21
Mar

Hernán Rengifo: LA REVOLUCIÓN CIUDADANA DA PALOS DE CIEGO EN LA GESTIÓN CULTURAL

Resulta preocupante que desde la rimbombante creación del Ministerio de Cultura hayan atravesado en su dirección tres distinguidos personajes, sin embargo, la famosa LEY DE CULTURA no aparece por ningún lado, a pesar del gasto de dinero y tiempo incurrido en su diseño.

El famoso PLAN NACIONAL DE CULTURA se ha quedado en una preciosa y cara edición y el pobre no aterriza en la ciudadanía, salvando en los artistas que han cobrado por los proyectos. Desgraciadamente, fondos repartidos indistintamente sin posibilidad de evaluación de un impacto real en la comunidad. Por supuesto, la comunidad (la ciudadanía organizada o no organizada) no aparece más que como destinataria de propuestas de difusión. Como dice la gente la revolución ciudadana, se está haciendo sin ciudadanos y lo único que se ve es la forma de gestionar con el modelo de cualquier institución cultural tradicional.

Parece ser que en materia de gestión cultural los nuevos tecnócratas se encuentran más desorientados que los antiguos. Por lo cual sería bueno recordarles que, si en verdad quieren llevar a la práctica sus ofrecimientos, se hace necesario partir de un concepto de cultura entendida como visión (o concepción) del mundo y a la vez programa de acción que implica a la política, a la economía y planea….sobre la decisión personal en áreas definidas exclusivamente como “privadas” (Hernández, 1995).

Según el diccionario soviético de filosofía, la concepción del mundo es un sistema de ideas, conceptos y representaciones sobre el mundo circundante. La concepción del mundo en el amplio sentido de la palabra abarca el conjunto de todas las concepciones del hombre sobre la realidad en torno: concepciones filosóficas, político-sociales, éticas y estéticas, científicas, naturales y otras. El núcleo básico de toda concepción del mundo está formado por las ideas filosóficas. Según otro concepto mas restringido, una concepción del mundo es un sistema abierto de ideas basado en valores fundamentales que se intenta aplicar en los distintos planos de la actividad humana.

La concepción mítica del mundo, que dominó desde los albores de la humanidad hasta la declinación del mundo medieval, se fundamentaba en la idea de Dios como creador del mundo y la imposibilidad de conocer los fenómenos naturales y sociales. El aparecimiento de la otra gran concepción racionalista o científica, que se da como contraposición a la anterior, sostiene que se puede conocer el mundo y sus fenómenos lo que dio lugar al gran desarrollo de la ciencia y la tecnología que se mantiene hasta nuestros días.

El modo de vida americano, es otra concepción del mundo mediante la cual la derecha norteamericana impulsa su desarrollo interno y justifica la superioridad ante las “razas salvajes del resto del mundo” (palabras del senador Boverich), y por supuesto la agresión a los otros pueblos. A partir de esta concepción de la superioridad del pueblo norteamericano se organiza no sólo la economía, la política, sino también la gestión cultural.

A manera de ejemplo, de cómo opera esta concepción del mundo se puede señalar el avance de la ciencia y la tecnología. La documentación producida en psicología en el continente, según una revista española, a mediados de los noventas, el 93 % lo producían las universidades norteamericanas y el 3% tres países que son México, Argentina y Brasil. Una sola de sus universidades tenía más científicos en esta materia que Alemania entera. En contraste, en nuestro país, en el mismo tiempo, el único libro de promoción cultural que circulaba era de origen cubano. Es decir la producción y difusión de textos sobre gestión cultural estaba en cero.

No es desconocido para nadie el contenido de toda la industria del entretenimiento y, en particular del cine de Hollywood. Los subsidios estatales, privados, civiles o militares, para las películas de guerra que favorecen a la política exterior norteamericana o la vida del consumismo. Superman es el símbolo para niños del poderío del pueblo norteamericano. Esta concepción del mundo orienta hasta las actividades de los servicios de inteligencia. La CIA, desde el final de la guerra, ha patrocinado congresos, publicaciones y otras acciones que favorecen a intelectuales que alaban su modo de vida. La USAID, destina fondos para la educación y la cultura de los pueblos tercermundistas y atrasados.

Otro ejemplo histórico es el de la gestión cultural nazi. Para los buscadores carentes de prejuicios no es desconocido el proceso de creación de la concepción del mundo de Hitler. En sus años de pobreza, el futuro líder alemán, estudió a Schopenhauer, Nietzsche y se entusiasmó con la música de Wagner. El ingrediente mítico no faltó en la construcción de la concepción del mundo nazi, según el cual la raza aria descendía de la raza más inteligente de las que poblaron la Atlántida, es decir, desde sus inicios fue creada para dominar el mundo. La geopolítica en la que se consideraba al pueblo alemán como el centro del mundo se enseñaba los niños de las escuelas. Estas y otras ideas conformaron la concepción del mundo del nazismo que llevó al pueblo alemán hasta la agresión a otros pueblos y a su propia muerte y no solamente la locura expansionista individual de Hitler, como interpretan apurados analistas inspirados en la mentalidad grosera del militarismo norteamericano.

Asumiendo la cultura como visión o concepción del mundo, se puede definir que la finalidad principal de una gestión cultural estatal o privada es contribuir a crear esta gran matriz de pensamiento que guía las acciones colectivas e individuales.

La pregunta es: ¿no será lógico que la gestión cultural del país contribuya a crear una concepción del mundo alternativa a la del consumismo, de la agresión, del autoritarismo y de la intolerancia. ¿No será correcto que el aparato cultural estatal y privado, orientado por ideas y conceptos progresistas, se dedique a formar ciudadanos críticos y creativos?

Para la tarea deben contribuir todos los medios como la ciencia, el arte, la filosofía, los medios masivos de comunicación o el sistema de educación formal o informal como la familia o la organización comunitaria, cuyas actividades pueden ser normadas y orientadas para conformar al hombre con la mentalidad adecuada para construir una patria grande y próspera.

17
Mar

Eduardo Gudynas: El BID a los 50: No es momento de festejos, sino de transformaciones

gudynasALAI AMLATINA, 17/03/2009, Montevideo.- En unos pocos días tendrá lugar una nueva asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). No será un encuentro más, ya que esta institución se apresta a cumplir cincuenta años. El evento tendrá lugar en Medellín (Colombia), del 27 al 31 de marzo, y contará con la presencia de ministros de economía y presidentes de bancos centrales, provenientes de sus 48 países miembros. Además se celebrará la 24° Reunión de la Corporación Interamericana de Inversiones, el órgano paralelo del BID dedicado a apoyar pequeñas y medianas empresas, así como el encuentro regular del Fondo Multilateral de Inversiones, orientado a las microempresas. Por si fuera poco, en ese encuentro se formalizará el ingreso de China como nuevo miembro no prestatario.

El BID, concebido a partir de una iniciativa de la Organización de Estados Américas, a lo largo de este medio siglo de existencia ha sufrido importantes modificaciones. Si bien fue lanzado como un banco regional de las Américas, su composición se diversificó y ahora engloba a muchos países europeos y otras naciones industrializadas. Durante mucho tiempo sus préstamos y apoyos estaban restringidos a los emprendimientos gubernamentales, hasta que bajo la ola de cambios neoliberales siguió los pasos del Banco Mundial, y comenzó a financiar directamente al sector privado. Bajo ese mismo influjo pasó de apoyar proyectos acotados, como carreteras o edificios, a involucrarse con reformas sectoriales, inmiscuyéndose en las políticas nacionales en áreas claves como salud, educación o ambiente. Finalmente, bajo su paraguas se mantiene una intrincada red de consultores y empresas consultoras, muchas de ellas provenientes de los países industrializados que se convertían en miembros del banco.

Incluso desde un punto de vista convencional, el BID en muchas ocasiones quedó restringido a un papel secundario de apoyo a las medidas emprendidas por el Banco Mundial. También ha sido opacado por organizaciones como CEPAL en un rol de usina de informaciones y análisis técnicos. Algunas de sus propuestas conceptuales fueron tan fundamentalistas que hasta los gobiernos de turno decidieron sepultarlas. Eso ocurrió, por ejemplo, a fines de los años noventa, cuando sus economistas resucitaron el determinismo geográfico del desarrollo latinoamericano, postulando un inevitable atraso para los países tropicales ricos en recursos naturales (1).

Es así que a lo largo de estas cinco décadas, el banco ha estado detrás de muchos emprendimientos polémicos, contribuyó a sostener las reformas de mercado en muchos países, y su efectividad es motivo de disputa. Un significativo conjunto de organizaciones sociales de las Américas, frente a este aniversario, sostienen que “buena parte de los proyectos impulsados por el BID han sido ampliamente cuestionados por sus consecuencias sociales, políticas, económicas y ambientales”, debido a factores como el modelo de desarrollo propuesto, deficientes procesos de evaluación de los costos y beneficios de sus proyectos, ambiguas medidas de salvaguardia y amortiguación, y limitada transparencia. Por estas razones, esas organizaciones han lanzado la campaña “BID: 50 años financiando la desigualdad”, donde se alerta sobre el pasado del banco y se promueve una reflexión sobre alternativas futuras.

En los últimos años el BID quedó en un plano secundario como uno de los prestamistas más importantes del continente. La bonanza económica generada por la expansión exportadora latinoamericana desencadenó que otras instituciones financieras regionales como la Corporación Andina de Fomento o el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) de Brasil, cobraran un papel más relevante. Incluso se avanzó en crear un Banco del Sur exclusivamente sudamericano, con lo cual se evitarían los problemas del BID, donde Estados Unidos y otras naciones industrializadas tienen un peso decisivo.

Pero la crisis económica global ha hecho que varios países retornaran a Washington, negociando nuevos proyectos tanto con el BID como el Banco Mundial, e incluso volviendo a iniciar conversaciones con el FMI. Los problemas de acceso al crédito internacional y la dura caída de las exportaciones latinoamericanas ha hecho que muchos esperen conseguir en esas ventanillas fondos frescos para oxigenar las economías nacionales. Será necesario observar con detenimiento ese proceso, ya que el BID también enfrenta sus dificultades económicas, con pérdidas estimadas en casi dos mil millones de dólares, que estarían originadas en manejos desafortunados de sus portafolios de inversión.

A pesar de ello, su presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno, afirma que en 2009 se podrían aprobar préstamos que alcanzarían una cifra total récord de US$ 18 mil millones (dos tercios se obtendrían del capital ordinario y hasta 6 mil millones de dólares de un fondo para emergencias). Las fuentes para nutrir esos fondos y la forma en otorgar esos préstamos se discutirán en la asamblea de Colombia.

Las urgencias de la actual crisis no pueden hacernos olvidar que justamente esta situación global indica que se requiere otro tipo de instituciones de asistencia financiera. Esto es especialmente cierto en América Latina, tanto debido a hechos como los intentos de varios gobiernos en ganar autonomía frente a las instituciones financieras afincadas en Washington, como a la creciente convicción de la fragilidad de una estrategia de desarrollo basada esencialmente en exportar recursos naturales.

Una respuesta indudablemente inadecuada sería que el BID promoviera, y los gobiernos aceptaran, servirse de la actual crisis económica como excusa para mantener las mismas estrategias y los mismos tipos de proyectos. La postura debe ser la contraria: la actual situación global deja en claro que es necesario otro estilo de desarrollo, y éstos requieren otros mecanismos para evaluar, otorgar y monitorear la asistencia financiera al desarrollo. Los cambios en algunos países también operan en ese sentido. Por ejemplo, sería inaceptable que el banco repitiera la misma apuesta a la perspectiva empresarial enfocada en el capital y la competitividad, mientras las nuevas constituciones de Ecuador y Bolivia ponen en primer lugar el “buen vivir”. Bajo estas nuevas ideas es necesario un nuevo banco.

