independencia del Ecuador, concluida trece años más tarde, sin la Revolución del 10 de Agosto de 1809. Las revoluciones de Guayaquil y Cuenca solo se produjeron una década más tarde (1820), porque cuando se levantó Quito, ambas ciudades armaron tropas para someterla, defender al Rey y a la autoridad española.

Las luchas políticas del presente siguen movilizando conceptos, valores y esperanzas iniciados en 1809. El Bicentenario es una fiesta nacional. Y política, también. ¿Cómo la celebrarán los candidatos y políticos? Lo peor sería que hagan caso a ciertos escritores regionalistas que niegan la Revolución del 10 de Agosto de 1809, que reniegan de Bolívar y que han tenido algún éxito en convencer que la “única” revolución exitosa nació en 1820.

2
Feb

Juan Paz y Miño: La economía: otra esfera del poder

pazyminoLas políticas económicas y el modelo “aperturista” que mantuvo el país, no son los que se sigue desde 2007. Y eso, obviamente, provoca reacciones. A menudo, los analistas y periodistas de opinión más visibles en las líneas “críticas”, olvidan que las confrontaciones políticas también se libran en el campo económico. Es otra lucha por el poder. Aquello de que existen medidas “técnicas” inocuas, no es cierto. No solo lo demuestra la historia del pensamiento y la teoría económica, sino, con más fuerza aún, la propia historia ecuatoriana.

Librecambio y proteccionismo se confrontaron desde la época de la Independencia. Bolívar confiaba en medidas proteccionistas, mientras Santander creía en los mercados libres. Cuando Alfaro intentó la industrialización del Ecuador y para ello la adopción de medidas arancelarias proteccionistas, la reacción de los comerciantes guayaquileños y de los agroexportadores, no se hizo esperar.

La Revolución Juliana (1925) centralizó las rentas, dictó medidas proteccionistas, intentó el fomento industrial, impuso por primera vez el impuesto a la renta, creó el Banco Central y las primeras instituciones estatales para la acción económica. Le resistieron los banqueros y los grandes comerciantes.

Hay ejemplos más cercanos. En el marco de la Alianza para el Progreso y los principios de la CEPAL, la Junta Militar (1963-1966) reaccionaria, represiva y proimperialista, ejecutó, en cambio, una serie de transformaciones estructurales: reforma agraria, impulso industrial, proteccionismo. Cuando intentó la reforma de los aranceles para afectar las importaciones suntuarias, los comerciantes, principalmente en Guayaquil, libraron las “guerras del arancel” y la Junta cayó. Cuando el general Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976) reformó aranceles y pasó de la Lista 1 (bienes necesarios) a la Lista 2 (bienes suntuarios) una serie de productos, los comerciantes armaron su guerra económica. El levantamiento del general Raúl González Alvear el “32 de agosto” de 1975 (1 de septiembre, porque la dictadura prohibió hablar de ese día), en mucho se explica por esas intrigas.

Inaugurada la democracia en 1979, el gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984) fijó aranceles y limitó ciertas importaciones (incluidos vehículos). Se dijo que no obraba con medidas “técnicas”, que subiría el contrabando y se arruinaría la producción interna. Las cámaras de la producción eran activísimas en acusar a Hurtado como “comunista”.

El proteccionismo bajo el gobierno de Rafael Correa no es distinto al de otras épocas. Pero sí es diferente dejar de sujetarse al FMI, imponer el interés nacional a la banca privada, restaurar el papel económico del Estado, abandonar los supuestos del “mercado libre” y dejar de seguir los dictados de las cámaras de la producción. Si algo ha enseñado la historia es que para comprender la economía también hay que descifrar el juego de fuerzas sociales por el poder. Hay que preguntarse quiénes y bajo qué intereses económicos reaccionan o se ubican en torno a las medidas que toma un gobierno.

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