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Mar

Hernán Rengifo: LA REVOLUCIÓN CIUDADANA DA PALOS DE CIEGO EN LA GESTIÓN CULTURAL

Resulta preocupante que desde la rimbombante creación del Ministerio de Cultura hayan atravesado en su dirección tres distinguidos personajes, sin embargo, la famosa LEY DE CULTURA no aparece por ningún lado, a pesar del gasto de dinero y tiempo incurrido en su diseño.

El famoso PLAN NACIONAL DE CULTURA se ha quedado en una preciosa y cara edición y el pobre no aterriza en la ciudadanía, salvando en los artistas que han cobrado por los proyectos. Desgraciadamente, fondos repartidos indistintamente sin posibilidad de evaluación de un impacto real en la comunidad. Por supuesto, la comunidad (la ciudadanía organizada o no organizada) no aparece más que como destinataria de propuestas de difusión. Como dice la gente la revolución ciudadana, se está haciendo sin ciudadanos y lo único que se ve es la forma de gestionar con el modelo de cualquier institución cultural tradicional.

Parece ser que en materia de gestión cultural los nuevos tecnócratas se encuentran más desorientados que los antiguos. Por lo cual sería bueno recordarles que, si en verdad quieren llevar a la práctica sus ofrecimientos, se hace necesario partir de un concepto de cultura entendida como visión (o concepción) del mundo y a la vez programa de acción que implica a la política, a la economía y planea….sobre la decisión personal en áreas definidas exclusivamente como “privadas” (Hernández, 1995).

Según el diccionario soviético de filosofía, la concepción del mundo es un sistema de ideas, conceptos y representaciones sobre el mundo circundante. La concepción del mundo en el amplio sentido de la palabra abarca el conjunto de todas las concepciones del hombre sobre la realidad en torno: concepciones filosóficas, político-sociales, éticas y estéticas, científicas, naturales y otras. El núcleo básico de toda concepción del mundo está formado por las ideas filosóficas. Según otro concepto mas restringido, una concepción del mundo es un sistema abierto de ideas basado en valores fundamentales que se intenta aplicar en los distintos planos de la actividad humana.

La concepción mítica del mundo, que dominó desde los albores de la humanidad hasta la declinación del mundo medieval, se fundamentaba en la idea de Dios como creador del mundo y la imposibilidad de conocer los fenómenos naturales y sociales. El aparecimiento de la otra gran concepción racionalista o científica, que se da como contraposición a la anterior, sostiene que se puede conocer el mundo y sus fenómenos lo que dio lugar al gran desarrollo de la ciencia y la tecnología que se mantiene hasta nuestros días.

El modo de vida americano, es otra concepción del mundo mediante la cual la derecha norteamericana impulsa su desarrollo interno y justifica la superioridad ante las “razas salvajes del resto del mundo” (palabras del senador Boverich), y por supuesto la agresión a los otros pueblos. A partir de esta concepción de la superioridad del pueblo norteamericano se organiza no sólo la economía, la política, sino también la gestión cultural.

A manera de ejemplo, de cómo opera esta concepción del mundo se puede señalar el avance de la ciencia y la tecnología. La documentación producida en psicología en el continente, según una revista española, a mediados de los noventas, el 93 % lo producían las universidades norteamericanas y el 3% tres países que son México, Argentina y Brasil. Una sola de sus universidades tenía más científicos en esta materia que Alemania entera. En contraste, en nuestro país, en el mismo tiempo, el único libro de promoción cultural que circulaba era de origen cubano. Es decir la producción y difusión de textos sobre gestión cultural estaba en cero.

No es desconocido para nadie el contenido de toda la industria del entretenimiento y, en particular del cine de Hollywood. Los subsidios estatales, privados, civiles o militares, para las películas de guerra que favorecen a la política exterior norteamericana o la vida del consumismo. Superman es el símbolo para niños del poderío del pueblo norteamericano. Esta concepción del mundo orienta hasta las actividades de los servicios de inteligencia. La CIA, desde el final de la guerra, ha patrocinado congresos, publicaciones y otras acciones que favorecen a intelectuales que alaban su modo de vida. La USAID, destina fondos para la educación y la cultura de los pueblos tercermundistas y atrasados.

Otro ejemplo histórico es el de la gestión cultural nazi. Para los buscadores carentes de prejuicios no es desconocido el proceso de creación de la concepción del mundo de Hitler. En sus años de pobreza, el futuro líder alemán, estudió a Schopenhauer, Nietzsche y se entusiasmó con la música de Wagner. El ingrediente mítico no faltó en la construcción de la concepción del mundo nazi, según el cual la raza aria descendía de la raza más inteligente de las que poblaron la Atlántida, es decir, desde sus inicios fue creada para dominar el mundo. La geopolítica en la que se consideraba al pueblo alemán como el centro del mundo se enseñaba los niños de las escuelas. Estas y otras ideas conformaron la concepción del mundo del nazismo que llevó al pueblo alemán hasta la agresión a otros pueblos y a su propia muerte y no solamente la locura expansionista individual de Hitler, como interpretan apurados analistas inspirados en la mentalidad grosera del militarismo norteamericano.

Asumiendo la cultura como visión o concepción del mundo, se puede definir que la finalidad principal de una gestión cultural estatal o privada es contribuir a crear esta gran matriz de pensamiento que guía las acciones colectivas e individuales.

La pregunta es: ¿no será lógico que la gestión cultural del país contribuya a crear una concepción del mundo alternativa a la del consumismo, de la agresión, del autoritarismo y de la intolerancia. ¿No será correcto que el aparato cultural estatal y privado, orientado por ideas y conceptos progresistas, se dedique a formar ciudadanos críticos y creativos?

Para la tarea deben contribuir todos los medios como la ciencia, el arte, la filosofía, los medios masivos de comunicación o el sistema de educación formal o informal como la familia o la organización comunitaria, cuyas actividades pueden ser normadas y orientadas para conformar al hombre con la mentalidad adecuada para construir una patria grande y próspera.

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