Por lo tanto, los cambios sustanciales en el banco deben comenzar por repensar sus metas y áreas de acción prioritarias. Actualmente el BID persiste en las viejas recetas del crecimiento económico como motor del desarrollo, obsesionado con la competitividad, y donde los aspectos sociales y ambientales serían efectos secundarios que se dejan en manos de los gobiernos para ser eventualmente compensados o amortiguados. Hasta ahora, un número sustantivo de sus proyectos ha operado en sentido contrario debido a sus altos impactos sociales y ambientales, y por su baja performance en generar desarrollo genuino. Ejemplo de ello ha sido el involucramiento del banco con proyectos de infraestructura para la exportación como carreteras y puentes en zonas de gran fragilidad ecológica o de alto impacto social.

Además de esos cambios de orientación política, el banco requiere transformaciones en aspectos instrumentales. Por ejemplo, sus herramientas de evaluación socio-ambiental son insuficientes, a veces inadecuadas y hasta anticuadas. Son indispensables mecanismos de abordaje multidisciplinarios, que puedan tomar en serio la diversidad cultural y ecológica del continente, y se desenvuelvan en forma continua de manera de permitir rectificaciones y reorientaciones de cualquier proyecto.

La cita en Medellín es una buena oportunidad para repensar las necesidades latinoamericanas y la forma en que una institución financiera como el BID puede contribuir a solucionarlas. Las organizaciones ciudadanas estarán allí presentes para recuperar la historia del banco y promover nuevas alternativas. Pero esta responsabilidad de cambio recae especialmente tanto en los directivos del BID como de los propios gobiernos del continente. Por esas razones, esta asamblea no puede quedar convertida en un simple festejo de cumpleaños sino que es necesario avanzar hacia a un nuevo banco para un nuevo tiempo.

- Eduardo Gudynas es analista de información en CLAES D3E (Montevideo).

Nota:
(1) La Fatalidad tropical del subdesarrollo en América Latina, por E. Gudynas. ALAI, 28 marzo 2000.

13
Mar

Jorge Majfud: La crisis del becerro de oro

Teología del dinero (IV)

Cuando la hiperrealidad de los símbolos se fractura de la realidad material

majfudErnesto Sábato alguna vez observó que la sencilla operación de cambiar una oveja por un saco de trigo ya implica un ejercicio de abstracción. También podemos considerar que más tarde la aparición de las primeras formas de dinero, aun antes de la antigua Mesopotamia, materializó esta abstracción e implicó la invención de un Estado implícito.

Desde entonces, el dinero estuvo vinculado a una realidad material. En una última instancia histórica fue el oro. Pero el oro, representado por el dinero, también era una realidad más simbólica que material. No solo porque requería de un acto de fe colectiva sobre su misteriosa existencia en algún banco de Londres o de Estados Unidos sino porque el valor mismo de un lingote de oro como el valor de cualquier moneda o papel financiero es simbólico. En primera instancia depende de la fe colectiva. A su vez, esta fe se garantiza y estabiliza con la fuerza del Estado a través de sus ministerios de economía, de sus aparatos legislativos y judiciales y, en última, de la policía y del ejército.

La diferencia de nuestro tiempo con los tiempos de Hammurabi o de los primero siglos del capitalismo consiste en la progresiva y radical separación entre el símbolo y la realidad, entre el valor que se le atribuye al capital y los bienes de consumo y producción.

El valor abstracto del capital posmoderno ya no representa una realidad —por ejemplo, el número y la calidad de bienes escasos— sino que lo modifica doblemente: por un lado (1) es capaz de modificar la realidad material y por el otro (2) es capaz de decretar por sí sola el valor de esa realidad.

Un ejemplo breve consiste en recordar los valores inmobiliarios en Estados Unidos. En el 2007 existían N casas para N’ personas con un valor A’ en permanente crecimiento. En el 2008 existían las mismas N casas y las mismas N’ personas pero el valor A’’ de las mismas había caído abruptamente al tiempo que un X por ciento de las N’ personas desalojaban sus casas hipotecadas.

¿Qué cambio brusco de la realidad material provocó la caída abrupta del valor A’? Ninguno. La realidad seguía allí, exactamente igual, ciegamente indiferente, pero el valor abstracto de A’ había caído de forma radical. Detrás del cambio de la realidad abstracta, representada por las dramáticas curvas del Down Jones y del Nasdaq, llegaron los cambios en el reino material, primero con la contracción del consumo, luego con la disminución de la producción de bienes y finalmente con la expulsión de los trabajadores.

Las graficas de Wall Street miden la superstición que relaciona el mundo abstracto de los valores y el mundo material de los bienes y servicios. No es una simple expresión del estado de estos últimos, sino la medición del pulso nervioso de los inversionistas que se mueven en este mundo abstracto que estratégicamente se llama “el mundo real”, “el mundo de los hombres pragmáticos”. No es casualidad, porque los mitos sociales siempre se refieren a un fenómeno con nombres que lo contradicen, lo niegan o lo silencian.

Una de las leyes más antiguas de la economía, la ley de la oferta y la demanda, relaciona el valor de algo con el mundo material. Este mundo material está compuesto por bienes (oferta) y necesidades (demanda). Esta ley todavía une el mundo material y el mundo simbólico de una forma estrecha. Ejemplo: durante la escalada del precio del petróleo en la primera mitad de 2008, la explicación y la posible razón del fenómeno derivaban de esta ley. El incremento del consumo industrial de China e India justificaban el precio del barril de petróleo a 145 dólares. Dejemos de lado el factor de la especulación y la manipulación de los precios por parte de las grandes petroleras. De cualquier forma la ley de la oferta y la demanda continuaban relacionando de forma estrecha el precio/valor de un producto a una determinada realidad material.

Por entonces dijimos que semejante escalada solo podía ser una burbuja, ya que era difícil imaginar un incremento de la demanda proporcional a la triplicación del precio del petróleo en tan pocos meses. A partir de la histeria de Wall Street en setiembre del 2008 el precio del petróleo se derrumbó a menos de 40 dólares. Antes lo habían hecho los precios de las casas en Estados Unidos. ¿Qué ocurrió del lado de la realidad material? ¿Un tsunami devastó el veinte por ciento de las casas y mató el cinco por ciento de la población del mundo? No. Ni siquiera el terrible tsunami en Indonesia en el 2004 tuvo el más mínimo efecto en la economía mundial. ¿Algún terremoto movió los cimientos de la industria china? ¿Alguna plaga devastó las siembras en el Midwest? No. ¿Alguna sequía a nivel mundial detuvo la maquinaria de producción de alimentos? No. ¿Algún filosofo infestó el mundo con una ideología anticonsumista que contrajo la demanda de productos inútiles al treinta por ciento? Menos.

Entonces, ¿Qué es lo nuevo sino una ruptura en la relación que suele mantener ligados (1) el mundo material con (2) el reino de la tiránica abstracción del capital? La crisis mundial actual es una crisis de los símbolos —el crédito y los capitales de inversión— que terminó por arrastrar al mundo material a una crisis real. Es lo más parecido a la situación donde el antiguo conquistador europeo, que iba detrás del oro en America o del diamante en África, no solo necesitó de la fuerza bruta para conseguir el objeto de su deseo sino también la fuerza ideológica para imponer al resto del mundo el reconocimiento del valor de esos minerales primero y el reconocimiento de sus representaciones abstractas en forma de dinero papel, de intereses y de deudas impagables más tarde. Pero tanto el dinero como una deuda no valen nada si entre deudor y acreedor no media un reconocimiento implícito y explicito sobre ese valor. Esta relación que une al beneficiado con perjudicado de mutuo acuerdo, normalmente se da de forma implícita e incuestionable, pero en última instancia la relación está garantizada por el Estado que no solo legaliza la relación sino que tiene la facultad de validar al beneficiado en casos en que el perjudicado cuestione el reconocimiento de dicha relación simbólica.

En la crisis actual ese “acuerdo implícito” entre el mundo material y el mundo simbólico se mantiene a pesar de una ruptura entre ambas categorías, entre lo abstracto y lo concreto, entre lo simbólico y lo material. Sin dar noticia de la ruptura, ambas partes buscan desesperadamente su autoregeneración según las leyes y fórmulas anteriores. Es lo que se llama “botton up”, o rebote de las graficas del Down Jones, por ejemplo. Cuando esto ocurra, significará que los inversionistas han vuelto a confiar en el mundo material y los capitales (el agente del mundo simbólico) volverán a fluir hacia dichos templos financieros. Algunos meses después los trabajadores ocuparán nuevos puestos de trabajo, no obedeciendo a las leyes del mundo material sino a las leyes del mundo abstracto, simbólico, que el capitalismo ha fracturado en su desesperada empresa de generar valores materiales. Y todos nos afanaremos por aprender las nuevas leyes del juego en la lucha por no caer fuera del único sistema sin alternativas a la vista dentro de la cultura en la que nacimos —incluido los países que se llaman socialistas, que no conforman un mundo aparte sino una variación dentro del mundo capitalista-financiero.

Como lo bosquejamos en un ensayo anterior, el mundo actual casi no puede ser entendido según el clásico modelo marxista donde la infraestructura (el mundo material) determina o condiciona radicalmente la supraestructura (el mundo simbólico) sino que cada vez más es el mundo simbólico, a través de una tiranía ideológica asentada en los centros de poder financieros, la esfera que hace orbitar el mundo material según sus intereses y necesidades. Una tiranía sistemática, ideológica y monetaria. ¿O no es tiranía la que sufren los trabajadores del mundo, absolutamente a merced del estado de ánimo de los inversionistas, es decir, de los venerados dueños del mundo? No es una tiranía con un rostro personal, amargo y oscuro. Es una tiranía que se expresa con sonrisas en los medios de incomunicación. Una tiranía ideológica que exige el reconocimiento de que el mundo funciona y existe gracias a ella. Una tiranía del mundo simbólico desgarrado del mundo material y del mundo humano. Una tiranía del consumismo y la inestabilidad psicológica. Una tiranía dulce, por momentos orgásmica, pero tiranía al fin.

- Jorge Majfud, PhD, Lincoln University, marzo 2009. http://majfud.info, http://escritos.us

11
Mar

Pablo Dávalos: La democracia disciplinaria

Intro: La sospecha como hermenéutica

pablodavalosHay una aprensión con respecto a la democracia liberal, a los gobiernos latinoamericanos que se autodenominan de izquierda y socialistas, a los discursos que legitiman a esos gobiernos y a su praxis política. Una desconfianza que se ve avalizada y confirmada por la presencia de fenómenos que, en otras circunstancias, habríamos claramente inscrito en las coordenadas del neoliberalismo pero que ahora son más esquivos y ambiguos a la hora de las definiciones políticas. Una sospecha de que algo está ocurriendo con los sistemas políticos de la región cuando estos gobiernos no tienen problemas a la hora de ganar una elección o reelegirse de manera continua apelando a prácticas que en la era neoliberal ya eran reprochables. La duda se cierne cuando se trata de clasificar a actos políticos eminentemente represivos y autoritarios que forman parte de estos gobiernos que, empero, se sustentan en discursos de izquierda. Hay una especie de hilo conductor entre el derechista gobierno de Álvaro Uribe en Colombia, y los gobiernos supuestamente de izquierda (o de centro-izquierda) de Hugo Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Bachelet en Chile, Correa en Ecuador, Lugo en Paraguay, Vásquez en Uruguay, Ortega en Nicaragua y Kirchner en Argentina. De algún modo una misma trama los envuelve y les otorga un rasgo que los identifica y los hace comunes de manera independiente de su discurso político o de su necesidad de autoidentificación.

En efecto, más allá de las retóricas legitimantes de estos gobiernos existen realidades concretas que los adscriben y los hacen funcionales a las nuevas derivas de la acumulación del capital, del mismo modo a lo sucedido en las épocas del ajuste macrofiscal de los años ochenta, y en las épocas de la privatización del Estado por la vía de la reforma estructural del Banco Mundial en los años noventa, cuando los sistemas políticos de la región adecuaron sus discursos y su praxis para cubrir, justificar y permitir el modelo neoliberal, ahora independientemente de lo que ahora digan estos gobiernos, la privatización de los territorios avanza a una velocidad acelerada, los planes de integración multimodal no se han detenido, las condiciones de pobreza, explotación, discriminación y concentración del ingreso se han incrementado, la región sigue produciendo aquellos bienes y servicios que el sistema-mundo necesita y sigue inscrita en las desiguales e injustas relaciones centro-periferia. Por ello, cabría preguntarse: ¿Qué esconde este proceso de reconstitución de los sistemas políticos de la región que cambia la política pero que deja intacta la estructura económica del poder? Qué dinámicas políticas pueden desprenderse de estos nuevos gobiernos? ¿Son gobiernos de izquierda? ¿Son socialistas? ¿Qué significa “socialismo” para ellos? ¿Por qué pueden ganar con tanta facilidad una elección? ¿Qué sistema político se está configurando al abrigo de las retóricas socializantes e izquierdistas?

Ahora bien, es cierto que casi todos ellos han hecho un uso exhaustivo del Estado que en los años ochenta habría sido impensable, y eso es justamente lo que nos lleva a equívocos, porque creemos que algo de gasto fiscal en salud y educación, un mínimo de preocupación social en bienestar público, una política asistencialista basada en subsidios focalizados o una presencia de regulación del Estado sobre los mercados, representan una ruptura fundamental con el neoliberalismo.

Sin embargo, fue el mismo Banco Mundial a fines de los años noventa quien propuso la reconstrucción del Estado. Ha sido el Banco Mundial quien ha propuesto la focalización de subsidios para la población más pobre. Fue uno de los teóricos del cambio institucional del Banco Mundial, y premio Nobel de economía, quien ha sido uno de los críticos más radicales al FMI. Ha sido el Banco Mundial quien propuso los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM’s), al igual que los mecanismos de participación ciudadana y descentralización, que se han convertido en la brújula política de los gobiernos socialistas (y también no-socialistas) de la región. Entonces, ¿qué tipo de socialismo es éste que replica la prosa y las intenciones del Banco Mundial? ¿Qué tipo de izquierda es ésta que se siente tan cómoda en el libreto liberal de la política? ¿Por qué los movimientos sociales no pueden deconstruir y develar el verdadero rol político de estos gobiernos?

Se ha propuesto la definición del populismo para intentar si no comprenderlos, al menos clasificarlos, pero el populismo es una definición demasiado fácil que más bien encubre los procesos reales que caracterizan a estos gobiernos y da cuenta solamente de una forma de hacer gobierno pero no de la forma de ejercer el poder. Por ello, creo que habría que distanciarse de la categoría de populismo para comprenderlos. Puede ser que, a pesar de que la geografía política los ubique en los extremos, pero en las formas Uribe en Colombia, y Chávez en Venezuela sean muy parecidos, así como Correa en Ecuador, o Lula en Brasil, pero no es solamente el parecido en la forma lo que llama la atención sino el trasfondo que los identifica y los proyecta en la geopolítica de la acumulación del capital

La cuestión, por tanto, es comprender la textura política de esa trama que los ubica en un mismo proceso y bajo una misma dimensión. Esa cuestión de fondo, sin duda, hace referencia a la acumulación de capital y a las luchas de clases que le son inherentes, y que se inscriben en las nuevas dinámicas del sistema mundo ahora sumido en una de sus crisis más profundas. Independientemente de sus retóricas legitimantes, ninguno de esos gobiernos se ha constituido en un obstáculo a la acumulación del capital. Estos gobiernos, en consecuencia, no representan ninguna salida al capitalismo, ni siquiera una alternativa en la cual pueda pensarse a futuro, sino en la continuación de las relaciones centro-periferia del imperialismo. Pero esta explicación solamente es una heurística en la cual situar algunas hipótesis.

Primo: la taumaturgia del discurso liberal

En todos estos países latinoamericanos las disputas políticas intentan resolverse al interior de la institucionalidad vigente y son procesadas desde el discurso liberal. Los gobiernos de izquierda de la región retoman un entramado institucional que ha sido diseñado y puesto en marcha desde las lógicas de intervención del Banco Mundial. La institucionalidad que los gobiernos de izquierda han heredado es una institucionalidad construida desde el neoliberalismo.

Aquí se plantea una contradicción lógica de gobiernos que se dicen socialistas o que adscriben de alguna manera a las tesis de la izquierda política, pero que se dirimen, se estructuran, y a la larga definen la correlación de fuerzas en las luchas del poder al interior de las coordenadas del liberalismo y de sus instituciones. Es decir, es el liberalismo el que establece el marco general en el cual situar las respuestas antisistema y antiliberal de los discursos legitimantes de estos gobiernos, lo que por definición es un contrasentido, porque si el discurso es socialista y si con ese discurso se ganan las elecciones, lo menos que deberían hacer es construir una mínima institucionalidad política que de alguna manera se relacione con el proyecto socialista, algo que ningún gobierno que se dice socialista lo ha hecho hasta el momento.

Las Misiones de Venezuela, o el Bono de Desarrollo Humano en Ecuador, o la Bolsa Familiar en Brasil, entre varios ejemplos, no implican institucionalidad socialista sino asistencialismo puro y duro al mejor estilo del Banco Mundial. Por ello, al situarse el debate político al interior del liberalismo se produce una ruptura, de las tantas que son inherentes al liberalismo, entre el discurso del socialismo y la praxis del gobierno.

En otras palabras, son gobiernos que se dicen socialistas pero las decisiones que han tomado nada tienen que ver con un proyecto de izquierda o socialista. A nadie se le puede ocurrir calificar como un gobierno socialista a Lula, sin embargo se piensa como si el gobierno de Lula, o el de Chávez, o el de Correa, o el de Lugo, o el de Vásquez, de alguna manera sean de izquierda.

Se trata de una especie de razón esquizoide que no quiere verse en el espejo y que resiste el principio de realidad de comprenderse a sí misma sin necesidad de recurrir a su propio discurso legitimante. De ahí que el discurso de izquierda sea fundamental para construir la legitimidad electoral de estos gobiernos pero que sea inconveniente a la hora de tomar decisiones. En Brasil, o en Venezuela, o en Ecuador, o en Nicaragua, esta apelación a la izquierda se ha revelado como un excelente dispositivo ideológico para desarmar las resistencias y las luchas sociales. En el caso de que los movimientos sociales critiquen a los gobiernos que se dicen de izquierda, automáticamente esta crítica es puesta fuera del debate y acusada de hacerle el juego a la derecha. El espacio de la crítica social se ha cerrado y todo gracias a la taumaturgia de la utilización de un discurso político que tenía pretensiones emancipatorias y que ahora solamente es parte de un dispositivo del poder.

Secondo: el sistema político liberal y el simulacro del poder

Al inscribirse en la matriz del liberalismo, los conflictos sociales, vale decir la lucha de clases, se convierten en conflictos que pueden procesarse desde el sistema político liberal. Se trata de la institucionalización de toda la conflictividad social al interior de la lógica del poder. De ahí que las organizaciones sociales ahora tengan que, necesariamente, pasar por las aduanas del sistema político para validar desde sus reclamos más puntuales hasta su proyecto histórico. Si se quiere cambiar al sistema habrá que primero pedirle su permiso y consentimiento. Llevar toda la energía social e histórica al sistema político liberal equivale a fagocitarla en la episteme y en la praxis del poder. De lo que se trataría ahora, para una organización social que tiene un proyecto histórico, no es cambiar al mundo sino ganar una elección. Y las elecciones se ganan con votos no con organización, menos aún con un proyecto político que se pretende alternativo al sistema.

Para conquistar votos es necesario suscribir toda una parafernalia tecnológica de manipulación social en la cual los partidos políticos se convierten en maquinarias electorales que se activan en elecciones y que se desactivan al instante de ganar o perder una elección. Curiosa paradoja de los movimientos sociales y organizaciones políticas antisistema y que se decían de izquierda y que ahora suscriben, apoyan y forman parte de los gobiernos de izquierda, la de actuar en función de la sístole y diástole del sistema político liberal. Una paradoja que a la larga termina domesticando a esos partidos antisistema y de izquierda y haciéndoles creer que el mundo puede ser cambiado desde las elecciones y que un poco de gasto social en salud y en educación bien valen una revolución ciudadana.

Tertio: el reality como real politik

La domesticación a las organizaciones sociales de izquierda y a los movimientos políticos de izquierda, pasa por un tamiz que criba la ideología y que deja aparte todos los elementos que puedan permitir una deconstrucción crítica del sistema. Esta criba ideológica corresponde a un momento de control disciplinario no solo a los cuerpos dóciles del sistema sino también a sus subjetividades.

El capitalismo, y eso lo sabemos desde Marx y su crítica a la reificación pasando por la Escuela de Frankfurt, el concepto de hegemonía de Gramsci y aquel del biopoder de Foucault, ha logrado desarrollar una tecnología de control social a las subjetividades individuales que se convierte en la mejor garantía de su poder y dominación. Quizá el culmen de esta tecnología está en la neuroeconomía y en los complejos modelos matemáticos que tratan de describir el comportamiento cerebral ante la información emitida por los mercados, pero esa es otra discusión. Todos los días el sistema secreta ideología y la convierte en la ideología dominante (era Marx quien decía, precisamente, que la ideología dominante de una época era la ideología de la clase dominante).

Uno de los elementos claves está en la conversión de lo real como espectáculo, un proceso que fue ya analizado y denunciado por Guy Debord y por toda la crítica al capitalismo como sociedad del espectáculo que hicieron los letristas y los situacionistas. Lo real se convierte en el simulacro de sí mismo por la intermediación del espectáculo, tal como lo analiza el filósofo francés Jean Baudrillard. En ese espectáculo, la política adquiere la consistencia del reality show. Pero la mirada que observa ese reality, es una mirada trabajada desde el poder. Es una mirada que mira pero que no ve. No puede ni entrever ni comprender el denso entramado de relaciones de poder que conducen, estructuran, definen y controlan aquello que mira. Solamente ve lo real como una multiplicidad compleja de varios elementos que apenas entrevistos se le escapan.

En ese mundo no hay espacio para la racionalidad, para la especulación teórica, para el razonamiento crítico, para el debate de posiciones. No hay el más mínimo resquicio para la comprensión. En ese mundo de imágenes que se repiten a velocidades increíbles la única relación con el mundo, con esa realidad, es a través de lo que se siente no de lo que se comprende. El mundo está hecho para ser sentido no para ser comprendido. La realidad que el capitalismo genera es una realidad fractal en el sentido en el que los elementos que la constituyen se fragmentan ad infinitum e impiden una comprensión de la totalidad. Solo queda ese resto de la realidad que el poder lo presenta como espectáculo y que a su vez se representa como show, como reality, como aquello que aparentemente se entiende pero que en realidad se suscribe sin comprender. La política convertida en show, en reality, en espectáculo, es la garantía del poder.

Ahora bien, estas reflexiones han sido realizadas desde varias dimensiones y corresponden a un pensamiento crítico de larga data en la izquierda; sin embargo, ahora constituyen el ser político de los partidos que se dicen de izquierda y que forman parte de algunos gobiernos de la región. Es una izquierda que arrió las banderas de la crítica en beneficio de la real politik, que no tiene escrúpulo alguno en convertir a la política, en especial a su política de izquierda y de transformación, en parte del show, del reality, del espectáculo. Una izquierda que conoce bastante bien lo que significa la reificación, pero que ahora apuesta a ella para sostenerse en el poder.

Por ello, al aceptar el hecho de que la política se define desde el liberalismo y que es necesario entrar a la disputa política desde la arena electoral, se acepta la conversión de la política como espectáculo y, lo que es más paradójico, se hace todo lo posible para formar parte de ese espectáculo porque las elecciones se ganan con votos, y los votantes se identifican con una opción política no por su proyecto sino por su adscripción afectiva. La política electoral juega a las imágenes no a los contenidos. La realidad es una imagen del mundo del espectáculo, y éste es la tramoya creada desde el poder. La política se convierte en imagen pura, en iconografía, en sentimiento, en afectividad. No hay espacio para la reflexión, para el pensamiento, para la crítica, para el debate, vale decir, para la política.

La izquierda, por consiguiente, tiene que capturar esos votos y tiene que jugar las reglas de juego del sistema, manipulando, mintiendo, falsificando y contribuyendo a reforzar esos mecanismos de control social sobre las subjetividades. En otras palabras, al momento de entrar en el escenario electoral, la izquierda no tiene otra opción que utilizar los mismos mecanismos de biopoder que manejan y controlan las subjetividades sociales, y que han sido desarrollados y desplegados desde el poder. La izquierda, quizá a su pesar, se convierte en cómplice del poder.

Ahora bien, es cierto que lo electoral está inscrito en esas coordenadas del liberalismo y, en definitiva, qué se le va hacer si el fin justifica los medios y de lo que se trata es de ganar una elección, pero la izquierda que ha ganado esas elecciones en América Latina y que ejerce el poder y que se legitima desde un discurso que de alguna manera se relaciona con el socialismo, ha convertido a este mecanismo en un fin en sí mismo. Ha hecho del espectáculo su razón de ser y prolonga al infinito los recursos mediáticos de la ideología para conservar el poder. La izquierda que está en los gobiernos de la región se ha convertido en una parodia de sí misma. No se diferencia en nada de sus homólogos de la derecha, porque una vez en el poder utiliza estos mecanismos de control social para garantizar su permanencia en el poder, para comprar adhesiones electorales y popularidad.

Ha convertido un mecanismo que pudo haber tenido su legitimidad al momento de disputar el poder en un leit motiv de su propio poder. Es una izquierda que tiene que destruir a las organizaciones sociales a través de la cooptación a las dinámicas del Estado, que tiene que controlar los discursos sociales para evitar las disidencias y disensos, que tiene que subyugar la energía política social utilizando los mecanismos electorales no como una opción de disputa de poder sino como un ejercicio permanente y cotidiano de ejercicio del poder. Se ha revelado la mejor alumna de manipulación de masas que harían palidecer de envidia a los expertos del Instituto Tavistock, a no ser que estos mismos tecnócratas formen parte de estos gobiernos de izquierda.

En otras palabras, la izquierda, o más bien aquellas formaciones políticas que para legitimarse se reclaman como parte de la izquierda, juegan a la ideología y consolidan el control biopolítico del poder, porque son una apuesta del poder, porque representan al poder. No han roto con esos mecanismos disciplinarios a las subjetividades y que relevan de la biopolítica y que se expresan en el espectáculo, sino que los consolidan y los llevan a un nivel de mayor extensión y complejidad. Ahora utilizan la parafernalia electoral que controla y vende una imagen de política en el entramado del espectáculo, como una condición de posibilidad de su propio poder. No es una izquierda deliberativa, emancipadora, crítica y abierta, sino una opción de poder que ha llevado los contenidos del control biopolítico como táctica recurrente de su propio poder. Esa izquierda se ha convertido a sí misma, y al proyecto histórico del socialismo, en un espectáculo. El socialismo de ahora es parte de la tramoya del poder en la que el simulacro de su discurso lo presenta como un decorado más del show de la política. Es un socialismo políticamente correcto y domesticado en las dimensiones del espectáculo.

Tetra: La democracia como dispositivo del poder

Los supuestos anteriores tienen un rol de premisas: el objetivo de las izquierdas en el poder es disciplinar las luchas, resistencias y propuestas alternativas al interior de la democracia liberal. No hay otro espacio posible a nivel histórico que aquel de la democracia liberal: el horizonte de posibles sociales se ha cerrado, Fukuyama tenía razón: la historia tiene su fin en la democracia liberal y la izquierda que está en el poder en varios países latinoamericanos lo demuestra. Ahora bien, esto no significa en absoluto que se desprecie a la democracia, sino que es necesario comprender que alrededor de esta categoría política de la democracia se ha creado un verdadero fetiche que tiene como objetivo impedir un debate que abra la democracia hacia nuevas posibilidades libertarias, críticas y emancipatorias.

La democracia existente está constreñida a las fronteras establecidas desde el liberalismo, y el liberalismo, dígase lo que se diga, siempre será un discurso de poder. En ese sentido, pienso que la democracia se convierte en una especie de dispositivo en los términos dados por Foucault[1]. Si nos atenemos a lo descrito por Michel Foucault (y ponemos provisionalmente entre paréntesis aquello desarrollado por Agamben y otros teóricos sobre el dispositivo, que implica al momento un profundo y denso debate), podemos pensar que la democracia cumple las funciones establecidas como dispositivo desde el poder, en primer lugar porque:

1) permite la construcción de discursos, instituciones y prácticas legitimantes del poder, que se constituyen en una red de sentido y significación que encuentran su racionalidad y su legalidad justamente en la democracia liberal;

2) porque es el vínculo que une prácticas de dominación, control, y vigilancia. La democracia liberal es el mecanismo sobre el cual pueden engranarse discursos, instituciones, prácticas, que pueden mutar y transformarse continuamente adoptando, como un Proteo incesante, los rostros del espejo de la realidad, a fin de enmascarar los recursos de poder; y,

3) permite la administración y control estratégico tanto de los disensos cuanto de los consensos.

La democracia liberal es, en consecuencia, uno de los dispositivos más eficaces del poder. La democracia liberal disciplina el comportamiento político de todos los sectores sociales bajo los formatos establecidos por la burguesía. Crea la ilusión de la disputa por el poder y de la alternabilidad y, en consecuencia, neutraliza cualquier opción alternativa. Domestica a las organizaciones sociales más recalcitrantes y a los intelectuales más críticos, y los hace aparecer como reaccionarios y antidemocráticos enajenándoles cualquier espacio político. Por ello, es conveniente asumir que la posición de la burguesía con respecto a la democracia sea sumamente estratégica y releva de esa pragmática del poder.

La burguesía no va a apostar los recursos ni las prerrogativas de su poder en la ruleta de la democracia liberal, todo lo contrario, los va a sujetar de tal manera que siempre consoliden su poder. La democracia liberal tiene los dados cargados. De ahí que la política cuando se sitúa en el contexto de la democracia liberal como un dispositivo, adquiere también la consistencia estratégica de ésta. La política, en definitiva, administra el poder pero desde un solo lado de la balanza. Por ello pienso que si los gobiernos de izquierda en la región hubiesen significado un mínimo peligro para el poder de la burguesía, quizá habríamos hablado de algo que pudo haber sido y no fue, como en el caso de Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular en Chile. Para la Unidad Popular chilena se trataba de abrir otra vía al socialismo, es decir, de abrir el espacio de posibles históricos. La burguesía no perdonaría jamás esta aventura que ponía en riesgo su poder. La experiencia de la Unidad Popular chilena demuestra en toda su extensión el carácter de dispositivo de poder que tiene la democracia liberal.

Ahora bien, lo que se ha expresado en realidad recoge y redunda en los términos de algo que hace algunas décadas lo dijo también Agustín Cueva a propósito de lo que él calificaba como las democracias restringidas de América Latina[2]. En ese debate de Cueva con Weffort, Laclau, Lechner, Aricó, entre otros, subyace la intención de criticar y cuestionar esa reificación a la democracia y que Cueva denuncia porque la democracia no es un cascarón vacío sino que replica los contenidos del poder. Se trata de un debate que ahora tiene plena vigencia y actualidad porque es necesario comprender los horizontes históricos que están delineando gobiernos de izquierda que, paradójicamente, se parecen mucho a los diseños del poder. Quisiera, en consecuencia, añadir a la desconfianza de Cueva con estos discursos legitimadores del poder, y desmovilizadores de las resistencias y que constan en la reificación del discurso de la democracia y su constitución en un dispositivo de poder, el hecho de que la democracia liberal, en realidad, se constituye en una experiencia disciplinaria de la política, de la praxis liberadora y de las subjetividades críticas y cuestionadoras al sistema.

Penta: “las blandas fibras del cerebro” o la biopolítica

La democracia liberal es un dispositivo del poder para disciplinar, ordenar y controlar. La democracia liberal es indisociable de la manipulación de los individuos que se convierten en electores de la misma manera que en el mercado se convierten en consumidores. La libertad de elección del consumidor y del votante es una falacia del poder, y eso lo saben bastante bien los expertos en publicidad, mercadeo y control de la subjetividad. Ellos saben que las subjetividades del consumidor o del votante son arcilla dócil en la cual se pueden inscribir las signaturas del poder sin las menores resistencias, críticas ni cuestionamientos[3].

Ellos saben que vender un candidato en momentos electorales es un asunto de marcas, y en el mundo de las marcas la publicidad impone sus condiciones, y la publicidad es otro de los nombres del control de las subjetividades, de esas fibras blandas del cerebro de las que hablaba Servan, vale decir, de la biopolítica.

Pasar el umbral de la democracia como frontera de disputa política con la burguesía, como fue la experiencia de la Unidad Popular en Chile, y en la que aún era posible cambiar al mundo, hacia la democracia disciplinaria[4], como mecanismo de control, sumisión y prerrogativa del poder, indica uno de los fenómenos políticos más importantes en la transición del neoliberalismo al pos-neoliberalismo. No hay que olvidar que toda la estrategia del ajuste macrofiscal del FMI y la privatización del Estado llevada adelante por el Banco Mundial, se sustentaron en sistemas políticos democráticos y representativos.

La democracia del ajuste y de la reforma estructural tenía un tempo que se sostenía en función del control de la lucha de clases. El discurso de la gobernabilidad de la Comisión Trilateral trataba de extender ese tempo dando vida artificial a los gobiernos que habían suscrito la terapia de shock del FMI y que se agotaban a semanas de haber ganado las elecciones, de ahí la necesidad de otorgar gobernabilidad al sistema político de tal manera que pueda resistir la presión social al ajuste del FMI. De ahí la preferencia por sistemas presidencialistas.

Luego de dos décadas de ajuste macrofiscal y de privatización del Estado, el sistema político que garantizó el cumplimiento de las tareas del Consenso de Washington finalmente se derrumbó como un castillo de naipes. La estrategia de la gobernabilidad no alcanzó para proteger a ese sistema político. Pero el sistema político que le ha tomado la posta y que se está consolidando en la región se ha revelado más funcional y eficiente con la acumulación del capital y la disciplinarización de la lucha de clases. Ese sistema político convierte a la democracia en un dispositivo de poder y asume los contenidos del control disciplinario. Luego de dos décadas de intervención sobre el Estado y la sociedad realizados por el Banco Mundial y por las ONG’s de la cooperación al desarrollo, el sistema político que emerge luego del fracaso de la gobernabilidad es más disciplinario y represivo.

La democracia disciplinaria

La democracia disciplinaria es el final del camino de la democracia de la gobernabilidad y de la privatización del Estado. Es una democracia que utiliza la representación y los sistemas electorales como dispositivos del poder. Una democracia que cierra los espacios deliberativos, consensuales y críticos. Que absorbe la energía social y la lleva al agujero negro de su propio poder. Que se sustenta en una ciudadanía dócil, sumisa, disciplinada, temerosa y frágil. Que fragmenta las solidaridades sociales y las estructuras organizativas para convertirlas en un momento de su propia dinámica. Que convierte a la práctica de gobierno en razón de Estado y al partido de gobierno en partido de Estado. La democracia disciplinaria es una democracia panóptica en el sentido de que necesita vigilar, ordenar, sujetar y controlar.

Aquello que vincula el poder disciplinario con la democracia como dispositivo del poder es la biopolítica entendida como la condición de posibilidad que el poder ha generado para intervenir de manera permanente sobre las subjetividades individuales y sociales. La democracia disciplinaria une el poder disciplinario que se ejerce sobre el control de las subjetividades y en la cual las personas se convierten en consumidores o votantes cuyas percepciones sobre la realidad son trabajadas por expertos en mercadeo y publicidad, con la noción de la democracia como dispositivo del poder que permite la legitimidad de los discursos, las instituciones y las prácticas represivas del poder. La democracia disciplinaria acude, casi por definición, a mecanismos panópticos de control y vigilancia, de ahí la consolidación y la extensión de las formas de criminalización, persecución y violencia social generadas desde el Estado y el partido de gobierno.

La democracia disciplinaria lleva la energía política al ámbito del espectáculo, y diseña una trama de control específico y exhaustivo a nivel territorial y de población. En la democracia disciplinaria, los tecnócratas de la biopolítica (como los publicistas, o los consultores políticos electorales), levantan información al nivel más preciso para conocer todos los aspectos relacionados con una población determinada a fin de influir sobre sus comportamientos. Para ello acuden a los mismos mecanismos (y a veces a las mismas organizaciones y empresas), de las corporaciones privadas que tienen un control panóptico sobre poblaciones enteras a nombre de los estudios de mercado y de la demanda de consumidor. La democracia disciplinaria convierte al votante en consumidor político en un contexto de monopolios políticos. La democracia disciplinaria crea ilusiones y simulacros, al tiempo que cierra el espacio de posibles históricos a las alternativas.

Quizá por ello, Chávez, Correa, Uribe, Lula, Kirchner, Calderón, inter alia, se hayan convertido en Marcas de publicidad y no en procesos históricos y sociales. Nombres con los que es relativamente fácil ganar una elección porque se han convertido en estrategias de control, monitoreo y mercadeo electoral. Mas, no son solamente nombres, en realidad son marcas del poder. Marcas hechas a la medida exacta del poder en tiempos pos-neoliberales. Marcas que permiten la reconstitución de la dominación y la entrada de toda América Latina hacia el pos-neoliberalismo. Marcas en las que incluso las retóricas se repiten (la “Pasión por México” de Calderón, se convierte en la “Pasión por la Patria ” de Correa). Detrás de estas marcas están pueblos arrasados por las nuevas lógicas del capital que presiona ahora por petróleo, biocombustibles, transgénicos, agua, biodiversidad, servicios ambientales, ejes multimodales. Detrás de esas marcas están líderes sociales criminalizados y perseguidos por “terroristas”, están pueblos empobrecidos, solidaridades devastadas, regiones enteras contaminadas, pueblos ancestrales extinguidos. Estas marcas publicitarias encubren una nueva dinámica de disciplinarización social y de control de subjetividades que relevan de la biopolítica.

La democracia disciplinaria hace que los gobiernos, sean de izquierda o de derecha, abran un espacio de elecciones permanentes y ponen al Estado en función de esos intereses electorales. Para los Presidentes-espectáculo de la democracia disciplinaria no es ningún problema ganar una elección o una re-elección, ni tampoco tienen problemas de credibilidad y aceptación, porque siempre están en elecciones, porque todos los días están comprando adhesiones y popularidad, porque todos sus actos están previamente medidos en el baremo de los votantes. Porque han puesto al Estado, a las instituciones públicas y a las políticas públicas en función de su propio nombre, de su propia marca.

La democracia disciplinaria realiza algo que fue una utopía en la década de los noventa y que el Banco Mundial no pudo conseguir: la gobernabilidad absoluta del sistema político. La democracia disciplinaria es la continuación de las preocupaciones por la gobernabilidad del sistema político de los años ochenta y noventa, y que tuvo en el Banco Mundial y en la USAID sus principales agencias. Es la consolidación de la gobernabilidad en un proceso que cierra el sistema político a toda oposición tanto de izquierda cuanto de derecha. La democracia disciplinaria y la gobernabilidad comparten la misma estrategia de provocar el temor social y utilizar estratégicamente el miedo como factor político que permite administrar los consensos y los disensos. La democracia disciplinaria es el final del camino de la gobernabilidad, en el sentido en el que la entendía tanto la Comisión Trilateral , cuanto la ideología del orden de Carl Schmitt.

La democracia disciplinaria es fundamental a la hora de privatizar los territorios y privatizar la soberanía del Estado. Los acuerdos de libre comercio que ceden la soberanía del Estado-nación, la gobernanza de los recursos naturales que abren el camino para su privatización, las estrategias de descentralización y autonomías que debilitan al Estado-nación y lo convierten en un cascarón vacío de soberanía contractual pero al mismo tiempo fortalecen el monopolio de la violencia legítima en contra de las poblaciones que resisten la privatización territorial, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM’s) del Banco Mundial y los procesos de participación ciudadana y “democracia directa”, todos estos fenómenos necesitan ser procesados políticamente por ciudadanías dóciles, obedientes y temerosas, y para ello se revela fundamental el poder disciplinario que genera la biopolítica, y la capacidad desmovilizadora que implica la democracia desprovista de todo contenido emancipatorio y liberador.

Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Uribe en Colombia, Lula en Brasil, Vásquez en Uruguay, Bachelet en Chile, entre otros, de una u otra manera, son Presidentes-espectáculo. Son el producto y el resultado de una dinámica de la acumulación del capital y de la lucha de clases, en las que las nuevas formas de control y disciplinamiento social pasan por las aduanas de una democracia hecha para que todo se mueva y nada cambie.

*Pablo Dávalos. Economista ecuatoriano, catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y miembro del Foro Social Mundial Alternativas – Capitulo Ecuador.


[1] “Aquello que he ensayado de ubicar bajo este nombre (el dispositivo, P.D.) es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que implica discursos, instituciones, arreglos arquitectónicos, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, en definitiva, tanto de lo que se dice cuanto de lo que se calla … El dispositivo es la red en la cual pueden establecerse todos estos elementos.” “En segundo lugar, aquello que quisiera identificar en el dispositivo es justamente la naturaleza del vínculo que puede existir entre todos estos elementos heterogéneos. De esta manera, tal discurso puede aparecer tanto como un programa de una institución, cuanto un elemento que permite justificar y ocultar una práctica … o funcionar como una segunda reinterpretación de esta práctica, darle acceso a un campo nuevo de racionalidad. Breve, entre estos elementos, discursivos o no, hay como un juego de cambios de posición, de modificación de funciones que pueden, ellos también, ser muy diferentes”. “En tercer lugar, por dispositivo, entiendo una suerte –puede decirse- de formación que en un momento histórico determinado ha tenido por función mayor de responder a una urgencia. El dispositivo, entonces, tiene una función estratégica dominante”.

Foucault, Michel, Dits et Ecrits (traducción propia).

“Ce que j’essaie de repérer sous ce nom (el dispositivo), c’est, premièrement, un ensemble résolument hétérogène, comportant des discours, des institutions, des aménagements architecturaux, des décisions réglamentaires, des lois, des mesures administratives, des énoncés scientifiques, des propositions philosophiques, morales, philantropiques, bref: du dit, aussi bien que du no-dit … Le dispositif lui-même, c’est le réseau qu’on peut établir entre ces éléments.”

“Deuxièment, ce que je voudrais repérer dans le dispositive, c’est justement la nature du lien qui peut exister entre ces elements hétérogènes. Ainsi, tel discours peut apparaître tantôt comme programme d’une institution, tantôt au contraire comme un élément qui permet de justifier et de masquer une pratique ... ou fonctionner comme réinterpretation seconde de cette pratique, lui donner accés à un champ nouveau de rationalité. Bref, entre ces éléments, discursifs ou non, il y a comme un jeu des changements de position, des modifications de fonctions, qui peuvent, eux aussi, être très diférents.”

“Troisièment, par dispositif, j’entends une sorte –disons- de formation qui, à un momento historique donné, a eu pour fonction majeure de répondre à une urgence. Le dispositif a donc une fonction stratégique dominante.” Foucault, Michel, Dits et Écrits, Vol III, pp 299.

[2] Escribe Agustín Cueva a propósito de la democracia liberal: “Dudo, por ejemplo, que el poder se construya a través del voto, no solo por razones abstractas que hoy no me propongo exponer, sino por la buena razón empírica de jamás he visto ni he oído hablar de ningún lugar del planeta en donde asuntos tan decisivos como los que a continuación voy a señalar hayan sido sometidos a votación: a) la cuestión del sistema de propiedad; b) la estructura del aparato militar; c) la constitución de las relaciones que la CEPAL denomina “centro-periferia” (para no hablar directamente de imperialismo).” Cueva, Agustín: Las democracias restringidas de América latina. Elementos para una reflexión crítica. Planeta, Letraviva, 1988, Ecuador, pp. 19. cursivas en el original.

[3] “Sobre las blandas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los más firmes imperios”, decía Antoine Servan, en una cita de Foucault: “El poder psiquiátrico”, FCE, México, 2007, pp. 16

[4] Democracia disciplinaria porque utiliza un poder disciplinario, sobre esto último: “… el poder disciplinario es un poder discreto, repartido; es un poder que funciona en red y cuya visibilidad solo radica en la docilidad y la sumisión de aquellos sobre quienes se ejerce en silencio.” Foucault, Michel: El poder psiquiátrico, ob. cit., pp. 39

11
Mar

Frei Betto: La mano invisible

frei_bettoALAI AMLATINA, 10/03/2009, Sao Paulo.- Desde niño tengo mis miedos, como todo el mundo. Primero era el miedo de ver a mi padre bravo, de verme obligado a comer rábano, de sacar cero en el examen de matemáticas. Miedo, bajo la dictadura, a verme arrollado por un auto policial. Miedo, bajo la lluvia pertinaz, de que mi chabola en la favela, situada al borde de un precipicio, fuese llevada por el agua.

Hoy colecciono otros miedos. Uno de ellos es el miedo a la mano invisible del Mercado. De lo invisible sólo no temo a Dios. Temo a las bacterias y a los extraterrestres. A las primeras las combato con antibióticos –término inapropiado, pues significa “contra la vida”, siendo que las inoculamos para favorecerla.

En cuanto a los extraterrestres, quedé más tranquilo al saber que la distancia más grande conseguida en el espacio por nuestra tecnología es alcanzada por las emisiones televisivas. Seguro que, al captarlas, los exploradores interplanetarios llegaron a la conclusión de que en la Tierra no hay vida inteligente…

Vuelvo a la mano invisible del Mercado. ¿Dónde la mete? Preferentemente en nuestro bolsillo. En especial el de los más pobres. Y es invisible porque es cínica, como todo delito practicado a escondidas. Por ejemplo el Mercado practica la extorsión al bolsillo de los más pobres a través de impuestos cargados a los productos y servicios. Todo podría ser más barato si no fuera por esa mano boba que se inmiscuye en lo que consumimos.

Ahora que el Mercado entró en crisis -pues el globo que infló estalló en su misma cara-, ¿dónde anda metiendo su mano invisible? La respuesta sí es visible: en el bolsillo del gobierno. En los EE.UU el Mercado, en los estertores de la administración Bush (de infausta memoria) metió mano a US$ 830 mil millones y ahora logró otros US$ 900 mil millones de la recién estrenada administración Obama. Todo para guardar esa fortuna en el bolsillo agujereado del sistema financiero.

Además, la mano invisible del Mercado desconoce los bolsillos de los ciudadanos. Viciada como está, siempre beneficia el bolsillo de los ricos. Es el caso del Brasil. Ante la crisis (y las próximas elecciones) el gobierno trata de anabolizar el PAC, de modo que la mano del Mercado pueda abastecer, y cuanto antes, el bolsillo de las constructoras de obras públicas y de las empresas privadas encargadas de dichas obras.

Ya lo advertía mi abuela: “¡Mire bien, niño, dónde pone esa mano!” Y me obligaba a lavármela antes de sentarme a la mesa. Pues bien, creo que la mano del Mercado es invisible porque nunca se lava. Al contrario, lava dinero sin lavarse de la suciedad que lo impregna. Es lo que deduzco al leer las noticias de que, en los paraísos fiscales, la liquidez de los grandes bancos fue asegurada, en los últimos años, gracias a los depósitos del narcotráfico.

La mano puede ser invisible pero sus huellas digitales no. Allí donde el Mercado pone su mano queda la marca. Sobre todo cuando retira la mano, dejando en el desamparo a millares de desempleados, tirados en la calle de la insolvencia, ahorcados en deudas astronómicas.

El Mercado es como un dios. Usted cree en él, pone su fe en él, lo venera, hace sacrificios para agradarlo, se siente culpable cuando da un paso en falso con relación a él -aunque sea de él la culpa, como en el caso de la compra de acciones que él vendió prometiendo fortunas y ahora esas acciones valen una nada.

Como un dios, sólo se le puede conocer por sus efectos: la Bolsa, el salario, la hipoteca, el interés, la deuda, etc. Se manifiesta por medio de su creación, pero sin dejarse ver ni localizar. Nadie sabe exactamente qué cara tiene o en qué lugar se esconde, aunque sea omnipresente. Hasta en la candela vendida a la puerta de la iglesia se hace presente. Y mete la mano, la famosa mano invisible, la temida mano invisible, esa mano más abominable que la de los tarados que se atreven a meterla debajo del vestido de la mujer de pie en el autobús.

Y de nada vale gritar: “¡Quite esa mano de ahí!” A pesar de que la mano invisible manipula descaradamente nuestra calidad de vida, privilegiando a unos pocos y asfixiando a la mayoría, nadie se libra de ella. Como es invisible, no se la puede cortar. Sólo queda una salida: cortarle la cabeza al Mercado. Pero ésa es otra historia. Hoy hablé de la mano. La cabeza queda para otro día. (Traducción de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de “El arte de sembrar estrellas”, entre otros libros.

11
Mar

Herbert Mujica Rojas: La adecuación a la historia

Los libros, mis amigos
por Herbert Mujica Rojas
11-3-2009

La adecuación a la historia

mujica En el preciso estudio que ha consagrado Aníbal Sierralta Ríos a la Internacionalización de las empresas latinoamericanas, (Lima 2007, PUCP), subraya con énfasis lo que Jurgen Samtleben afirma del libro en la contracarátula: “El autor desarrolla en el Capítulo I una teoría
novedosa y original. Al igual que su planteamiento durante la V Conferencia Interamericana de Derecho Internacional Privado (CIDIP), en que fue el único que expresó que no son los organismos internacionales los que establecen los principios generales del
derecho del comercio internacional, sino que estos surgen del uso y de la práctica de los operadores (...).. y de muchas entidades que sin serlos retoman esta práctica y la convierten en documentos aceptados por el comercio internacional”.

Afirma Sierralta en el capítulo 3.5.2, La educación, la tecnología y los regímenes legales: “La penetración cultural es de lo más amplia, pues cubre no sólo la educación, sino, también, la utilización de nuevos modelos jurídicos o formas societarias, estilos de gerencia y mecanismos financieros que se introducen en la plaza receptora para
familiarizar a las empresas, con el fin de que puedan desenvolverse como si estuvieran en su propio mercado.”

Y anticipándose con largueza de lustros a ciertas prácticas que ya reconocen, como veremos luego, prácticas aberrantes y a niveles oficiales, dice Sierralta: “En el área educativa, se plantea reescribir el pasado, ya que los referentes históricos influyen en la acción de los operadores y los grupos sociales, lo que frena, con
frecuencia, el desarrollo de algunas inversiones extranjeras. Con tal motivo, se busca dejar a un lado el pasado si es que este es molesto e incómodo para el país inversionista. Entonces, se habla de no recordar la historia, sobre todo si esta evoca circunstancias que se pueden repetir en el campo de la inversión y en la política interna. Por
ello, los Estados y las grandes transnacionales, que, con frecuencia, tienen un volumen de ventas mayor que el PBI de cualquier país latinoamericano, actúan a través de las instituciones académicas, los medios culturales, las fundaciones, los periódicos, las editoriales, las revistas e, incluso, los simposios universitarios y de instituciones de intelectuales con el fin de influir en la sociedad.”

Aquí en Perú fuimos mucho más lejos. En noviembre de 1985, siendo canciller, tan ágrafo entonces como hoy, Allan Wagner Tizón, firmó con su par chileno de esas fechas, Jaime del Valle Alliende, la siguente barbaridad en el Punto III de esa malhadada Acta sobre Revisión de Textos de Historia:

“Los ministros estuvieron de acuerdo en poner en práctica, en el más corto plazo posible, un procedimiento que permita en sus respectivos países efectuar una revisión de los textos de historia, a nivel de la enseñanza primaria y secundaria, con miras a darles un sentido de paz e integración”.

Bien hace en puntualizar Sierralta en su trabajo y en el capítulo 3.5.3 La adecuación de la historia:

“El tercer plano de la penetración cultural se refiere a cambiar los libros de historia y olvidar para consolidar las empresas y las inversiones en el país receptor, sobre todo con la argumentación de que estas crean fuentes de trabajo. Una influyente revista peruana que exponía las ventajas de las inversiones chilenas concluía afirmando:
“De un concepto de soberanía nacional y estatal debemos pasar a un concepto de soberanía ciudadana y civil. En algunos años debemos, quizá, revisar nuestros libros de Historia”.

¿No hemos escuchando salmodias recurrentes y a cargo del presidente García, la inefable ministra Mercedes Aráoz y de múltiples rábulas oficialistas los argumentos de fuentes de trabajo, mirada al futuro, amnesia de lo que ocurrió porque pertecene al pasado que hay que superar? Nótese que el libro, cuya insuficiente recensión hacemos hoy,
fue lanzado al mercado (hoy absolutamente agotado) en el 2007, mucho antes del actual y vigente, sin que se entere el Congreso, TLC con Chile que sí firmó el Parlamento de ese país pero no el nuestro.

El trabajo de Sierralta merece in extenso no una sino varias crónicas ilustrativas para los lectores ávidos de enfoques certeros y valientes. En tiempos en que gerifaltes, ágrafos y mercenarios pretenden hacer las cosas al revés, testimonios como el presente, merecen la lectura obligada y militante de todos los que quieran enterarse de otros puntos de vista.

¡Así son los libros, mis amigos!

10
Mar

Luis Alberto Mendieta: La Revolución Ciudadana desde adentro: Una crónica necesaria. IV

conocoto

Fuente: http://www.conocototieso.com/web/geografia.html

III. La práctica política: La Dirección Provincial del Movimiento.

Luego de conocer al Secretario Provincial de entonces (Germán Espinoza) en el taller informativo sobre la nueva estructura del Movimiento, le pedí participar en un proceso de capacitación política para “líderes y miembros de las Bases” que él propuso en el colegio Jaques-Dalcroze a todos los participantes del taller. El plan de Espinoza era sencillo pero eficaz: trabajar con los diversos tipos de organización social, con el fin de establecer alianzas fuertes, empezando por la capacitación política; yo propuse ampliar el rango de acción hacia temas de impacto social, lo que redundaría en confianza y acercamiento por parte de los miembros de las diversas comunidades. En definitiva, el proceso debía integrar a la gente común al proceso de la Revolución Ciudadana, para consolidarla en el corazón del pueblo. Un corolario crucial era la visibilización de nuevos líderes en el escenario político, sin las mañas de los políticos viejos y de “medio uso”.

En la siguiente reunión, frente a cerca de 20 personas que invitó la Dirección Provincial para empezar el Proceso de Capacitación Política de Líderes del Movimiento País, él mismo sugirió mi nombre para coordinarla, y formamos la Comisión con los asistentes. El detalle que desconocía yo en ese momento es que había otra Comisión de Capacitación Política, y que se empezaría a levantar polvareda por nuestro trabajo, simplemente porque era efectivo y nunca se persiguió un nombramiento en la Dirección Provincial como finalidad, sino que se quiso iniciar un trabajo eficaz y efectivo que nos lleve a realizar el concepto de revolución urbana, desde la visión personal que ya comenté anteriormente y que era compartida por todas las personas que conformamos el grupo de trabajo de capacitación. El trabajo de capacitación con los campesinos no fue contemplado ni siquiera como proyecto posterior, lo cual es comprensible, dado el rango de acción de la Provincial, cuyo núcleo duro estaba en Quito.

Algo que me sorprendió en esas circunstancias, y con ocasión de mi asistencia a una reunión de la Provincial (me refiero a la primera vez que asistí a una junta de la Dirección Provincial), fue que el ambiente lucía totalmente distinto a los espacios a los que me había habituado. Al principio supuse que fue impresión mía, pero tuve la sensación de que las treinta y tantas personas que estuvieron allí esa noche, tenían muy poco interés por la Revolución en sí. Y pude comprobarlo inmediatamente, al escuchar las exposiciones de los asistentes.

Se buscaba ante todo figurar y concretar intereses personales o de pequeños grupos. El conjunto carecía totalmente de compromiso político y aquí viene un ejemplo.

La reunión trataba sobre las metodologías que debían usarse para multiplicar las “células” o centrales del Movimiento en toda la ciudad y sus parroquias, con el fin de integrar a las grandes masas al Movimiento País en la provincia de Pichincha. Naturalmente, eran necesarios los oficios de cada uno de los representantes de la Provincial, que habían llegado a esa posición, según supe, argumentando ser líderes de colectivos de diverso tamaño, pero resulta que varios de ellos sólo se representaban a sí mismos, o a lo sumo a su familia, y esto último ni siquiera en todos los casos...

En cuanto se trató sobre la jurisdicción de cada central se entabló una polémica sobre cuál era la mejor manera de distribuir los territorios para coordinarlos, aunque Germán zanjó rápidamente mencionando que previamente se había decidido utilizar el mismo esquema que el Municipio de Quito. Pero la palabra coordinación levantó de inmediato miradas codiciosas y exigencias por el poder. Por todo eso concluyo que no existía un auténtico compromiso con la Revolución.

Mientras tanto, empecé el trabajo de capacitación política en barrios con mis nuevos compañeros, a los que fui conociendo y apreciando como amigos, en el ínterin. Si algo tiene de bueno el voluntariado político es que conoces muchísima gente de todo tipo. Preparé pequeños talleres sobre los modos productivos a través de la historia occidental, matizándolos con la entrañable cosmovisión indígena, hasta llegar al socialismo del siglo 21, incluyendo la propuesta productiva de mi cosecha mencionada antes, que viene a ser una aplicación práctica del mencionado socialismo. Todos los miembros de la Comisión se esmeraron en preparar métodos, varios de ellos realmente originales y útiles para el fin de la capacitación.

Luego asistí a otra reunión del Secretariado Provincial, y la historia de la vez anterior volvió a repetirse, con la novedad adicional de que el trabajo de capacitación política que habíamos emprendido con la anuencia y apoyo del Director Provincial, era muy mal visto por los miembros del secretariado, sobre todo por nuestras “exóticas” ideas de impulsar la elección, a corto plazo, de nuevos miembros del Secretariado, con un proceso que involucre a “las bases” del movimiento. Finalmente el mismo Director Provincial desarticuló las brigadas de Capacitación Política y por último fue destituido de su cargo. No estoy seguro de las razones que la gente argumentó para su salida; sólo sé que tuvo el interés de crear conciencia política y cambios, aunque se afirma que buscó siempre aglutinar gente para intereses personales. Me pregunto cuáles, porque encontré siempre en él a un hombre convencido de la revolución y a un amigo razonablemente sincero, aunque no todas las personas que lo rodeaban estuvieran de acuerdo en cuanto a su sinceridad. Se habló de que estuvo preparando el camino para su campaña como candidato a asambleísta.

Su salida, pienso ahora, no fue tanto por sus intenciones de convertir al Movimiento País, a través del Secretariado Provincial de Pichincha, en la primera organización política del país en convocar a elecciones internas transparentes, pese a las órdenes del Secretariado Nacional, que si bien escuchaban (de buen o mal modo) las voces de sus compañeros y compañeras de “abajo”, crearon un reglamento que poco tenía de democrático para el ordenamiento interno. Es decir: empezaba a divisarse vagamente el fantasma de la partidocracia ¡al interior del movimiento que impulsaba la Revolución Ciudadana!

Pero a la vez mostraban señales de apertura, mencionando, por ejemplo, aquello mencionado antes, de que la designación a dedo era indispensable únicamente por esta vez, porque apenas si estábamos empezando a organizarnos. Eso aplacaba los ánimos, pero dejaba abierta de par en par la expectativa por ver el curso de los acontecimientos futuros a mediano y corto plazo. Como decía, la salida de Germán Espinoza, a mi parecer, no fue tanto por las razones mencionadas, sino porque un viejo político, apartado del movimiento por su maniqueísmo y su macabro talento para el amarre, la trinca y el negociado, hizo acto de presencia, con el fin de organizar una nueva mafia electorera, cuya red finalmente aterrice en los cargos públicos próximos a elegirse, utilizando (este <<utilizando>> en su peor sentido) el método de elecciones primarias para legitimar algo que con el tiempo terminaría como terminó finalmente.

Mientras tanto en Conocoto, una autoridad política a la que consideraba amiga mía, me llamó una tarde para solicitar apoyo para su campaña a la Junta Parroquial. Ella y yo habíamos trabajado junto al Coordinador desde el principio y siempre pensé que su visión podría hacer un magnífico papel en tal cargo, así que acepté coordinar su campaña.

En absoluto es miedo lo que me mueve a omitir ciertos nombres. Me abstengo de publicarlos por no dar excesiva importancia a las personas, cuanto a las circunstancias políticas que quiero mostrar y que representan la finalidad de esta crónica, porque el objetivo es mostrar el estado de madurez (o inmadurez) del escenario político que conocí, sin caer en el mismo juego, aprovechando este medio para ajustar cuentas con nadie.

Inicié de inmediato un proceso de capacitación política con los líderes barriales que mi amiga estimó pertinente invitar. El objetivo de la capacitación era llevar la Revolución a los barrios de Conocoto, y preparar el camino para la elección de los miembros de la Junta Parroquial.

 

1ra. Parte

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3ra. Parte

 

9
Mar

Walter Mena: CORREA: ANTES Y DESPUES

wmenaA la crisis mundial caracterizada por la quiebra generalizada del sistema financiero se suman las profundas repercusiones sobre la sociedad en los terrenos económico, social e inclusive psicológico. La economía se desmorona como un castillo de naipes y a pesar de los esfuerzos de los mandatarios de las principales potencias, esta caída no se detiene y comienza a arrasar las economías débiles de la periferia y en especial las economías dependientes como es el caso de Ecuador.

En lo social, nunca habíamos visto tan cerca la posibilidad de que al interior de la principal potencia del mundo surjan movimientos revolucionarios que acusen en forma directa como causantes de la crisis a los dueños del poder y del capital .Esto viene acompañado de una actitud psicológica de los ciudadanos que linda con el pánico, sin la posibilidad de que recobren la cordura en el corto plazo, amenazan al mundo con una psicosis colectiva. En lo ambiental, el pánico se expresa en un desaforado intento de arrasar con lo que queda de naturaleza, pues todos corren en desenfrenada carrera por destruirla.

En el Ecuador los problemas del mundo se expresan en forma dramática, pero sin duda, el mayor está vinculado a la actitud asumida por el presidente Correa que presa de la angustia y el desconcierto, no acierta a controlar la avalancha que se acerca; y, con ello, su fin inminente como gobernante: en el orden económico ha “distribuido” en dos años una suma equivalente a lo que sus predecesores lo hicieron en los últimos 30 años. En efecto, Correa ha dispuesto de 30 mil millones de dólares en sus dos años de gobierno. Mientras esto ocurre, las arcas del Estado se vacían ante la mirada impotente de la mayoría de ecuatorianos, que atónitos no alcanzan a comprender el giro de 180 grados que ha dado en época de crisis.

En realidad, se pude ver con mucha claridad dos caras en el Presidente: un Correa dispendioso, entregando populistamente los recursos de Estado para captar los votos que le servirán para su reelección; frente a otro Correa angustiado, frustrado e irascible, acusando de todos los males al primero que se le pase por el frente, tratando de hacer maletas para abandonar el país o como decimos los lojanos cuando un gallo de pelea está a punto de perder la lidia : mirando de reojo para identificar el camino por donde va a correr.

En su intento desesperado por mantenerse en el poder, el Presidente mete la mano al bolsillo de todos los ecuatorianos, no se libra nadie: trabajadores del campo y de la ciudad, servidores públicos, militares y policías jubilados y en servicio activo, educadores, amas de casa, indios, negros, montubios, empresarios, e inclusive la población en extrema pobreza amparada por los programas sociales como el bono de desarrollo humano y el de vivienda, comienzan a flaquear.

Según el Presidente lo hace con “infinito amor, con las manos limpias, el corazón ardiente y la mente lúcida”: mientras se repite hasta el cansancio por todos los medios de prensa que “la Patria ya es de todos”.Esto ocurre a nivel del estado llano, mientras en la cúpula un puñado de cortesanos prepara las condiciones para llevarse en peso los exiguos fondos del Estado.

No hay un solo sector de la economía en donde no se haya denunciado atracos por lo general de gran envergadura .En realidad, en esta parte vale recordar que la partidocracia se caracterizó por su raterismo (léase pequeños montos) mientras que este gobierno se apunta a los grandes “golpes” y para muestra bastan algunos botones: la negociación por debajo de la mesa con las telefónicas, los nueve contratos millonarios en Petroecuador, en particular, el celebrado con IVANHOE que representa aproximadamente 180 mil millones de dólares en reservas de crudo extrapesado y la entrega de la gran mineria a las transnacionales que en reservas probadas de cobre, oro, plata y molibdeno, solo en cuatro proyectos existirían - según expertos – 240 mil millones de dólares, que fácilmente se pueden triplicar en el curso de los próximos veinte años.

El presidente Correa con base en la última Constitución se ha convertido en el “Sumo Hacedor”, el omnipotente y todopoderoso monarca que dirige todas las funciones del Estado. Las clásicas: ejecutiva, legislativa y judicial y las de reciente creación: Electoral y de Transparencia y Control Social. La única palabra valida, el principio y el fin están controlados por esta nueva especie de monarca que imita de algún modo al “Rey Sol” de Francia cuando dijo solemnemente “el Estado soy yo”; que significa lo mismo que decir, “después de Correa, el diluvio”. Junto a sus dos principales cortesanos Patiño y Alvarado, y más sirvientes; ocupando la más alta jerarquía, esta la corte celestial; compuesta por su madre, su hermano que funge de tesorero del reino y su idolatrada hermana Pierina.

La situación en Ecuador es explosiva, no obstante, la gente está en una especie de letargo del cual comienza a despertar con el caso “Chauvín”. Todo parece indicar que la infiltración, fue preparada fríamente por las agencias DEA y CIA norteamericanas, con la estrecha colaboración de sus agentes locales y colombianos. Los agentes infiltraron al Movimiento Alianza PAIS desde sus inicios: Aparentemente contribuyeron al financiamiento de la Campaña de Correa, forjaron el Congreso Bolivariano en Quito y por esta vía llegaron al campamento guerrillero de Angostura ubicado en territorio ecuatoriano, un fatídico 1 de marzo del 2.008.

A continuación, la CIA, DEA y colombianos, con la ingenua e inconsciente colaboración de un grupo respetable de ecuatorianos que creían en la Revolución Ciudadana, bombardearon el campamento guerrillero, mataron a su comandante y demás colaboradores. Un año después, los mismos agentes que planificaron y ejecutaron la masacre, reabren el caso, pero esta vez, en posesión de todos los documentos para incriminar al Presidente Correa y poner en evidencia su vinculación con la narcoguerrilla. Todo parece indicar que es el comienzo del fin, porque lo que hasta ahora se conoce a través de la prensa no es sino la punta del iceberg.

Como pueden ver, los tiempos han cambiado, el Correa de Marzo del 2.009 es radicalmente diferente al de hace dos años, se ha granjeado la mala voluntad de la mayoría de ecuatorianos y por esa razón, lo mas probable es que pierda las elecciones de abril próximo (aunque las encuestas digan lo contrario) y si por esos imponderables gana, tendrá que dejar el poder hasta finales de año o convertirse en rehén de los norteamericanos. Cuando ocurra el desenlace, los ecuatorianos debemos exigir - vía Asamblea Nacional - la inmediata convocatoria a elecciones para elegir un Nuevo Presidente y emprender en reformas a la Nueva Constitución que signifiquen: democracia, trabajo y decencia para todos.

PERCEPCIONES
Por : Walter Mena O.
01- 03-2.009

4
Mar

Luis Alberto Mendieta: La Revolución Ciudadana desde adentro: Una crónica necesaria. III

II. La práctica política: Conocoto y la Provincial.

Fue así como me uní al Movimiento País. Sin padrinos ni ceremonias ostentosas con las que algunas personas suelen presentarse en sociedad (supongo que quieren reforzar la imagen de ganadores y líderes de alto nivel). Quizás (debo reconocerlo) siempre tuve metida en la cabeza la idea de recoger material para construir este relato, aunque siempre me atrajo, caray, el afán de luchar por una causa justa.

Con las expectativas con las que uno llega a su primer día de clases en la Universidad.

Empecé por hacer militancia dentro de mi parroquia y me puse en contacto con el Coordinador que alguien había designado para Conocoto. Previamente me había enviado por correo electrónico una invitación a participar. Mi “e-mail” lo obtuvo de la lista de un par de reuniones del Movimiento País a las que asistí durante la segunda jornada electoral, mientras terciaban para la presidencia de la república los entonces candidatos Correa y Noboa. Luego de algún episodio que aún no comprendo del todo ni viene al caso, el coordinador anterior fue sustituido. Me permito hacer una corta digresión al respecto.

Participaba entonces este servidor en la Asamblea de Conocoto, organización popular integrante de las Asambleas Territoriales. El contacto político con M. País lo establecí en ese espacio. Aunque hay muchos detalles interesantes sobre esta asamblea y los intereses creados, los omitiré, considerando que son irrelevantes respecto a esta crónica. Baste mencionar que estimo ese foro como mi verdadera escuela política, pues era un escenario pequeño, una suerte de laboratorio en el que participaban personajes venidos de diversos partidos políticos, unidos muchos de ellos por lazos de parentesco, amistad o vecindad de muchos años, con heterogéneo nivel de experiencia política, cada uno con su estilo particular y sus intereses concretos. Yo era sin duda un advenedizo para ellos, según su marco lógico, pero el grave problema era que los tiempos no estaban para vivir en el siglo dieciséis. Allí es donde conocí los métodos más usuales del político tradicional en un nivel de la sociedad donde DEBERÍA empezar la Revolución: el barrio y la parroquia, pero las relaciones sociales de la comunidad están muy alejadas de tal supuesto. Allí impera el cacicazgo como instrumento usual de asidero del poder; el caos y la búsqueda del interés personal son la regla por todos conocida y practicada. La única organización visible (y más o menos respetada, según la comunidad que se mire) es la deportiva, que mira con desprecio y desdén cualquier forma de organización política. Lo usual: Los vecinos se critican y hasta odian en secreto mutuamente. El desarrollo urbano sólo ha conseguido, en complicidad con la intolerancia (producto del negacionismo del origen racial que aún no asimila la sociedad Latinoamericana, especialmente en las esferas más humildes) y los medios de comunicación que apelan al miedo como otra herramienta de venta de información; todo esto, como decía, sólo ha conseguido erosionar, en general, toda relación social que no sea productiva, desde el punto de vista del capitalismo. Los colonizadores del actual Estados Unidos siempre tuvieron la ventaja de que al menos se consideraban colonos entre sí (con las sutiles diferencias del caso), pero ante todo, el tema de su origen no implicaba el más mínimo inconveniente, asunto que les permitió concentrarse en la prosperidad material, mientras que al sur las cosas eran dolorosamente distintas.

El caso es que un manojo de personas emprendimos varios proyectos para llevar a la práctica la Revolución Ciudadana, incorporando además programas de gobierno, como el de vivienda del MIDUVI. Propuse ejecutar uno de comercio justo, similar a otro que había creado yo entre los consumidores del barrio “El Calzado” y productores de varias comunidades de Cayambe, y aunque el proyecto se encontraba aún en estudio, el entusiasmo y la expectativa de la gente eran grandes, pues la finalidad es evitar la intermediación, reducir el costo de los productos y establecer nexos culturales con las comunidades.

Enlazamos entonces, para el caso específico de nuestra parroquia, a un colectivo de productores de Amaguaña, con consumidores de la zona urbana de Conocoto. Todo iba sobre rieles, vaya, con altibajos, debo reconocerlo (asuntos de convivencia política con antiguos camaradas de las Asambleas, que se unieron al Movimiento País al entender que debían posicionarse ante la proximidad de las elecciones seccionales y con los que no era fácil trabajar en equipo), hasta que llegó el momento de organizar las elecciones. La falta de tolerancia política (mía y de la gente de la Asamblea), causó que un proyecto tan ambicioso como el de Comercio Justo en la Parroquia, no pudiera alcanzar el éxito que merecía, y que requiere urgentemente el país, ante el incierto (y a veces siniestro) porvenir de la Economía Global de nuestros tiempos.

Yo siempre pensé que los relatos desagradables de gente que se “metía por la ventana” al llegar estas épocas, considerando el trabajo más o menos efectivo que veníamos realizando, eran cosa del pasado: taras de la partidocracia. En cada una de las reuniones podía verse el interés por sacar proyectos adelante, aunque con el recelo y el celo inmanentes, usuales entre las dos facciones que se crearon: el grupo de la Asamblea, y los que estuvimos al principio.

Sólo en cuanto la gente se metió literalmente por la ventana, pude comprender lo que realmente ocurría: La traición empezaba dentro de casa. Aquellos a quienes consideraba pares y con los que había luchado por una causa cierta, resulta que en realidad me miraban con el mismo recelo que nuestros antagonistas internos. Pero lo peor era que SIEMPRE tuvieron una bitácora secreta, que emergería en cuanto las elecciones seccionales llegaran a un punto determinado, y yo ignoraba este hecho en esos momentos.

En una ocasión pude asistir, en remplazo del coordinador, a un taller que organizaba el Secretariado Provincial con el fin de explicar la nueva estructura del Movimiento. El evento se realizó en el colegio Emilio Jaques-Dalcroze, ubicado en el Valle de los Chillos, no muy lejos de mi barrio. Fue allí donde en realidad me integré al MP (Movimiento País), porque lo anterior fueron acciones en un pequeño escenario, una partida de ajedrez por diversión. Un proyecto personal embrionario, podría decirse.

El ambiente era muy parecido al de las Asambleas Territoriales y se manejaban muchos códigos implícitos de allí, tanto en el discurso como en la metodología de trabajo: horizontalidad hasta cierto punto, aunque percibí por primera vez aquél deleznable tufillo fanático de la idolatría al líder, asunto que me pareció, pobre ingenuo de mí, algo que iría cambiando hasta desaparecer, porque la revolución y la sensatez se impondrían. Lo que no sabía entonces, era que tal actitud era permanente en todos los partidos políticos, y que aquello no era sino lo que podría llamar síndrome del populismo, es decir la irracional y adulona actitud de la gente llana por su inalcanzable, celestial líder, con la finalidad de merecer posteriores favores. Algo como la religión, pero con homínidos, y una posibilidad más cierta de hablar personalmente en algún momento, con el diosito de turno, o su santo delegado.

Luego de que se nos informó sobre los detalles de la nueva estructura, cuestioné los métodos de elección,asambleas-de-alianza-pais considerando que a nivel oficial se hablaba de cambios profundos, y que en la vida real se mantenían las viejas prácticas de la partidocracia. Se argumentó que la designación “a dedo”, se realizaba sólo por esta ocasión, considerando que apenas estábamos empezando. Yo pensaba para mi coleto, que la mejor oportunidad de empezar realmente bien un procedimiento de tanta envergadura, era precisamente organizar un proceso absolutamente claro, con elecciones democráticas al interior del movimiento, de tal manera que a la opinión pública llegaran noticias de que el cambio empezaba por casa, y lo mencioné. Aunque hubo mucha acogida a mis palabras, pude captar inmediatamente muchas suspicacias entre los asistentes (alrededor de 50 o 60 personas, todos líderes supuestamente) y si bien una cantidad importante de los asistentes apoyó mi posición, muchos líderes cuestionaron los argumentos expuestos, bajo la consideración de que el criterio de los líderes del Secretariado Nacional era inobjetable. Nunca supieron responder bajo qué argumento y muchos empezaron a enojarse. Sólo ahora puedo ver en todo ello una primera advertencia de lo que en realidad se venía cociendo para el proceso de primarias...

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3
Mar

[Relato] Luis Alberto Mendieta: El caballo de Schiraz

Tengo un libro electrónico sobre un relato que, en opinión de varios amigos escritores, es muy interesante e innovador, por lo que he decidido publicarlo. La versión completa, de pago, puede hallarse pulsando sobre la tapa del libro. Cordial saludo para todos y todas.

LAM

schiraz

El caballo de Schiraz

(Fragmento)

A la mañana siguiente me enteré del significado de la palabra Habibi. Podría traducirse del árabe como amado o querido.

Por la tarde encontré un nuevo mensaje en mi libro de visitas del Portal:

“Habibi de mis amores: Mi nombre es Aísha y soy la heredera del amo del caballo de Schiraz, que te ha mostrado su poder. ¿Eres merecedor de mi amor? ¡Demuestra que puedes ser mi dueño!”

Y ejecutó la peor de las malas jugadas que puedan cometerse sobre un hombre de la era del Internet: He aquí que una desconocida envió, por correo electrónico, una foto suya… Vestida, por supuesto.

Su aspecto era para cualquiera (digo yo) el de una árabe europeizada. Pero en sus ojos estaba la diferencia. Nunca volveré a ver una mirada igual. Angustia. SOLEDAD y una secuencia de pensamientos que mi imaginación quiso interpretar como subliminal:

Mírame. Mi-destino-y-mis-intenciones-están-en-el-fondo-¿las ves? Todo-es-tal-como-lo-soñé-y-soñaste. You-got-it.- TERRIBLE ESCALOFRÍO EN LA ESPALDA Y…Amor…-Estoy-loca-de-soledad-y- a-d-o-l-e-s-c-e-n-c-i-a .-Busco-aprender-contigo-a-conocer-mi-cuerpo-Tómame-si-te-da-la-gana. O-J-O-S-C-A-D-E-R-A-S-H-O-R-R-O-R---V-E-R-G-U-E-N-Z-A. N-O-E-S-N-A-T-U-R-A-L- ¡Quiero contigo niña!- N-U-N-C-A-L-O-H-A-R-É. O-SI…-PRINCESA-AÍSHA-NUNCA-LO-HARÉ-CONTIGO… N-U-N-C-A… AUNQUE LO SUEÑES-O-NO…N-U-N-C-A. --- TE-AMO-AÍSHA. TE AMO Y LO HARÉ MÁS TARDE. PERO NO LO HAGAS CON NADIE H-A-S-T-A E-L T-I-E-M-P-O- E-L-E-G-I-D-O.

Impresiones transmitidas en fracciones de segundo y reflejos argumentales que partían de mi mente y se enlazaron con su pensamiento, se me ocurrió, quizás por locura. O soledad.

Empezó a inquietarse mi corazón de viejo adolescente, ante alguien que… ¡Bah! tendría menos de la mitad de mis años. Pero es difícil imponer razones a un corazón solitario. Y claro, incurrí en la debilidad de enviarle mi verdadera dirección.

Si… Míreme con piedad señora o señorita: Esta vez fue la real, con santo y seña. Por favor señores: Confío en que al menos mirarán de paso ésta parte del relato, seguros, supongo, ahora sí de que estoy loco… ¡Hombre!… La piel tiene nombre y apellido y nadie podrá afirmar que la curiosidad dé para menos...

Olvidaba mencionar que, buscando el significado de Habibi, me encontré un poema árabe, cantado por alguien llamado Amr Diab. Se llama Nour El Ain. Se me ocurrió traducirlo del inglés, pero la impaciencia me dominó y luego de la segunda línea terminé redactando mis propios versos, que por libres, quedaron como quedaron. Tuve la debilidad de publicarlo una noche de soledad. Quizás sonarán absurdos a quienes los lean, pero están aquí, en mi corazón. Y en el de Ella quizás.

A ratos la tentación de borrar tan modesta composición me dominaba, en especial antes de que respondiera. Lo repito a continuación:

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Adorado resplandor de mis ojos,
espíritu de mis fantasías.
Ojos nobles y sinceros;
ojos tan puros y bellos,
que tan sólo Dios
miraría a través de ellos.

Los siento a veces junto a mí
acompañándome, sonriendo
como el gato de Alicia,
quizás con sarcasmo,
quizás con ternura.

Querida, amada, adorada
luz de mis ojos.

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Sin duda le gustó, porque a la noche siguiente vino a visitarme.


********************

¿Cómo llegó? Así como se fue. Una madrugada, entre sueños. Imborrable en la memoria. Simplemente pulsó la campanilla del portal como si tal cosa. Como un amigo en apuros. ¡Quién repara en el reloj en esas circunstancias! Miré por la terraza y allí estaba, frente a la puerta, tal como lucía en la foto, pero con jeans y una chaqueta azul de mezclilla y sonriendo de oreja a oreja, porque así pasan éstas cosas. Bajé en dos trancos y la llevé por supuesto a la buhardilla. Sin duda es la

Tercera y última distracción de mi relato. Palabra de honor.

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